PROHIBIDO BAILAR por Poverello

Portada de MERIDIANO DE SANGRE

Juro solemnemente sobre la biblia que acompaña -junto a su cuaderno del bien y del mal- el mezquino caminar del juez Holden que, tan siquiera a punta de pistola, recomendaré este libro de una precisión quirúrgica exquisita ni al mismo Satán que se presente, aunque con toda probabilidad compartiera ganas y deshonras Mefistófeles con semejante individuo de medida maldad.

McCarthy no se guarda un as en la manga y ya lo avisa desde el título, de forma mucho más precisa en lo que contacta con el sentido profundo y demencial de la obra en el original inglés: the Evening Redness in the West (Atardecer enrojecido en el Oeste). Porque de eso trata en última instancia esta novela de ingrata digestión y por momentos espesa lectura, de la hermosura infinita que rodea al ser humano en su deambular por el mundo y como la irrupción en dichos parajes del ser supuestamente más inteligente sobre la tierra bestializa y desangra todo lo que toca a imagen del caballo de Atila. Y lo hace por mero placer, por inconsciencia, por antropocentrismo, pues ni en un sólo párrafo o frasecita minúscula de “Meridiano de sangre” se hace la más mínima mención a la venganza, a la necesidad, a la supervivencia... No hay excusas para la brutalidad y no hay motivos para buscar una. Lo explica con pasmosa indiferencia el endiosado/endemoniado juez protagonista: “La ley moral es un invento del género humano para privar de sus derechos al poderoso en favor del débil”. Profética visión de una sociedad enferma que, en sentido inverso a lo que hicieran Thoreau, Tolstoi o Gandhi, recurre a la usurpación de todo y a la denostación de la alteridad.

Alguna importancia habría que concederle al hecho de que la novela parta de un suceso histórico: la contratación de un grupo de asesinos a sueldo, la banda de Glanton, por parte del gobernador de Chihuahua a mediados del siglo XIX con el único fin de masacrar a los indios, pues supone sin duda conceder más ingrata credibilidad al asunto ignominioso de la justificación de la violencia gratuita, pero un asunto curioso y en absoluto banal es que el alterego del juez y personaje del que parte la obra jamás es nombrado en sus más de 300 páginas. Es “el chaval”, un chico, un muchacho, en un viaje iniciático y que, oportunamente invitado en medio del caos, se adapta a lo que le rodea como un parásito con tal de sobrevivir, de igual modo que estamos invitados a hacerlo cada uno de nosotros, poniendo con inasumida complicidad sobre cada línea nuestro nombre de pila. Todo, con la abstrusa opinión de que fuera posible sobrevivir a la maldad sin alejarse de ella.

Y claro, más allá de lo que puedan recordar el argumento y el uso despreciativo de la violencia a los filmes maestros de Sam Peckinpah (muy especialmente su conocida película rompedora de mitos “Grupo salvaje”) y a pesar de que en buena parte de la obra las frases son cortas y austeras lo que, junto a la característica del autor de no definir los diálogos a base de guiones o comillas, hace ágil su lectura, McCarthy no hace migas con nadie con tal de ser minucioso y puntilloso hasta lo agónico en los dos extremos opuestos que desea mostrar con pelos y señales, lo que ha de suponer sin duda alguna un lastre para según qué tipo de lector que se adentre en sus páginas con exceso de docilidad u optimismo. No estriba la concreta dificultad en la metódica descripción de las matanzas y los asesinatos, que con un uso martilleante de oraciones coordinadas y sin renunciar a esparcir sesos, entrañas y miembros amputados crea párrafos de una visceralidad y un desasosiego espeluznantes, sino más notoriamente en el necesario contrapunto de la balanza deteniéndose con una precisión exquisita al comienzo de cada escena en el entorno vital y de hermosura insondable que será transformado en desastre con absoluta inmediatez por el pie del “hombre blanco”. Tampoco ha de resultar banal la falta de aprecio y soberana decrepitud con la que McCarthy describe las ciudades por las que pasa el grupo de Glanton liderados por Holden en claro contrapunto con la sutilidad amorosa con la que aborda los paisajes a los que antes hacíamos alusión.

