Sinopsis
"A partir de 1841, fecha de la publicación de The Murders in the Rue Morgue, primer ejemplo y de algún modo arquetipo del género policial, éste se ha enriquecido y ramificado considerablemente.
Edgar Allan Poe tenía el hábito de escribir relatos fantásticos; lo más probable es que al emprender la redacción del texto precitado sólo se proponía agregar, a una ya larga serie de sueños, un sueño más. No podía prever que inauguraba un género nuevo; no podía prever la vasta sombra que esa historia proyectaría", escribieron Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges en el prólogo a esta antología.
La afición de los dos célebres autores argentinos por el género policial es bien conocida. Más aún: varios relatos inolvidables de esta clase fueron escritos por ellos mismos o por su doble heterónimo, Bustos Domecq. Nadie mejor, entonces, para llevar a cabo la selección de los mejores cuentos policiales de todos los tiempos.
"Para elegir los textos de este volumen, decían Borges y Bioy, hemos seguido el único criterio posible, el criterio hedónico.
La lectura de cada una de las piezas que lo componen, fue para nosotros muy grata."
Los mejores cuentos policiales contiene, sin lugar a dudas, varias de las mejores piezas del género que se han escrito nunca.
Publicados en dos volúmenes sucesivos, constituyen un auténtico banquete tanto para el lector fanático del policial como para todo amante de la buena literatura.
INDICE:
Nathaniel Hawthorne. La muerte repetida
Edgar Allan Poe. La carta robada
Robert Louis Stevenson. La puerta y el pino
Arthur Conan Doyle. La liga de los cabezas rojas
Jack London. Las muertes concéntricas
Guillaume Apollinaire. El marinero de Amsterdam
Gilbert K. Chesterton. El honor de Israel Gow
Eden Phillpotts. El ananá de hierro
Ryunosuke Akutagawa. En el bosque
Anthony Berkeley. El envenenador de Sir William
Milkward Kennedy. El fin de un juez
Ellery Queen. Filatelia
Georges Simenon. La noche de los siete minutos
Jorge Luis Borge. La muerte y la brújula
Manuel Peyrou. La espada dormida
Silvina Ocampo. El vástago
Adolfo Luis Pérez Zelaschi. Las señales
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