ESPERANDO A... por Nastenka

Portada de EL DESIERTO DE LOS TÁRTAROS

"¿Por qué calles y plazas se vacian
y todos vuelven a casa compugnidos?

Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.

¿Y qué va a ser ahora de nosotros sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, era una solución."
(fragmento del poema "Esperando a los bárbaros", de Cavafis)

Difícil debe ser que alguien, al leer la última frase de esta historia, quede impasible. Es, sin duda, uno de los libros más tristes que he leído (y mis lecturas nos suelen ser "divertidas").
Y eso que la trama parece más bien simple. Lo que se nos cuenta es la vida del teniente Giovanni Drogo, destinado a una Fortaleza fronteriza... y la espera constante del ataque enemigo.
Pero, no, en esta historia no hay sangre, ni luchas cuerpo a cuerpo. Lo que hay en estas páginas es terror, pero no un terror a la posible guerra. No. Es... otro tipo de miedo, un miedo profundo, una corrosión interna.
Porque Buzzati, para hacer que aflore ese miedo, lo único que necesita es encerrar al "hombre".
Y en ese encierro todo rezuma pesimismo, llega a ser agobiante la espera, la duda de lo que vendrá... pero no pude dejar solo a Drogo en su eterna espera(nza).

Buzzati nos enseña la inmensidad del horizonte que se observa desde la Fortaleza, el narrador nos repite, unas cuantas veces, en palabras de habitantes que ya llevan tiempo allí, lo fácil que sería salir de ella si se quisiera. Drogo tiene esa posibilidad, y al llegar decide que pronto saldrá. Pero nadie sale de ella, nadie se decide a abandonarla, y eso que ni siquiera el paisaje es alentador, como tampoco lo es la vida dentro de la Fortaleza; allí todo es rigor militar, sin escenas felices ni concesiones al bienestar...
Y así van pasando los días dentro de esos muros; días lentos, iguales unos a otros, todos regidos por reglamentos y contraseñas...

Y Drogo sigue pensando que un día se irá, que no es como ellos. Y lo sigues, y esperas con él... y llegas a verlo como un insecto atrapado en una tela de araña... siguiéndolo, dan ganas de gritarle que salga de ahí, de alargar la mano y destruir la trampa.
Pero Drogo no me oye, ni la trampa es palpable... y acaba, como el resto de sus compañeros, estancado en la eterna espera...
Y así siguen pasando los días, posponiendo una y otra vez la decisión de abandonar y empezar una nueva vida. Y espero, con Drogo, a los bárbaros, y me siento, con él, atraída por el inmenso desierto, que parece ser a la vez, la nada y la esperanza...

Y al llegar al final, con un nudo en la garganta, con los ojos húmedos, me pregunto a mí misma... ¿es a Drogo a quien realmente quieres advertir del peligro del estancamiento?

Creo que envejecí un poco junto a Giovanni...
Dejad que él os cuente sus miserias (que acabarán siendo vuestras)...

Escrita hace 10 años · 5 puntos con 10 votos · @Nastenka le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@lucero hace 10 años

Gracias Nastenka, lo tengo en mi lista y lo voy a encarar pronto!!
Me recuerda un libro de Antonio Di Benedetto, "Zama", que trata de una espera que se desliza a lo largo del texto, haciéndose cada vez más pesada y plomiza.
Lo voy a leer.

@nikkus2008 hace 10 años

Tus dos últimos párrafos son hermosos, muy tristes, muy en consonancia con la novela; también es de lo más triste (sin recurrir a facilismos, claro) que he leído. Muy bien Nastenka, muy linda reseña.

Y a vos lucero, tratá de empezarlo lo antes posible; se que te va a gustar (es una manera de decir, porque no lo vas a pasar bien, es decir, no es que se disfrute realmente, pero verás que te va a envolver en esa tela de la que habla Nastenka) que no lo vas a considerar tiempo perdido.

