INCLASIFICABLE por Faulkneriano

Portada de TEORÍA DE LA CLASE OCIOSA

Vagabundeando a través de las universidades norteamericanas, en las que nunca llegó a descollar, quizá por su ajetreada vida sentimental y su falta de honorabilidad al uso, Veblen escribió en 1899 este libro extraño, inclasificable, propio de alguien que pasa ampliamente de las disciplinas académicas. En efecto, el libro no es un tratado de economía, ni de antropología, ni de etnografía, ni de sociología, o quizá de todo ello; es, desde luego, un ensayo, pero a ratos se lee como una sátira propia de Swift, otros como un ominoso cuadro de costumbres y otros como una verdadera novela de terror, sobre todo teniendo en cuenta los tiempos que corren.

La tesis del libro es que la clase ociosa, surgida de una aristocracia arcaica basada en la proeza y en la afirmación violenta, mantiene su particular status, al margen del sistema industrial del que se beneficia, de una manera peculiar: la exhibición ostensible del ocio y el consumo ostensible, lo más cerca que pueda del derroche. A partir de ahí la película que se monta Veblen es impresionante.

Todo cabe en esta exhibición desprejuiciada de ingenio, en esta mirada incisiva sobre el fin de siglo: el papel de la iglesia, la importancia del bastón, los tacones, el corsé o el traje de etiqueta, el papel de los deportes, la supremacía de los saberes inútiles en las universidades frecuentadas por la clase ociosa, la peculiar semejanza que establece entre ésta y los delincuentes de clase baja (sic), el ocio y consumo vicarios de la mujer del capitán de industria, la importancia de la librea, la obsesión por el césped, por qué las obras y fundaciones filantrópicas tienen fachadas tan impresionantes, la necesidad de las modas y por qué los negros del Sur se imaginan el más allá lleno del brillo del oro. Todo ello, por improbable que pueda parecer, se relaciona con la estructura y las instituciones económicas y encuentra una justificación teórica, si el lector tiene el valor de afrontar unas páginas llenas de paradojas, de ideas tan deslumbrantes como novedosas, de conceptos a primera vista arbitrarios y hasta surreales. Veblen es un prestigiditador de las ciencias sociales: juro que estuve con la boca abierta los tres días que me llevó leer este libro, subrayando y anotando, cosa que no hago casi nunca, incapaz de adivinar a qué nuevo salto conceptual (comparaciones odiosas, consumo vicario, emulación pecuniaria et altri) me llevaría el hijo de noruegos. En mi vida he visto nada tan audaz.

No hace falta decir que este libro, a la luz de la actual situación económica actual, toma unos tintes inevitablemente siniestros.

Escrita hace 11 años · 5 puntos con 7 votos · @Faulkneriano le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Poverello hace 11 años

Otro a la saca. Y está en la biblioteca, fíjate tú.

Concisa y precisa reseña, Faulkneriano, y no es fácil aunar ambos términos.

@_567_ hace 11 años

El discreto encanto de la clase ociosa que diría Buñuel. Ni idea de este tío como puedes imaginar, aunque al menos ahora ya me sonará el nombre, pero vendes tan bien ese ramillete de temas argumentales que aparecen en el ensayo que igual me da por descubrirlo algún día por ahí perdido en la V de la biblioteca. Esa clase ociosa y el lumpen de los delincuentes de clase baja tienen más asociaciones de las que en un principio nos podamos imaginar, a la portada del libro me remito, ¿o no podría pasar esa linda parejita de principios de siglo XX como los papis o abueletes de unos futuros Bonnie & Clyde, cuando se les acabara el mamoneo de la burguesía o los azotara fuerte aquella crisis de principios de siglo XX que les bajó del ocioso pedestal en el cual vivían atolondrados en su plácido confort y tuvieran que reinventarse para sobrevivir a los tiempos que entonces corrían?
Audaz, procaz… fugaz, el XIX dio paso al XX, y este al XXI, aquellos que más o menos vamos a vivir a caballo entre dos siglos, en teoría y en la práctica, supongo que haremos balance al final de lo mejor y lo peor de cada uno de ellos.

Salut!

@Faulkneriano hace 11 años

Anda, es verdad, parecen Bonnie and Clyde. Los delincuentes y los miembros de la clase ociosa se parecen en muchas cosas: están al margen del trabajo productivo, conceden importancia a la proeza, son interesadamente devotos, se muestran supersticiosos, dan valor a la suerte y, al menos en esta época, son los únicos grupos que portan regularmente bastón, entre otras cosas.

Faltaban 30 años justos para el crack del 29.

