Totalmente de acuerdo, no hay que mezclar churras con merinas o autores con obras, sean del ámbito que sea. Si me gusta un autor, me gusta su narrativa y cómo me cuenta las cosas, al margen de que la religión que prefese, la comida que coma o las amistades de las que se rodee. Se dice mucho lo de no juzgar un libro por su portada pero yampoco hay que juzgar a un autor por lo que escribe. Es mentira que todo lo que se escribe destape tus vivencias personales o facetas de la personalidad. Mentiiiiiiiiiiiiiiira y el lector que "confunde" autor y obra o hasta personajes (que de estos también conozco) demuestra muy poquita sesera.
Así que lo dicho, no debes tener miedo a conocer más a los autores, porque sean como resulten que sea, eso no cambiará su obra lo más mínimo y después de todo fue eso lo que te gustó de ellos.
Yo lo que no entiendo es no saber separar la persona de su obra. Quiero decir, ¿qué me importa a mí que Cèline fuera un cretino y/o un anti-semita si escribió los libros que escribió? Tal vez Scott Fitzgerald fue un niño bien y un pijo, ¿y qué? Gogol por lo visto fue un fanático religioso, ¿y bien? Alan Moore hace años que se cree que es mago de los que hacen magia mágica, ¿y?
Lo mismo me vale para otras disciplinas, como la música: es difícilmente soportable escuchar a Búnbury en una entrevista, pero hace unas canciones magníficas. A Morrissey se le va la pinza con sus cruzadas por los animalicos, pero ha dejado alguna de las mejores letras de canciones que conozco. Y Bono seguramente no es el altruista que aparenta, pero sin él los grandes temas de U2 hubieran sido impensables. ¿Me aportan algo sus personalidades "no afines" a la hora de juzgar su obra (que me encanta)? En absoluto.
¡Qué manía de mezclarlo todo! Efectivamente, ninguno de ellos será amigo nuestro en la vida, entonces ¿qué comprometo?
Otro no-mitómano por aquí...
Es decir, ¿qué me aporta que un tío que no me conoce de nada me escriba en un libro "Para mi generoso lector XXXX" si no es un pelota, o "Para mi querido XXXX" si lo es o le pillo en el momento tonto del día...?
Es más, yo creo que en cierta forma me daría hasta "pánico" conocer e intimar con los autores cuyos libros admiro (o simplemente me gustan). Por poner un ejemplo tonto: imaginemos que conociese a Terry Pratchett y tras unas cuantas conversaciones no congeniásemos y me pareciera, (posiblemente de forma absolutamente errónea y sesgada), tonto del culo... ¿Que hago yo entonces con Vetinari y Vimes...?
No sé, no sé, casuística un poco infantil, pero me es resulta un poco como extrapolar el conocido refrán de "donde tengas la olla, no metas la ...olla", respecto al amor y las lentejas. Pues eso, para qué vas a arriesgarte a comprometer tus amados libros...
Otra cosa muy distinta sería ser primero amigo y posteriormente fan literario, cosa supongo harto poco frecuente y supongo que irrelevante a la vista de la amistad original...
(Insisto, sí ya sé que es un miedo absolutamente infantil).
PD. Yo tampoco tengo ni p... idea de quien es la Superstar..., ni gana alguna de googlear al respecto...
Cierto, atticus, estas notas son buena cosa. Mi enhorabuena a quien las inventó.
Por cierto, no tengo ni puñetera idea de quién estas hablando.
Qué hermosas anécdotas, y qué amor incondicional el que profesáis todos aquí por los libros. Lo cierto es que este apartado de la página (llamado notas) es un rinconcito cálido y agradable, siempre de muy buen rollo. Mucha suerte en todo lo que hagáis, de corazón.
Por otro lado, yo no tengo nada que contar de interés con ningún literato; bueno, como he visto que se mencionaba a la loca de Mario Vaquerizo como escritor, y si su amiga Silvia Superstar, por extensión, vale para ser incluída en la anéctota, diré que un día (en un garito que tiene en Vigo) le pedí una copa mientras le miraba las tetas (que por cierto es difícil no verlas), y mientras me la servía me descubrió observando su orografía y me echó una sonrisita pícara (claramente pedía tema)...................No sé a quién quiero engañar, ni siquiera esta mierda de anécdota es cierta: ¡Silvia no sabe que existo, lo confieso!, bueno, miento, lo que sí es cierto es que un día (estando yo, para variar, borracho -algo, esto, muy de escritor, de hecho se podría decir que con la de borracheras que me he pillado casi soy escritor) nos sorprendió ella muy cerquita nuestra a un amigo y a mí; entonces mi colega dijo:-Mira, es Silvia Superstar-, y yo le respondí:-Ni Silvia Superstar, ni Jesucristo Superstar, ¡vámonos, coño!, que es tarde. Entonces ella se giró y me clavó una mirada airada. Mmm, estoy seguro de que no me ha olvidado, la muy perraca. Soy puro fuego, qué le voy a hacer.
PD: Por cierto, la Superstar siempre me ha parecido tonta del culo.
Yo no pierdo la esperanza de que que me firme Somoza, aunque solo sea para que mis amigos del FB dejen de restregarme sus fotos con él jajjjajjaja
Tengo que reconocer que soy poco mitómana para esto de la caza del autógrafo y que las dedicatorias que tengo que sí me hacen ilusión son porque tienen referencias personales y conllevan más que la firma de un desconocido por muy autor del libro que sea.
