LA ÚLTIMA PARTIDA por Poverello

Portada de PLAYBACK

Solemos tener los lectores la curiosa costumbre -se acierte o no- de asociar las características de la criatura con las de su creador. Tal vez sea mala influencia de la cultura judeocristiana con aquello de que “creó Dios al hombre (varón y hembra) a imagen suya”. El caso es que si hay dos seres cuya semejanza tira por tierra tal argumento son indefectiblemente el detective Philip Marlowe y el escritor Raymond Chandler.

He de decir de entrada, que me siento un poco huérfano, como el propio Marlowe, tras acabar de gozar sus andanzas quijotescas (porque locuelo es un rato) y sentir a todas luces que va a ser difícil poder disfrutar y sonreír con descaro de la misma forma que lo he hecho con los diálogos sardónicos, cínicos y políticamente incorrectos de este tipo medio alcohólico al que le encanta la poesía y el ajedrez (aparte de una buena copichuela de Gimlet muy frío, claro). La suerte es que puedo hacer mías las palabras que Chandler compartía al hablar de las novelas de su personaje estrella asegurando que si leía algunos párrafos después de unos minutos parecía que lo hubiese escrito otra persona. Hay frases de Philip Marlowe que cada vez que las leo me sacan de nuevo una sonrisa como si la escuchara por primera vez.
Y es que Marlowe algo tiene; incluso en esta pequeñita web ha sido capaz de aglutinar varias reseñas de lectores de lo más dispares y jugosos comentarios a diestro y siniestro.

Iba a cometer un sacrilegio y decir con cuál de la serie me quedo, pero, en realidad, sería hacer un flaco favor a su obra, porque me ofende a mí mismo no incluir a todas y cada una en el recorrido, a excepción justo de ésta que nos ocupa, Playback, pero es que -aunque recurramos a aquella máxima que negábamos al inicio sobre el autor y su personaje- en la última novela del detective de Los Ángeles, Marlowe es más Chandler que nunca y me veo en la obligación de perdonárselo, porque sus motivos tenía.

En Playback, Marlowe resulta apagado y tierno, algo no ya impensable, sino contrario a su idiosincrasia. Se enamora, podríamos decir, apenas es impertinente, aunque sigue ingenioso, e incluso se lleva bien con casi toda la policía que aparece en escena (a cuyo Fondo Social quiere donar el dinero del caso). Chandler se atreve hasta a transgredir uno de sus inapelables criterios en una narración de intriga: “por lo menos, la mitad de las novelas de misterio violan la ley que la solución, una vez revelada, debería parecer inevitable”. Aquí, podría decirse que es un poco a dedo.

Muchos son quienes aducen dos causas probables e interrelacionadas para explicar esta peculiar circunstancia en Playback: que Chandler se basa en un guión propio (en realidad, dos) que no se llegó a producir y que en él no aparecía el personaje de Marlowe. No obstante, si nos atenemos a antecedentes, El sueño eterno partía de dos relatos cortos del escritor y en uno de ellos tampoco aparecía el detective, sin embargo el resultado, si bien no está del todo pulido, es bien distinto. Por mi parte, considero que el motivo real y trascendente que hace mortal a Marlowe lo expone con claridad el novelista en una de las rumias internas tras llegar a su piso: "dejé la copa en una mesita baja sin tan siquiera probarla. El alcohol no era la solución. Nada era la solución, excepto tener un corazón endurecido que no pidiera nada a nadie". Quizá por primera y última vez, quien habla no es Marlowe, sino Chandler, el cual había perdido a su esposa hacía tres años, volviendo a caer en el alcoholismo y había tratado de suicidarse en varias ocasiones. Chandler era pura desidia y no había logrado terminar nada desde la publicación de El largo adiós cuatro años antes. Playback es, con diferencia, su novela más corta. No le queda ni una gota de cinismo ni sarcasmo en las venas y lo clásico de sus novelas, esas descripciones barrocas y tan secas como hermosas, apenas hacen acto de presencia en su última aventura. Tan cruel le resulta resistir a solas a Chandler que no duda en ofertarle a su creación el matrimonio.

Sería falso decir que Playback destroza un mito, pero lo transforma, de una manera radical, no paso a paso como en el resto de la serie del detective por excelencia, y no deja de ser interesante leerlo, porque el ocaso siempre es muy duro, durísimo, y casi nadie es capaz de resistirlo.

¿Una partida y una copa, detective? Te echaré de menos, aunque “no me gustan sus modales”. “No se preocupe por eso, no los vendo”.

Escrita hace 8 años · 5 puntos con 5 votos · @Poverello le ha puesto un 6 ·

Comentarios

@Tharl hace 8 años

Creo que he tenido suerte y, sin saberlo, he leído (casi) al detective en el mejor orden posible: Primero El sueño eterno, El largo adiós después, la película de Hawks a continuación y, de allí, el resto en orden cronológico hasta culminar releyendo y despidiéndose de Marlowe en El largo adiós. Y allí paro. Opcionalmente, se puede seguir con Un largo adiós de Robert Altman y Puro Vicio de Thomas Anderson. En esas estoy.