En fin, que no se la recomiendo a nadie, aunque me pueda parecer imprescindible, como lo es para el juez que sólo quien haya visto la sangre de la guerra y haya vivido en el hoyo pueda bailar como poseído por el diablo después de cometer la más atroz de las tropelías. Por mi parte no sé bailar, y menos ganas me quedaron.

Escrita hace 10 años · 5 puntos con 9 votos · @Poverello le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 10 años

... Y poverello sale de las sombras para regalarnos una estupenda reseña, un punto demoníaca (a ratos me recuerda al Joker preguntando ¿has bailado alguna vez con el diablo a la luz de la luna?)

30 años va a cumplir ya Meridiano de sangre, un título impecable para una novela no menos impecable. Fue mi primera novela de McCarthy y es de la que no se olvidan. El "chico" que mencionas es un puente con los protagonistas de la trilogía de la frontera (parece que el punto de vista más desprejuiciado, más fresco, es siempre el de alguien muy joven; lástima que aquí tenga que ver tantas cosas horribles) El juez Holden es fruto del imaginario estadounidense, sobre todo en el cine (El juez de la horca enamorado de Lilly Langtry, el predicador que encabeza la partida armada en Centaruros del desierto, el siniestro personaje de La noche del cazador...) pero alcanza aquí un desarrollo intelectual notable, mucho más allá del arquetipo (y es lástima que haya influido tanto en productos de interés mucho más limitado, ya lindando con el estereotipo) Notable es igualmente la descripción de México, tierra tan querida por este autor que tan bien conoce el español y a los habitantes del sur de la frontera, retratada aquí, como en otras novelas suyas, como una onírica mezcla de Edén y de Infierno, llena de aristas.

A los diálogos de McCarthy, tan despojados, tan trabajados, hay que acostumbrarse por su peculiar formato, que indicas, como a la sintaxis de Saramago, pero tienen su lógica interna y no se trata de una simple marca registrada.

Desde luego, es de ingrata digestión, pero merece la pena leerse (y hasta releerse)

Un pero muy pequeño: el epílogo que condensa en unas páginas la trayectoria posterior del chico, un tanto decepcionante a la luz de lo narrado previamente.

@_567_ hace 10 años

El estilo que utiliza McCarthy con los diálogos –también podría aplicarse a Saramago, buen apunte Faulk- hace que sus novelas sean de una densidad no apta para cierto tipo de lector que bien podría encontrar sus libros difíciles de leer o en todo caso avanzar trastabillando entre sus páginas; pero a mí esa mezcla entre el estilo tan claustrofóbico de su prosa –disección interior de los personajes- con los espacios abiertos donde casi siempre se desarrolla la acción me resulta arrebatadora. También utiliza otro recurso, no sé si aquí también, presente tanto en “El guardián del vergel” como en “Suttree” donde mediante párrafos en CURSIVA se nos introduce todavía más en los recodos más íntimos de los personajes. Por curiosidad, ¿Hay pasajes en cursiva en Meridiano de sangre?...
Vaya, que no sé cuándo leeré mi próximo McCarthy, este autor es de esos que te dejan exhausto al cerrar la novela, pero bien podría ser este.
Buen baile de letras te has marcado en esta reseña, Poverello.-

(Todas las críticas que he leído sobre ese guión novelado que es “El consejero”, fiables por mi parte, coinciden en vapulear al bueno de Cormac y la venta de su talento al star system made in Hollywood; así que seguiremos atentamente su evolución en esta página. A mí ya me daba mala espina, la novela y la peli también, así que… paso).