@Tharl hace 11 años

Vaya, Faulkneriano, me alegro mucho de que hayas decidido reseñar este título con tanta concisión y entusiasmo. Cuando vi que lo añadías a tus lecturas me apunte mentalmente preguntarte sobre él cuando lo terminaras.
He conocido a Veblen este año, a través del ensayo “La Fábula del Bazar: Orígenes de la cultura del consumo” en el que lo tratan de refilón (se centra más en Simmel, Walter Benjamin, Mauss, Bataille, Ortega y Gasset y Gómez de la Serna). Por lo que ahí comentan y por lo que veo en tu reseña, LA TEORÍA DE LA CLASE OCIOSA tiene, muy, muy buena pinta. Va inmediatamente a mi whistlist, aunque empiezo a estar saturado del tema, jaja.

Consideramos el consumo conspicuo como un fenómeno de la segunda mitad del siglo XX, y así ocurre con el consumo de masas, pero no hay que olvidar que antes de ello comenzó en la aburrida burguesía, antecedente, modelo y causa del consumo de masas. Las exposiciones universales, los escaparates con precios, las prostitutas, el basurero, el flaneur, Baudelaire, el fin de siécle, la rapidez de la moda en todos sus aspectos (incluido de pensamiento), el modernismo y las vanguardias, el cine alemán de la UFA, etc. tienen mucho que aportar al respecto y se les puede sacar mucho jugo. Amén de la evolución de todos los objetos de consumo y de la moda que comentas.
En cuanto a la tesis de Veblen, intuyo como fondo del argumento, al igual que en Simmel, la lucha de clases (o castas, como diría él), ¿no? Me pregunto hasta qué punto esta tesis sigue siendo válida o la sustituye (o se la añade), una dimensión más individualista, no tanto centrada en (o, centrada además de) el status como en la identidad personal.

Simmel tiene un ensayo titulado LA FILOSOFÍA DE LA MODA y escrito en 1904 (solo 5 años más tarde que Veblen y no sé si se conocían) que trata temas y aspectos muy similares a los que parece manejar Veblen, y creo -estoy bastante seguro- que de una forma igual de ecléctica. No lo he leído, pero solo con que sea la mitad de brillante que LA FILOSOFÍA DEL DINERO, me atrevo a recomendarlo sin duda. Espero, eso sí, que no sea tan denso.
Es una lástima que autores tan brillantes y con tanto que aportar, por su rechazo a encasillarse en categorías limitadas y en disciplinas encorsetadas, por querer ir más allá, hayan sido y sigan siendo marginados. Con la situación que vivimos, viene bien dedicarles una atenta mirada.

Muy interesantes también los comentarios sobre la similitud de la clase ociosa y los delincuentes.

Abrazos!

@Faulkneriano hace 11 años

Tharl, sin duda tú sabes más que yo de esto. Mi reseña quería simplemente llamar la atención acerca de un escritor que tiene poco de académico y, pese a ser un ensayo, puede llamar la atención de muchos lectores no especializados.

Simmel, por lo que sé, es sociólogo, pero Veblen, que es economista de formación, incursiona en terrenos desconocidos que estaban en buena medida por explorar. El libro es muy descriptivo y no parece tener muy en cuenta las teorías marxistas, aunque es obvio que las conoce. Su análisis de las instituciones económicas tiene más que ver con el manejo intuitivo de distintos estadios productivos, del depredador al industrial, aparejados a formas de organización social descritas muy someramente, y con la persistencia de ciertos atavismos que se observan en la sociedad moderna y explican diferentes reacciones ante los hechos económicos.

Tomo nota de Simmel. Tampoco me importaría volver sobre Durkheim, que me gusta mucho, y otros autores a caballo entre los dos siglos, como Max Weber. Soy historiador de formación, pero siempre me han gustado las mal llamadas "ciencias sociales", a veces mucho más sugestivas que la historia más positivista.

Y el consumo conspicuo debe ser casi tan antiguo como la lluvia.

@Poverello hace 11 años

Desde mi alma franciscana me veo compulsivamente a decir respecto al consumo conspicuo que el pirmer Neandertal que decidió matar de una vez más animales de los que necesitaba para comer comenzó a llevarlo a cabo.

Durkheim y Weber son los sociólogos de los que más estudié en su día y algún libro del primero cayó. Respecto a Simmel y su más que cierta influencia soy un total ignorante y sólo recuerdo el nombre. Mea culpa.

@Faulkneriano hace 11 años

¿Alguien tiene gato? Fijaos lo que dice Veblen de los gatos. No son excesivamente útiles para el consumo ostensible, porque no suelen ser muy caros ni exclusivos (aunque los hay) ni tampoco para reforzar el status de su poseedor, porque son independientes y nada obedientes ni reverentes (caso de los perros) Son mejores los caballos de carreras, claro.

@Poverello hace 11 años

Me alegro de que Veblen vea así a los inefables mininos, será por ambos motivos que tengo dos felinos encontrados en sendos contenedores de basura. Son un encanto nada ostensible, aunque no sé si opinarás lo mismo del 'tuyo', Faulkneriano.

Un motivo más para leerle.

