SOY UN ROMÁNTICO por Poverello

Portada de RESURRECCIÓN

Tres formas tiene el ser humano de asumir el error y afrontar el consiguiente e involuntario sentimiento de culpa: la primera llorar en una esquina (lo más idóneo en posición fetal); la segunda echarle la culpa a otro, de ser posible a la propia víctima (clásica teoría del chivo expiatorio); la tercera, mas la única que revierte vida, resucitar.

De la inicial y errática humana condición y de esta última realidad, nada fehaciente y aun menos concreta, nos habla Tolstói a lo largo de su extraña obra “Resurrección”. El maestro ruso sí la reconoce como fehaciente y concreta, porque la intuye y transmite como sinónimo de lo que significa y simboliza: 'salvación', en un sentido nada esotérico ni escatológico, sino en aquel que proviene de la máxima que va descubriendo Nejliúdov según avanza su enconada lucha por la justicia y la dignidad de los denostados, cuando empuñando su bastón de plata en medio del dolor mujik se atreve a pronunciar tras una de esas situaciones límite que nos hace descubrir la forma que en realidad somos: “es imposible tratar a los hombres sin amor”. La resurrección, la salvación, el cambio sólo pueden ser reales y auténticos a través del amor; en palabras del propio escritor: “no hay más que una manera de ser feliz: vivir para los demás.”

Leon Tolstói, conde y evidente aristócrata de cuna, que terminó “Resurrección” apenas a 10 años vista de dejar este mundo, ya abandonó el mundanal ruido 30 años antes siguiendo los pasos de su admirado Thoreau y abriendo camino al ashram (comunidad de vida) de Gandhi con quien mantuvo correspondencia en los años finales de su vida; se retiró al campo, a su querida finca 'Yasnaia Poliana', reconociéndose no del todo coherente, pero harto, quemado y hastiado de la sociedad burguesa y acomodada, tan religiosamente ortodoxa e incoherente en lo peor, tan injusta y autocomplaciente a la que soportaba cada vez menos. Evidente fruto de este monumental cabreo espiritual y social es la obra que nos ocupa, su última novela, y tras la cual se negó rotundamente a escribir. De lo profundo de esta visceralidad suele surgir en la persona tanto lo sublime como lo corriente y de ambos extremos no se libra “Resurrección”.

Tolstói, a raíz de un episodio sencillo: la toma de conciencia y el sentimiento de culpa de un aristócrata por el daño y el mal que ha ocasionado de por vida a una joven que ha tocado fondo y que le hace dedicar sus esfuerzos a intentar revertir su situación, desgrana y destroza sin piedad cada institución o derecho adquirido que se pasea por la novela y que nadie tiene la más mínima intención de cambiar: la judicatura, la abogacía, el ejército, la política, y de manera mucho más recurrente el derecho a la propiedad privada de la tierra, las cárceles y el cristianismo ortodoxo ruso. Tolstói, por boca de su héroe Nejliúdov, dedica capítulos enteros a estos últimos fines mostrando su indignación y desprecio por el orden establecido y transformando al príncipe en mendigo en el mismo grado en el que se endurecen las situaciones vitales que le rodean y ante las que, primero por culpa y más tarde por conciencia recuperada, decide intervenir. Sobre la propiedad de la tierra remarca la injusta situación de semiesclavitud en la que se encuentran los mujik, campesinos que trabajan la tierra sin tener derecho a ella cuando era de suponer que ya había sido abolida la servidumbre. Especialmente crítico se muestra con el trato vejatorio e inhumano al que son sometidos los presos, así en las prisiones como en el traslado a Siberia (una escena de trenes me evocó irremediablemente a 'La lista de Schindler'); tanto que es quien hace pura verdad la conocida frase de Dostoievski "el grado de civilización en una sociedad se juzga visitando sus cárceles". Sobre el uso político, interesado y caótico de la religión verdades tan altas y profundas que la obra fue censurada en Rusia no publicándose de forma íntegra hasta 1936 y el propio Tolstói se vio excomulgado de por vida (¡como si ya no se hubiera autoexcomulgado él años atrás!): inolvidables al inicio de la obra la escena de la celebración sacramental en la cárcel leyendo textos evangélicos contrarios a lo que en ese mismo instante se esta desarrollando, y la aún más vergonzosa casi al final de la novela del absurdo inglés predicando una incongruente e incluso dañina conversión a Cristo en medio de la inmundicia en la que viven los presos. Pero el conde no se conforma con atizar, lo menos soportable para quien ostenta el poder es lo que se atreve a hacer de manera inmediata: dar propuestas. En el germen de esta ingente protesta y lucha surge lo más embotado de “Resurrección”, cuando todo parece convertirse en un ensayo o un tratado sobre las injusticias a combatir, y poco parece importarle a Tolstói -más llevado por esa visceralidad de la que hace bandera- que se pierda el ritmo y olvides por momentos a la Máslova y que toda esta resurrección del príncipe tiene si principio y su fin en ella.

