Tharl ha escrito una
nota hace 12 añosSedacala, no puedo contestar por los demás -aunque intuyo varios coincidirán conmigo-, pero por mi parte, cuando hablo de "perfección", "bodrio", "pasable", etc. lo hago asumiendo mi subjetividad e incluso pretendiendo una idílica ordenación en una "curva normal ideal" de mis lecturas (ojo! Lecturas, que no libros).
Pero cuando digo que un libro me ha parecido perfecto es porque a mí sí me lo ha parecido, asumiendo todas las primeras personas del singular empleadas en la oración.
Otra cosa son los polémicos casos de algo de lo que siendo consciente de que es malo, me gusta o la inversa. En estos casos, me inclino, como siempre que puntúo, por mi impresión subjetiva. Es decir, que yo, como imagino que también tú, puntuo antes mi lectura - la experiencia lectora- que el libro. Pero esta separación de sujeto y objeto es muy, muy intrincada, y nada fácil. Tenemos la tendencia de objetivar las impresiones subjetivas volviéndolas independientes de nuestra imaginación e insertándolos en una categoría casi metafísica. De ahí que haya quien se vea insultado ante un 1 a una "obra maestra", sobre todo cuando se identifica personalmente con ella y con su juicio de valor.
Yo personalmente, siento al valorar una lectura/libro enormemente esa tensión entre lo que podríamos llamar mi “objetividad subjetiva” (por eso de asumir de que todo juicio sobre el objeto es subjetivo) y mi “experiencia subjetiva y fenomenológica” (de ahí todas mis dificultades en esto de cuantificar lo que solo considero cualitativo). Actualmente parece que todos tiramos por esta segunda opción (muuuu postmo’) y como consecuencia, nos la suda -y lo decimos con todas las de la ley- la Historia y contextualización. Y todo el resto de variables “objetivas”. No me atrevería decir que esta elección es mejor que pretender la objetividad. Desde luego, es menos atrevida, y más fácil.