Una, que es rarita hasta pa eso jjajjajja
Y esto creo que ya lo he contado, pero en Abril del año pasado Margaret Atwood visitó Bilbao. Yo estaba en la FNAC, hojeando cómics a ver qué pillaba, y se anunció su visita para las 6 de la tarde. Llegó la hora señalada, anunciaron que la escritora (Premio Príncipe de Asturias y candidata al Nobel) se encontraba ya en el local para la firma de ejemplares... y nadie se acercó. Pasaron 10 minutos sin nadie que se dignara a acercarse (en este punto me parece interesante recordar que un par de meses antes Mario Vaquerizo firmó ejemplares en FNAC-Bilbao y la cola de mis "semejantes" daba la vuelta a la Calle Urquijo), y me dio coraje. Así que tomé la decisión de ser yo el primero a quien firmara un ejemplar ese día, casi más por vergüenza ajena que por otra cosa. Le pedí que ella misma eligiera el que considerara su mejor libro (eligió "El asesino ciego") y me senté a su lado, para que me lo dedicara. Y se produjo el siguiente diálogo:
—What´s your name?
—Deibid.
—What?
—Deibid.
¿Esta mujer está sorda o qué?, pienso. Coge un papel y me pide que lo escriba. Lo escribo y dice:
—Ah... Deibid!
Fabulosa my 'pronunseision' que no soy capaz ni de hacer entender mi nombre, universal.
Yo hace un par de años en una Feria del Libro de Madrid, las hordas de orcos y uruk-hais arremolinándose y formando enormes colas en torno a Mario Vaquerizo (y sus majaradas) y el Hombre de Negro (y sus mejores frases), ignorando el populacho por completo a escritores de verdad que sí firmaban aquel día sus obras, me acerqué entre otros a Javier Marías. Nadie le agobiaba. Me acerqué, elegí su último libro, "Los enamoramientos", y me lo dedicó. Escribió:
«PARA DAVID, PARA QUE LE DURE EL SUYO (MIENTRAS LE SEA BUENO).»
Me encantó el entrecomillado. Y es que es importante ese matiz.
Yo cuando fui finalista del Booket conocí a los miembros del jurado entre los que estaban José Ángel Mañas, Lorenzo Silva o Marta Rivera de la Cruz. Como no había leído nada de ninguno pues tampoco me iba a parar a rajar con ellos mucho. El Mañas me resultó muy majo.
Oh cierto, los modismos... Así es, Faulkneriano, significa algo así como casi/pronto. Ahora que lo pienso bien, me parece que Pacheco estaba parodiando los modismos y el acento de nosotros, los de la parte norte del país.
No me sorprende lo de cuentista. Bien dicen que lectura y escritura se corresponden como lo cóncavo a lo convexo. En cuanto a Dámaso Alonso, no sabría juzgarte si original o no, pues no lo he leído, pero me recuerda cierta vez en que pude haber intercambiado saludos con García Márquez, y de paso, que me firmara un Cien años..., pero el cliché se me hizo intolerable y preferí perderme entre la multitud.
Me pregunto qué otras celebridades literarias conocerán los demás sopalibreros; a quién les hubiera gustado conocer.
Curiosa anécdota, Mikael. Le hablaste, vaya, aunque el "ya merito" no termino de verlo claro: ¿ya pronto lo traduzco o ya hago méritos por traducirlo? Estos peninsulares, qué ignorantes.
Me tiemblan las piernas cada vez que me acuerdo que Dámaso Alonso, cuando acudí a que me firmara Hijos de la ira (qué original soy), me preguntó si escribía y me firmó una dedicatoria como de colega (yo intenté aclararle que, en todo caso, era un pobre cuentista y no ningún aspirante a poeta). Cosas de la edad.
Y un día antes de morir Pacheco recién terminaba un escrito sobre Gelman. Os comparto una anécdota, sucedió hace 6 años en una feria del libro. No suelo acudir a ellas, porque además de caras, me fastidian las novedades que hoy por hoy parecen acapararlo todo. Venía yo, pues, subiendo los escalones del centro de convenciones cuando de la puerta principal salieron José y Cristina, su esposa. Él acababa de terminar una ponencia y había aprovechado para hacerse de algunos títulos. Ahora bien, yo no suelo hablarle a la gente, menos a desconocidos y mucho menos en la calle, pero la lectura (ese «vicio impune», como la llamaba el mismo Pacheco) es una costumbre tan solitaria y que aficiona a tan pocos, que uno no puede menos que sentirse obligado a hablar de libros con quien sea, sobre todo cuando ese otro carga con unos cuantos bajo el brazo. Yo sabía, por lo demás, que Pacheco llevaba años traduciendo a Eliot. Así que de pronto me escuche diciendo: ¿para cuándo Tierra baldía, Don José?, y él, sin dejar de hojear sus libros, sonrió en diciendo: ya merito, jóven, ya merito. Un año después recibía el Cervantes de manos del rey Juan Carlos. En fin. Yo creo que JEP no sólo ha sido uno de los últimos grandes poetas de este país, sino también uno de sus mejores traductores; tradujo a Eliot, a Beckett, a Schwob, etc., y es una lástima que esa Tierra baldía haya quedado inconclusa.
«Qué va a quedar de mí cuando me muera / sino esta llave ilesa de agonía, / estas pocas palabras con que el día, / dejó cenizas de su sombra fiera.»
Saludos,
En menos de 2 semanas han fallecido 2 poetas "mexicanos": Juan Gelman (argentino de nacimiento, mexicano de adopción) y José Emilio Pacheco (éste sí que mexicano 100%). Lo curioso es que ambos eran muy buenos amigos e incluso vecinos. Pacheco al recibir el Premio Cervantes en el 2009 dijo: "No soy el mejor poeta de México, ni siquiera soy el mejor poeta de mi barrio, ¿no ven que soy vecino de Juan Gelmán?" Gelman lo habia ganado en 2007. Ambos descasen en paz.