@Poverello hace 10 años

Razón total con lo del epílogo, Faulk, que me dejó frío y perdido. Y también con la clara analogía entre el joven de Meridiano y el Grady de Todos los hermosos caballos de la primera parte de la trilogía y al que hacía alusión somera con el apunte de el viaje iniciático. Difícil tocar todos los palos de este sarao en una reseña de mediana extensión.

Buen apunte la referencia al convicto de La noche del cazador, con el que mucho perfil psicológico comparte Holden.

Respecto al tema de los diálogos que tanto tú como Krust apuntáis está claro que tienen un sentido concreto dentro del estilo de McCarthy y no mera novedad. Crean un clima a lo largo de la novela y me gustan más que en Saramago, incluidos entre comillas en mitad de los párrafos y que densifican la lectura mucho más, aunque todo sea dicho he leído de él sólo dos novelas con desigual suerte.

Como en la otra obra que leí de McCarthy, Krust, los textos en cursiva se concretan en aquellas partes en las que los personajes hablan en español además del extraño y disperso epílogo que nada tiene que ver con el sentir interno de los mismos. En realidad, el recurso del fluir del pensamiento, por el que quizá se le asociara en los inicios con Faulkner como haces referencia al comentar El guardián del vergel, no aparece de manera directa en ninguna de las dos novelas que he leído de él.

La peli tampoco me llama la atención; seguiré con McCarthy novelista, probablemente con la citada del guardián, que ya me apeteció al leer tu reseña, Krust.

Abrazos a ambos.

@_567_ hace 10 años

Efectivamente, es en ese breve y críptico epílogo donde me encuentro esa CURSIVA que comentábamos ahí arriba, verás que encontrarás ese recurso literario –todavía con más presencia- si decides leer otras obras de McCarthy, yo creo que es una especie de liturgia o reflexión interior donde el autor se fusiona con la esencia misma de sus personajes…
En cuanto a “Meridiano de sangre” poco que añadir a tu estupenda reseña, me ha parecido una absoluta OBRA MAESTRA, tengo pensado leer todo lo de este tío (desdiciéndome de lo anteriormente dicho, ahora ya no descarto ni al consejero) y aunque dudo seriamente que descubra algo mejor que esta novela… nunca se sabe. “Suttree” queda relegada al 2º puesto…

Nos vemos en el próximo desierto, camarada.-

@arspr hace 10 años

Uff...

Pues psche, psche. Pero reconozco que no he entrado en el libro. Se me ha quedado impermeable, totalmente ajeno, como en cierta manera estar leyendo las páginas amarillas en cuanto a tensión narrativa e identificación con lo narrado (y con lo insinuado). Y por tanto tampoco puedo opinar demasiado a riesgo de ser muy injusto. La última vez que me pasó algo similar fue con "Siete casas en Francia" de Bernardo Atxaga.

Desde luego el libro es distinto, eso hay que reconocérselo, pero el pseudo misticismo que le acompaña pues como que no. Es decir, y puede que me confunda de todas todas puesto que ya digo que no he acabado de penetrar en su lectura (o de ser penetrado por ella), pero el juez, personaje central me ha resultado OBVIO, y en cambio "el chaval" se me ha quedado corto y si acaso era quien más me interesaba junto con Glanton que también se me ha quedado en la periferia de lo esperado.

Otra vez será, y comprendo absolutamente los recelos de Poverello a recomendarlo. Incluso aunque me hubiera gustado me ocurriría lo mismo.

(Igualmente no sé cómo será la traducción, pero la lectura original es jodida, jodida. ¡Dios mío que cantidad de vocabulario tiene el autor!. Eso sí me ha resultado extrañísimo el uso del español que hace frecuentemente donde de repente hay y deja de haber tildes sin ton ni son, y a un hispanohablante probablemente le suenen como faltas erráticas de ortografía).

@Poverello hace 10 años

Pues alegrarme me queda de no haber sido yo quien te lo haya recomendado, arspr.