Otras cosas: Era muy frecuente que Chandler “canibalizara” sus propios cuentos en las novelas, así ocurre también en La dama del lago. El Marlowe de El largo adiós ya apunta a una ternura y humanidad más soterrada anteriormente y lleva su personalidad a un primer plano introduciéndole como parte activa de la intriga y no sólo como su detective. Es curioso el modo en que Wade, el escritor de Un largo adiós, prefigura el futuro de Chandler. Me ha encantado tu comparación de Marlowe con Don Quijote, adivina por qué, ja. Me ha gustado tu reseña.

@Poverello hace 8 años

Pues con esa decisión tuya de no votar excepto 10 no sabía que habías leído todas las novelas de Marlowe (excepto Playback, que decidiste parar). Opcionalmente, que no sería mala opción, se puede leer sin duda Playback, que se tarda un rato. La que me niego es Poodle Springs, que ni la terminó Chandler. A mí Puro vicio no me gustó especialmente, y filmes hay decenas para ver, de Marlowe o en la línea.

No tenía ni idea de que La dama del lago proviniera de uno de sus cuentos; de hecho, tardó unos cuatro años en escribirla, aunque la guerra influyó un 'poquitín' en ello.

Como comentaba al final de la reseña, Chandler va transformando progresivamente a Marlowe, y en El largo adiós sí que se muestra algo más sensible, sobre todo respecto al tema de la amistad, incluso en La hermana pequeña da ya contadas muestras de ello, pero hay que leer Playback para comprender el giro radical de personalidad en el detective.

Con Don Quijote pienso en Faulkner, en Cyrano de Bergerac... en luchar contra gigantes que son molinos de viento.

@FAUSTO hace 8 años

Leyendo tu reseña, Poverello, no he podido dejar de confirmar mi teoría (por llamarla de alguna forma) en la cual las grandes novelas de Marlowe son, cronológicamente según la edición, los volúmenes pares. La 2ª, la 4ª y la 6ª (“Adiós, muñeca”, “La dama del lago” y “El largo adiós”) son bastante superiores, tanto en trama como en estilo, a las restantes. Aunque hago un pequeño inciso con “El sueño eterno”, que a pesar de sus errores y descuidos resulta un buen comienzo de saga; y que con un poco más de cuidado e interés por parte de Chandler hubiera resultado una obra mucho más redonda y meritoria, lógicamente según mí opinión. Me “mojo” al decir cuáles son mis libros favoritos de la saga, aunque entiendo perfectamente tu postura de apostar por el conjunto de la obra, pues, como bien dices, la evolución del personaje es crucial para entender la globalidad de esta creación, además de ser es uno de los alicientes para leer toda la serie.

Tienes razón en denominar a Marlowe como quijote, también le tildé así cuando leí “El largo adiós”, aunque, para ser justos, no sería con la misma acepción que la de nuestro ilustre hidalgo. El idealismo de Marlowe participa mucho del realismo sanchopancesco, pues conoce perfectamente la cruda y amarga realidad con su “lado oscuro”: el ineludible fatalismo. Posiblemente su quijotismo se deba a un acto desesperado por no ahogarse en esta penosa existencia, o, quizá, sea su manera de luchar y rebelarse contra esta clase de vida. Seguramente habrá más y mejores hipótesis, pero por ahora me quedo con la segunda.

Ya que tanto tú como Thal habéis sacado a colación los cuentos, es el género que hasta ahora, con mi corta experiencia (“Peces de colores y “Tristezas de Bay City”) con Chandler no me ha convencido y no he conseguido las mismas sensaciones que con sus novelas. Será cuestión de insistir.

Hace tiempo tengo pendiente “Playback”, y si bien no tengo grandes expectativas, al menos tu comentario de transformación radical de Marlowe me suscita interés. A ver cuando cae, quien sabe si este mismo verano, ya que es una estación que personalmente es propicia para leer género negro como también lo es con la ciencia-ficción; vicios o manías de cada uno.

Ya que has terminado con uno de los geniales sarcasmos de “La dama del lago”, te propongo otra frase, la última de “El largo adiós”, para justificar tu nostalgia: “No se ha inventado todavía la manera de decirles adiós definitivamente.”

@Tharl hace 8 años

De Chandler sólo he leído un cuento (“Gas de nevada”) y tres novelas (“El sueño eterno”, “El largo adiós”, “La dama del lago”). Cuando decía “En esas estoy” me refería a que estoy siguiendo, primero inconscientemente y ahora con conciencia, el orden de lectura que sugería. Terminaba recomendando la adaptación de Altman y “Puro vicio” porque ofrecen la, a mí juicio, mejor relectura y continuidad del género detectivesco abriéndolo a nuevas posibilidades que ya estaban esbozadas en Chandler.