@Faulkneriano hace 10 años

Linda reseña, Nastenka, tan triste como la novela reseñada. Es una obra muy extraña dentro de la literatura italiana: parece más centroeuropea que otra cosa, con Kafka al fondo, más que un existencialismo todavía en pañales.

Y cierto, lucero, tienes razón con su semejanza con Zama, otra novela desesperanzada a más no poder.

@Tharl hace 10 años

Odio (miento, en realidad me encanta) que me descubrais tanto autores y libros que sumar a mi whistlist.
Muy buena reseña, Nastenka.

@Nastenka hace 10 años

Yo odio (miento, com Tharl) que se me descubran autores en mis reseñas. Me apunto "Zama", que creo me gustará.

Ya contarás, lucero, no tardes.

@Poverello hace 10 años

Pues terminado queda. Y magnífico sin duda. Un libro sumamente kafkiano como comentaba Faulkneriano, mucho en argumento y fondo si bien no en estilo, muy distinto y digamos que casi opuesto, por la sencillez formal del italiano respecto al escritor checo.

De los pocos libros altamente recomendables para cualquier tipo de lector, pienso, pues tiene en sus páginas tanta enjundia que difícil resulta tanto que a alguien le pasen desapercibidas cualquiera de sus múltiples lecturas como poder hacer de él un comentario preciso.

Totalmente de acuerdo con tu reseña, Nastenka: un curioso y sobre todo terrible alegato a favor de la libertad y de la vida y contra las barreras y límites ante las que nos situamos y nos impiden crecer, avanzar y tomar las decisiones de manera racional. No hay nada peor que estar encerrado en sí mismo, tener un objetivo irreal y absurdo que nos mienta y nos mantenga atados, y enfocar a él nuestra realidad para no pensar en nada más.

Una novela tristísima y que en buena parte, en la forma en la que decide Drogo enfocar su destino autoelegido me recuerda a la actitud flemática y de dejarse hacer de Hans Castorp en "La Montaña mágica". Ambos también con finales bastante desoladores, si bien el primero de una forma más individual y dolorosa y el protagonista de la obra de Mann en parte determinado por circunstancias externas que le hacen salir del aislamiento y volver a la realidad.

También os odio, ea. Anotaré "Zama".

@sedacala hace 10 años

Veo que aquí se insiste mucho en la influencia de Kafka sobre Buzzati. Desde un punto de vista teórico, parece que esa relación existe. Pero leyendo El desierto de los tártaros, no lo tengo yo tan claro. En Kafka hay conceptos que yo no veo en esta novela, como por ejemplo la frialdad de su estilo o la objetividad de la narración. Estos dos rasgos, hacen que la angustia que pueda generar su lectura, sea asimilada por el lector de una manera consciente y desapasionada. Los hechos absurdos e incomprensibles de sus argumentos se pueden analizar con la tranquilidad que permite esa ausencia de pasión, y yo tengo la sensación de que se podrían utilizar pare ello los mecanismos del psicoanálisis. En El desierto de los tártaros, Buzzati me provoca otro tipo de sensaciones, su texto también es básico, como el de Kafka, pero mucho más cálido, incluso, poético. En cambio la objetividad desaparece, su mensaje es tremendamente subjetivo y por lo tanto parece salido de un mundo onírico, casi diría que de un mundo que no es de este mundo. Kafka en cambio me parece completamente terrenal y contradictorio, como lo es el propio ser humano. Para aproximarme a las sensaciones que transmite, diría que su mensaje es expresionista, veo en él El grito; mientras que el de Buzzati lo veo como surrealista y claramente emparentado con la obra de Giorgio de Chirico. En principio, parece clara la influencia de Kafka sobre Buzzati, como sobre tantos otros, porque ambos juegan con elementos que se escapan a la realidad, pero al margen de esa conexión primaria, yo creo que la lectura de uno no recuerda en nada a la del otro.
También me ha sorprendido, Poverello, el paralelismo que ves entre les actitudes de Drogo y de Hans Castorp, y no porque no tenga sentido, que lo tiene, sino por lo distante que encuentro la manera en que transcurre el tiempo en El desierto de los tártaros, y en La montaña mágica. El paso de los años es, para Drogo, fruto de un proceso irreal ocurrido entre sueños, mientras que, para Castorp, por fugaz que pueda parecer, es fruto de un realismo abrumador e inexorable. Por muy mágica que pueda ser la montaña, Mann deja muy poco campo a la ensoñación, tal como la entiende Buzzati. Saludos, otra vez.