Evidentemente no puedo estar más en desacuerdo, según se desprende de la propia reseña, con tu percepción de la novela más allá de la evidente dificultad de su lectura por determinados aspectos a los que hago referencia. Lo de comparar la tensión que desprenden sus páginas con la lectura de las páginas amarillas, aunque sea 'en cierta manera', me resulta, en cierta manera excesivo. Ni veo el seudomisticismo, sino más bien su uso sesgado para justificar los propios principios (muy bien justificados, todo sea dicho) y desde luego ni la figura de Holden ni la del chaval me han ni parecido obvias ni discretas. Esta novelita es de hace cerca de 30 años, lo que se dice muy pronto, pero en términos literarios a veces es un mundo, y el juez es uno de los personajes de más difícil digestión (lo mismo osaría decir de la obra) con los que me he topado, porque es demasiado listo y cruelmente inteligente, y los malvados no suelen presentarse de forma habitual de tal modo. Lo decía el personaje interpretado por Renoir en "La regla del juego" (los directores suelen reservarse las mejores frases, claro): "todo el mundo tiene sus razones", lo que sucede es que no todo el mundo es capaz de hacerlas razonables a pesar de su delirio.

Lo de la traducción pues no sabría decirte: una vez pasado al idioma de Cervantes las tildes están colocadas perfectamente, y si lo has leído de un texto "legal" me sorprende el hecho más allá de las posibles limitaciones de un teclado inglés.

Todo sea dicho: sigo sin recomendarla, ji.

@arspr hace 10 años

@Poverello: No me he expresado bien... Soy totalmente consciente de que el problema ha estado en mí, no en el libro. Es decir, hay libros que no me gustan, o que me parecen malos, o que me aburren, o lo que sea y lo digo sin más. Pero de vez en cuando, muy de vez en cuando, me pasa como con este, que es como si no lo estuviese leyendo, a pesar de que paso página tras página. Como decía, impermeable es la definición adecuada.

Por eso mi analogía "como leer las páginas amarillas", no en el sentido de que el libro me haya parecido en sí aburrido e insulso, sino de que simplemente no hemos congeniado. Como intentar coger identificación, empatía, como quieras llamarlo, con la lectura de tu IRPF. Por eso decía que prefería no opinar mucho y por eso mis apreciaciones sobre su contenido y personajes hay que cogerlas con pinzas, pues no sé si realmente estoy opinando sobre el 1% del libro al habérseme quedado oculto el 99% restante.

Respecto de la edición: full legal. Y no es cuestión de mala edición, (creo), puesto que, (inventando), si "cárcel" aparece con tilde pues siempre lo hace, aunque "prision" no lo haga. No sé si aposta por algún motivo que desconozco, o por desconocimiento del autor, (aunque lo dudo mucho dado el nivelazo que se marca en su propia lengua), en las múltiples frases en español, (dada la ubicación de la novela perfectamente normales junto a también Spanglish), aparecen muchas "erratas" de este tipo.

Pero es que en sí la redacción es un poco especial. Por ejemplo diálogos sin comillas siempre, es decir, sin separación expresa de los mismos respecto de la narración, o seguir manteniendo el esquema inglés de solo "?" sin uso de "¿" aplicado a los diálogos en español/mexicano.

Pero vamos, que lo del (¿mal?)uso del español es simplemente anecdótico. Mi "mala" relación, (o mejor dicho mi "ausencia" de relación), con el libro ha sido totalmente ajena a este hecho.

@Poverello hace 10 años

Okey, arspr. Lo del IRPF me ha tronchado aún más. Nunca he sido capaz de leer ni una hoja.

Lo de los diálogos, ya comentábamos más arriba, sí que es un poco especial aunque responda a determinado estilo.

Abrazos.