Precisando el comentario anterior, los cuentos canibalizados para “La dama del lago” fueron: “El blues de Bay City”, “La dama del lago” y “No hay crímenes en la montaña”. Habiendo leído la novela es fácil aventurar qué tomó de cada uno. Por lo visto en algunos de estos cuentos Marlow aún no ha sido bautizado si quiera.
En principio no me atraen demasiado los cuentos de Chandler. Tengo la sensación de que para él eran sólo un territorio de ensayos de cara a las novelas. Claro, que lo mismo sucede con Fitzgerald y están entre lo mejor de su producción.

A mí me encanta la mención a Don Quijote en parte por lo que comentáis, pero sobre todo por la relación que establece entre Marlow y la novela de aventuras, la de caballerías especialmente. Podemos leer al personaje como una exploración de las posibilidades o no de seguir siendo un caballero y un héroe en un mundo como el que vivimos. Un juego del tipo, “si Galahad naciera hoy, ¿cómo sería?” Pero la relación con el género, defiendo, va más allá del protagonista.
Las novelas de Chandler son un hito en la historia del género de aventuras.

No estoy seguro de que abordar las novelas de Marlow dentro de la misma “obra”, como una saga en la que el personaje va evolucionando, sea una propuesta muy enriquecedora. Me interesa más, si acaso, los cambios de estilo. Pero es esa misma diferencia estética entre “El sueño eterno” y “El largo adiós” lo que las hace incomparables. En su propuesta, cada una es insuperable. De todos modos, si hablamos de una saga, ¿con una frase de despedida como la de “El largo adiós”, qué falta hace un cierre diferente?

@Poverello hace 8 años

Comparto contigo, Fausto, tu visión de que las obras impares son mejores en su conjunto que el resto, pero excepto Playback, no me parece peor La hermana pequeña o La ventana alta (siniestra) que El sueño eterno. He disfrutado muchísimo con todas las novelas de Marlowe.
La evolución del personaje sí que me parece muy interesante, no ya como línea importante a la hora de evaluar la obra en su conjunto, sino como propia lógica vital de cualquier persona que va acumulando experiencias y eso, sin duda, te va transformando y cambiando. Chandler lo hace muy muy bien. El cambio de estilo, Tharl, también se aprecia, pero considero que quitando Playback es muy similar en toda la obra, si obviamos la estructura narrativa y otros detalles de trama. El sueño eterno está menos depurada en este sentido, pero comparto con Faulkneriano su habitual idea de que, en la novela como género, hay aspectos que pueden estar sobrevalorados, y El largo adiós es prácticamente perfecta.

De lo de la novela de aventuras mejor lo dejo, jeje, que ya hemos tenido nuestros intercambios en privado y bueno, más allá de las comparaciones de Marlowe en esa mezcolanza sanchoquijotesca, sigo sin ver demasiado su relación.

@nikkus2008 hace 8 años

La reseña, excelente. Y como de costumbre, comentarios acorde al nivel de la reseña.

A mi me gustó Chandler, las dos o tres novelas que leí. Por lo que decís, Pove, no se si no me va a caer bien este ablandamiento de Marlowe... al fin y al cabo... ¿es humano no?... voy a tratar de leerla cuando termine alguno de los incontables libros empezados e inconclusos.

Saludos amigos!

@Poverello hace 8 años

Tardas un rato en leerla, nikkus, es la más corta con diferencia, aunque viendo tu ritmo último de lectura lo mismo tardas más que si fuera el Ulises, ji.

Creo que merece la pena leerlo sabiendo y advertido sobre lo que juega uno.

@Tharl hace 8 años

Algo que me sorprende en mis lecturas de Chandler es que DENTRO de ellas Marlowe no cambia. “El largo adiós” es una excepción y se debe, creo, a que él es parte de la misma trama investigada. Marlowe si cambia, esto es cierto, ENTRE las novelas. Es algo curioso.

Atendiendo al contraste entre “El sueño eterno” y “El largo adiós” sí me parece que cambie la escritura de Chandler. Y hablo de la escritura, no de la trama. En la primera es más “dura”, en tanto que se aferra con más coherencia y potencia a sus postulados estéticos: el conductismo es más radical, las digresiones e introspecciones prácticamente nulas, etc.; la sensación de que Marlowe está inmerso en la acción es mucho más poderosa. En la última todo esto se suaviza con otros complementos y el resultado es más narrativo, con una mayor distancia. No me parece que la escritura sea mejor en una que en otra, lo importante es lo bien que se ajusta cada estética al material tratado.

Al final tendré que añadir Playback a mi recorrido marlowiano, verás…