@Poverello hace 10 años

Pocos peros, sedacala, y bastante de acuerdo con lo que dices en lo que conozco (de Chirico no puedo hablar). Tal y como comento la clara sintonía con muchos de los planteamientos e ideas de Kafka son en el plano teórico, en estilo se parece bastante poco, pero lo que sí me parece evidente es también es el tema conceptual en ambos, y no de manera primaria, sino muy clara, partiendo de determinada forma de entender el devenir del ser humano, sus miedos, angustias y desesperación. Quizá porque a mí Kafka no me parece desapasionado ni objetivo, digamos, sino muy marcado por su historia personal y que lanza como bombas de racimo en muchos de sus textos. Tu ejemplo de El grito es así: veo el cuadro y desde luego no le falta pasión ni visceralidad, solo que Kafka en su propio estilo, seco y desesperanzado da sensación desde un inicio de que todo va a acabar fatal, algo que no sucede con esta novela de Buzzati.

Lo de la diferencia en el paso del tiempo lo veo en parte. Tienes razón, pero no creo que la actitud de Castorp sea distinta respecto a su sensación en el sanatorio, sólo que Mann nos cuenta de pé a pá casi a tiempo real lo que le va sucediendo (su novela tiene 1000 páginas) y Buzzati da por hecho el tedio y lo inexorable del tiempo (la del italiano son apenas 150). Los sueños son esos lapsos interminables en los que todo se repite como en un eterno retorno.

Saludos también.

@nikkus2008 hace 10 años

Hola a todos, a ver, la influencia o mejor dicho, la similitud de Kafka con Buzzati (o de Buzzati con Kafka) es principalmente en cuanto a la postergación de los hechos; el paso del tiempo y la imposibilidad de acceder a lo que muchos seres son capaces de acceder: SU DESTINO, SU PROPOSITO (recordemos y comparemos- estilos aparte- esta novela con el relato "Ante la ley" perteneciente a "El proceso" de Kafka, donde en ambos casos, una espera estéril y angustiante se desarrolla en la vida sin sentido de dos hombres); es decir, que más allá de estilos y de las muchas diferencias que pudiera haber entre ambos escritores, esta obra en particular y la global idea de Kafka, en eso, son muy parecidos. No concreción de nuestro destino, postergado casi como maliciosamente por un hado terrible y caprichoso y cruel, la espera, como una esperanza irónica, sádica, y vacía, y que mientras se "espera" el propósito, justificaría dicha espera, pero al correr inexorable del tiempo, y al decaer dicha esperanza, o la fé en ella, y en nuestro destino o nuestras ilusiones, decía, al perderse en la madeja fatal del fluir constante del tiempo, el dolor se apodera del hombre, dolor y estupefacción, y luego, debilidad y desinterés.

Eso, terrible esa pérdida; terrible ese vacío, terrible ese descubrimiento, el de la completa pérdida de tiempo, esperando, como Drogo a los Tártaros, en aquel desierto amarillo, arenoso y solitario y silencioso, con un trabajo esquemático, y uno, en este otro, el desierto de cemento, y luces de colores, y estridencias y pasatiempos y que engalanan y cubren en principio, esa espera ansiada, ese verde oasis con aguas frescas donde ahogar la tristeza y justificar, entonces, toda la puta pérdida de tiempo y la esperanza invertida...