Hola amigos! ¿Qué tal las vacaciones? ¿Muchas lecturas?
Yo me he empezado a aficionar a las aventuras marinas. Conrad tiene la culpa. El caso es que, habiendo nacido en una época donde la fantasía devoró la literatura de aventuras, está siendo un descubrimiento literario semejante al que me supuso el western. Y está casi igual de cerca de convertirse en mi género favorito (esta vez para la literatura). Al fin y al cabo, cambiemos los inmensos parajes desiertos de Monument Valley por el Atlántico, los de México o Almería por el Pacífico o los ríos de la selva africana, a los indios por piratas, las caravanas por carabelas y no hay tanta diferencia entre el espíritu y la intensidad de un género y otro. E igual de estupendos son un ferrocarril o un barco de vapor para dar un magnífico toque crepuscular.
Pero esto de la literatura de género me da más miedo que los BOE de nuestro gobierno. Y mucho me temo que he empezado por el mejor de todos, Conrad, y ahora ya no sé por dónde seguir. Kipling, sí, he pensado en Kipling, y tengo Kim esperando en mi estante. Y ¿qué más? Ahí ya me pierdo. Suerte que sé que por aquí hay varios aficionados al género a quienes pedir consejo. No quiero literatura explotation, ni aventuras juveniles sin nada que rescatar, sino alguien que sepa tomar pulso al género y aprovechar la atmosfera palpitante de éste. Un John Ford, un Peckimpah o un Leone de las aventuras marinas, o sea, alguien como Conrad.
Esta es una de esas obras en las que aparentemente no ocurre nada, donde no encontramos un argumento definido entre sus líneas sino una incógnita por resolver; si exceptuamos todo aquello que le sucede a nuestro único protagonista y como consecuencia de ello el descubrimiento de todo ese complejo microcosmos...