LA CUNA DEL MISÁNTROPO por Volsung

Portada de EL ORIGEN

“En el interior del internado no había podido descubrir ningún cambio que me llamara la atención, pero, en el llamado salón de día, donde habíamos estado educados en el nacionalsocialismo, ahora se encontraba la capilla, en el lugar del atril del conferenciante, ahora estaba el altar, i en la pared donde había estado el retrato de Hitler ahora colgaba una gran Cruz.”

Thomas Bernhard, de catorce años, vuelve a la disciplina inquebrantable, pero quebrantadora, del internado salzburgués en el que sus abuelos lo habían matriculado, acompañado por el resto de alumnos supervivientes. La segunda guerra mundial ha terminado.

Me sorprende cuanto cuantísimo se está hablando del estilo narrativo de este señor cuando su obra está cargada de mensaje, implícito y sobretodo explícito, con una bravura y una mirada descarnada absolutamente imposible de pasar por alto. O eso pensaba yo.

“Mi ciudad natal es en realidad una enfermedad mortal en la cual sus habitantes nacen y quedan atrapados, y si no huyen en el instante decisivo, directa o indirectamente, tarde o temprano, en medio de estas terribles condiciones, o bien se suicidan o bien, directa o indirectamente, lenta y misrablemente, sucumben en éste territorio de la muerte arquitectónico-arzobispal-estúpido-nacionalsocialista-católico, que bien visto es un enemigo absoluto del ser humano.”

El Origen, novela sobre la que él llama su ciudad materna y paterna y que él explica por qué es su ciudad materna y paterna ya que en él hay, dice, tanto de esa ciudad (que es materna y paterna a la vez) como no hay prácticamente en nadie más, pues él es consciente que Salzburgo es, y no puede dejar de ser, su ciudad materna y paterna. Repeticiones, repeticones constantes que marcan cada párrafo o, ya que no hay puntos aparte, cada cúmulo ideológico-descriptivo en la novela.

Habla también, a un nivel más personal, de su fracaso académico en el instituto, debido a su respulsa ante el status quo que rige la formación reglada y que para Thomas Bernhard, en la institución que llamamos Educación Secundaria, no sirve más que para el exterminio de todo lo que de natural queda en el niño, allí se perpetra el derrumbamiento final de la forma ingenua y salvaje para que las ruinas posteriores que son ese adolescente no desentonen en medio de las ruinas y la malicia destructora de la sociedad austríaca.

Uso sus adjetivos y trato de reflejar, de forma resumida, su visión de otro de los temas del libro. El via crucis del niño ante la afrenta insalvable de la educación.

“El recién nacido es abandonado desde el instante de su nacimiento a unos progenitores, en tanto que padres, degradados e incultos y ya desde el primer instante convertido por estos progenitores, en tanto que padres, degradados e incultos, en un ser humano igualmente degradado e inculto; éste proceso monstruoso e increíble se ha convertido en costumbre dentro de la sociedad humana a través de siglos i milenios i ésta sociedad se ha acostumbrado a ésta costumbre.”

Si alguien ha leído alguna otra reseña más sabrá que no soy amigo de los cortas y pega de la obra, que intento coger los temas y reflexionar sobre ellos y cómo se abordan mediante el artificio que es la trama. Bien, el señor Bernhard, mi respeto y admiración, es tan explícito que cualquier intento de mediar entre sus palabras y vosotros se me antojaba un insulto a su esfuerzo por ser honesto. Una honestidad, no obstante, que creo ver flaquear en un punto y que él mismo reconoce incompleta cuando dice no contarlo todo, pues ciertos episodios, probablemente relacionados con la sexualidad y el desarrollo de esa sexualidad quedan en la sombra y nada se dice de ellos, pese a intuirse.

Libro absolutamente recomendable. Lo encuentro de una actualidad total como contrapunto firme y sincero del pensamiento pseudo-optimista y de ésta filosofía buenista por la que todo el mundo parece obligado a una forma de felicidad determinada, solo reconocida como tal por la sociedad si es ingenua, sin memoria y “eficiente”. Libro que deja poso, pero también libro, creo yo, que da fuerza, al menos a largo plazo.

Escrita hace 8 años · 4.5 puntos con 4 votos · @Volsung le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@Volsung hace 8 años

Pido perdón por las faltas de ortografía en las citas! Se me han colado muchas "i" en lugar de "y".

@Poverello hace 8 años

Pues te juro que pensaba que era cosa de Bernhard; como sólo pasaba en las citas. Eso es lo que tiene escribir raro, je.