@nikkus2008 hace 9 años

Terminada la novela de McCarthy; me pareció estupenda, muy pero muy particular y distintiva la manera de narrar de este hombre; sin dudas es el libro más violento que leí en mi vida, y dudo que exista otro igual en este aspecto; porque la violencia que emana de esta historia, es aterradora porque seguramente, poco más, poco menos, ha sido tristemente real. Desde ya, y los que me conocen sabrán que no es, creo, de mala persona lo que voy a decir, me dolió infinitamente mucho más las muertes absurdas y gratuitas contra los animales (de todo tipo) que contra las personas; el mundo violento que nos representa el autor, lo dirigen los hombres, fuertes contra débiles, o astutos contra imbéciles; tanta muerte a veces me hacía parar la lectura...litros de sangre, y huesos blanqueados, de hombres, niños, enfermos, animales, muertos en el desierto, sin nadie como testigo de su agonía (Dios no mira nada, ni antes ni ahora ni nunca); eso es triste..pero que una muerte violenta. Siempre creí que un ser que agoniza, que es consciente de ello, solo, como en estos casos, es peor que una muerte terrible. Y los pobres animales jugaron, sin saber, siempre, desde el principio de los tiempos, un papel de colaboradores de las guerras perpetradas por los hombres, donde ellos, y solo ellos "ganan" o "pierden" algo...
La prosa poética, me pareció deslumbrante, muy seca, y mágica, y áspera, como las mismas arenas del desierto, y frías, como las nieves y las estrellas...
Gran libro, en fin...seguiré con algo más de él. Creo que voy por "Todos los hermosos caballos" y con "Sartoris" y ¿¿¿alguien me recomienda, junto a estos dos, algo para amenizar la violencia???

@Faulkneriano hace 9 años

Para, para, que Sartoris es de Faulkner: Suttree.

Todos los hermosos caballos no es, desde luego, una mala elección.

@nikkus2008 hace 9 años

Claro que Sartoris es de Faulkner, lo sé, pero tenía ganas de los dos juntos, no creí que hiciera falta la aclaración; ya que los tengo en el dispositivo de tinta electrónica y justo los estaba hojeando, para ver por cuáles me decidía...Sartoris o Los invistos, y Todos los hermosos caballos, y algún otro, para no aburrirme: ¿algo más bien de lectura agradable, algo gracioso o o mejor todavía, luminoso, esperanzador, para contrastar con estas dos lecturas? gracias amigos!

@nikkus2008 hace 9 años

Los invictos no Los invistos (que como neologismo sería igual a Los No Vistos, jajaja, chiste idiota, otro más), perdón, me pesa por escribir más rápido de lo que me da el cerebro...

@Faulkneriano hace 9 años

Aclarado, Nikkus: los lunes ando un poco espeso.

@Poverello hace 9 años

Uno no sabe apreciar las nuevas tecnologías hasta que las pierde. Llevo sin conexión a Internet en casa desde hace más de cinco días gracias a los vástagos de meretriz de Orange y su hecatómbico servicio técnico (disculpad el neologismo, otro más a añadir al de nikkus), así que ando a salto de mata donde y como puedo.

Y ya que he evacuado largamente mis intestinos sobre las bondades inherentes de las compañías telefónicas y dado a conocer al gran público su interés particular por las necesidades de los clientes comento algo a salto de mata.

McCarthy como bien comentas, nikkus, muy esperanzador no es, ni con Todos los hermosos caballos aunque 2/3 de su lectura sea una novela relativamente dúctil de leer habida cuenta de lo cáustico del norteamericano. No te recomiendo ahora entonces, hermano argentino, La oscuridad exterior, la segunda que más me ha gustado después de Meridiano de sangre de lo que he leído de él.

Gracioso y luminoso es Firmin, de Sam Savage, que además se lee en un tris. Y La conjura de los necios, que no has leído y aunque suele tener feroces intercambios de pareceres al menos te tronchas con el impresentable de Ignatius.

Yo a la espera ando de poder meterle mano a Suttree y No es país para viejos. Aparte del incombustible Faulkner, claro.

Pues nada, me despido espero que hasta pronto, sniff... Y ya me pondré al día con las reseñas, que la de Fausto y mi estimado Marlowe tiene una pinta excelente.

Esto es todo, amigos (parezco Porky).