@Tharl hace 11 años

Me da reparo hablar de este tema porque últimamente me siento lo suficientemente metido en él para sostener una idea precisa, pero también soy consciente de mis escasas lecturas al respecto (seguramente bastantes menos que las vuestras) como para sentirme seguro -en caso de que eso sea posible- en mis afirmaciones. Asique no me toméis demasiado en serio.
Según tengo entendido, los autores de que hablamos y que a modo de bisagra entre el siglo XIX y XX trataron el tema del consumo conspicuo como fenómeno sociocultural y no como mero intercambio económico (conductistas o microeconomistas), se tuvieron que enfrentar al discurso dominante del momento (preferidor racional, progreso, produccionismo, etc.), lo que les obligó a emplear como método el uso de metáforas, literatura, y llamadas de atención a los fenómenos e imágenes de la vida cotidiana de su tiempo. Eso que les marginó en su momento, y les hace sumamente interesantes hoy en día (aunque no se les reconozca lo suficiente), pues en parte construyeron las categorías desde las que interpretar y dar sentido a la sociedad actual. Esto no es aplicable ni a Marx, ni a Durkheim, ni a Weber; a Simmel yo diría que a medias (por lo que tengo entendido más en sus estudios sobre la moda que sobre el dinero), pero por lo que he leído se puede aplicar bien a Veblen (y Mauss, Benjamin, etc.). Corrígeme, Faulkneriano, si me equivoco. Lo que quiero decir, es que todos los que a inicios el XX trataron el consumo como fenómeno sociocultural se adentraban en terrenos desconocidos por fuerza.

Mi asociación de Veblen con la lucha de clases y la teoría marxista, imagino que ha sido una sobreinterpretación a partir de lo que leí sobre él. En un momento creo que dice que el consumo tiene como función reproducir el orden y jerarquía de las clases mediante su representación en signos vitales. El resto imagino que lo sobreentendí yo. Por eso no me gusta hablar de autores u obras SOBRE las que he leído, pero no leído.

El consumo, como decís, debe remontarse, sino al primer Neanderthal (:P), sí a la primera sociedad con excedentes. Lo que no significa que fuese conspicuo… Aun así, entendido como hecho social total a raíz del cual se estructura la sociedad, o sea, tal y como hoy lo vivimos, y que es a lo que me refería antes, empieza a gestarse a fines del XIX, permanece a principios del XX y se abre a las masas en la segunda mitad del siglo pasado. La compra y/o el gasto son tan antiguos como la civilización, pero hoy en día, no se puede resumir el consumo a ello como pretende la psicología cognitivo-conductual (positivista) o la microeconomía.
Supongo que, como todo fenómeno psicológico o social, tiene una larga evolución, lo que no significa que se pueda equiparar un momento con otro. Eso de que no hay nada nuevo bajo el sol…

A mí también me gusta mucho la sociología, y cada vez más. Weber, de quien solo leí EL ESPÍRITU CAPITALISTA Y… me gusta mucho. Simmel también me gustó, pero me parece mucho más denso. Avisado estáis si alguien lo lee, que no quiero rencores :P. Bourdieu (solo leí sobre él, nada suyo), también me atrae enormemente.


Me encantó lo que dice Veblen de los gatos, jaja. Siempre me han gustado más los perros. Supongo que eso dice poco a mi favor, en mi defensa diré que nunca he tenido perro, sino loros y conejos (y ratones una vez). Prefiero no saber qué diría Veblen de eso (XD). Quedándome en los loros, imagino que soy un pirata con ansias de obediencia y reverencia. Supongo que eso me acerca más al capitán malvado que al pirata de Espronceda, snif.

Lo dicho, Veblen queda en mi whistlist.

@nikkus2008 hace 11 años

Lo tengo a unos treinta centímetros de la cabecera de la cama, durmiendo junto a swedemborg, kubin, y otros, recomendado
Por borges por supuesto. Le tenía confianza, y con la reseña de faulk, ya lo tendré mucho más en cuenta.

@Faulkneriano hace 11 años

No recordaba la opinión de Borges, nikkus. En el prólogo a la obra de Veblen don Jorge Luis escribe:

"Veblen pensó y compuso este libro en los Estados Unidos. Entre nosotros, el fenómeno de la clase ociosa es más grave. Salvo los pobres de solemnidad, todo argentino finge pertenecer a esa clase. De chico, he conocido familias que durante los meses calurosos vivían escondidas en su casa, para que la gente creyera que veraneaban en una hipotética estancia o en la ciudad de Montevideo”.

@nikkus2008 hace 11 años

Jaja, exacto, eso mismo y más esta escrito en el prólogo del libro de su misma colección, me refiero a esa hermosa llamada "Biblioteca personal". Creo, sin embargo, que en todo el mundo será más o menos igual. Creo, que es mas una condición, una manía del género humano que el defecto de un pueblo específico.