No podría haber comenzado mi inmersión en este nuevo mundo que tan fascinado me ha tenido desde hace algún tiempo con otro cómic que no fuera este. Ni Alan Moore ni… vale, solo conozco el nombre de un autor de cómics, yo qué sé, disculpad mi ignorancia, le pondré remedio en breve. En fin, que en cuanto supe de la existencia de una adaptación de “En busca del tiempo perdido” (este cómic corresponde a la primera parte del primer tomo, “Combray”) fue directa a mi wishlist. Mi amor por Marcel es de sobra conocido por estos lares. Pero aquí me limitaré a hablar del cómic y no de las muchísimas virtudes... hace 12 años con una nota de 5
‘El estilo -dice Jean Luc Godard- es el exterior del contenido, y el contenido es el interior del estilo. Estilo y contenido no pueden ir por separado.’ Esto es aplicable, no solo al libro de Proust, sino a cualquier obra de arte, y hasta al pensamiento humano. No podemos pensar sin hablar. Para pensar, necesitamos expresar ese pensamiento con palabras, aunque sea dentro de nuestro cerebro, y no podemos separar el pensamiento de las palabras que lo expresan. Con el recuerdo ocurre algo parecido, no podemos aislarlo, no podemos separarlo de las sensaciones que nos lo evocan, y que a la vez constituyen... hace 13 años con una nota de 5
Creo que el pasado vive aún en nosotros, dormido. De alguna manera, lo sostenemos con nuestro ser-presente, como he podido entender de mi lectura de Sartre, de modo que el pasado depende del presente y no al contrario, pues el presente es la nada, y el pasado no es ya… y somos impotentes para despertarlo. No hay nada que podamos hacer voluntariamente para darle vida de nuevo, para traerlo al presente; como mucho podemos tratar de recordar, pero este es un trabajo absurdo: la memoria voluntaria fracasa en su intento de resucitar el pasado: se pierde en el abismo oscuro del olvido. Pero a veces,... hace 12 años con una nota de 5
“Así habló Zaratustra” es un libro duro. Es duro como un martillo, pues fue escrito para amartillar conciencias y aún hoy las amartilla muy bien y muy fuerte. Es la filosofía del martillo.
Nietzsche era un destructor y un valiente. Uno puede estar de acuerdo o no con él, pero hemos de reconocerle su valentía. Cada frase, cada párrafo, cada palabra del libro está empapada de voluntad leonina. Su ambición es derribar cada ídolo, cada convicción moral, cada dios, cada farsante, cada norma: no hay normas. Es necesario crear nuevos valores, nuevos placeres, nuevas formas de hacer las cosas, de pensar,... hace 13 años con una nota de 5