Algunos acusan al Leon Tolstói de “Resurrección” de personajes maniqueos y monodimensionales; dos motivos objetivos y uno personal me llevan a considerar injusto este planteamiento. La primera idea objetiva parte de los protagonistas principales, tanto Nejliúdov como Katiusha tienen una clarísima evolución moral a lo largo de la historia; el segundo punto objetivo es el hecho de que la novela refleje de una manera constante pensamientos y acontecimientos que provienen de la moral, la ideología y situaciones límite de injusticia, y en ese ámbito la neutralidad es la virtud de los pusilánimes: no es viable quedarse en tierra de nadie, o a favor o en contra. La razón personal se deba quizá a que en el fondo soy un romántico, me emociona que el descarnado realismo del que hace gala constante el bueno de León también dé cabida en “Resurrección” al romanticismo clásico de Dickens (infinitamente más maniqueo, pero me importa un bledo), y porque me fastidia enormemente que el ser humano pueda creer a piejuntillas en la maldad de su especie poniendo apenas trabas a los antihéroes (es normal y creíble que nos portemos de forma tan nefanda), pero nos neguemos a considerar como posible que haya personas cuyo único fin sea la bondad. Será que hace tiempo descubrí lo que termina diciendo Tolstói, ese buen cristiano, no-violento y vegetariano, que en el momento en el que te descubres culpable de tantas cosas se te hace imposible juzgar a nadie.

También será debido a ese cristianismo distinto que comparto, a esa consideración de la no-violencia como la única lucha cierta, y a ese vegetarianismo que forma parte de mi vida desde hace más de 20 años... en fin, será debido a esa creencia en la fe de Tolstói que le coloco un 8 sin sentirme para nada culpable, aunque no lo merezca literariamente. Tan sólo porque soy un romántico, y hace tiempo, mucho, comencé a resucitar.

Escrita hace 12 años · 5 puntos con 7 votos · @Poverello le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@ hace 12 años

Por lo que sé, el estado espiritual de Tolstoi en los años finales de su vida, apuntaba a una redención, y esta obra sería un "manifiesto novelado", por lo que se entiende de tu hermosa reseña.
¿No crees que Tostoi motiva reflexiones espirituales profundas como si se estuviera leyendo a un teólogo?
A mi lista de deseos, adoro Tolstoi..

@lucero hace 12 años

Uff, la del comentario anterior soy yo. Me fuí con el comentario a la mitad y cuando volví me sacó el sistema! Perdón

@Poverello hace 12 años

Totalmente de acuerdo, lucero, en ambas cosas, sobre todo en su última etapa. De hecho el último capítulo de "Resurrección" es prácticamente un análisis teológico del Sermón de la Montaña en su relación con lo que está experimentando Nejliúdov. Pero es necesario no quedarse sólo en eso, pues puede parecer religiosidad barata y tirar para atrás, y antes al contrario, igual que sucede a lo largo de la novela, Tolstói con lo que se muestra más crítico es con la religión que atonta las conciencias y falsea la imagen de un Dios misericordioso. Como no quería que la reseña fuera en exceso larga (no lo conseguí de todas maneras, ja ja) no quise volcar mi propio sentimiento de indignación y ganas hasta de llorar con el inglés capullo símbolo de lo que ni Tolstói ni muchos creemos: la salvación -que es algo para vivir aquí, no cuando la diñes- no proviene de Jesús que murió por nuestros pecados y bla bla bla... sino de personas como Nejliúdov (Tolstói), Thoreau, Gandhi, Luther King, y tantas anónimas, que a imagen de ese Crsito, hacen que el amor y la liberación sean posible con sus opciones de vida, convicciones y lucha por la justicia. El resto, gaitas.
Y está clarísimo que es un manifiesto novelado, como tú lo llamas, y entre que comparto casi al cien por cien las ideas del ruso y que escribe que lo flipas, pues vale que tiene sus riesgos, pero si te acercas a la obra sabiendo lo que vas a leer, la gozas. Mucho.

Para terminar, como no quería que la reseña me saliera larga (otra vez, je je), no hice ningún apunte sobre la bella película 'La última estación', basada en los últimos días de la vida de Tolstói. No es perfecta, ni mucho menos, pero transmite vida, paz, esperanza en la lucha, por muy incomprendida que esta pueda parecer, y además, Christopher Plummer es un Tolstói expléndido. Como curiosidad acerca del carácter y el sentimiento social del escritor poco antes de morir recordar uno de sus últimas frases: "Hay tanta gente que necesita de vuestra ayuda, y aquí estáis todos nada más que pendientes de mí".

@lucero hace 12 años

Hermosa peli, por cierto, me gustó mucho Plummer y Helen Mirren, espectacular. Diñar es morirse? Estoy haciendo un diccionario español-español argentino...

@Poverello hace 12 años

Ja ja ja. Sí, diñar es 'cascarla' (para que también la anotes).

@lucero hace 12 años

Cascar aquí es pegarle a alguien..je. Nos vamos a poner pesados y nos van a retar.

@nikkus2008 hace 12 años

Estoy muerto de cansancio Pove, mañana leo tu reseña completa (acabo de leer la de "El tercer policía" y me encantó); pero quería decir solamente que por casualidad leí tus últimas palabras, y que me parecía, ya sea por ese bello dibujo de San Francisco y ese lindísimo animalito, ya sea por otros comentarios de respeto profundo hacia otros seres, que eras vegetariano. Yo también lo soy, hace unos ocho años ya. Se que Tolstoi lo era, además de ser pacifista. Un saludo hermano. Y al final, que tengamos diferencias en cuanto al gusto de ciertas películas, creo que resulta totalmente intrascendente, ¿no crees?

@Poverello hace 12 años

Te perdono que te guste 'Conan' e 'Immortals', nikkus.

@lucero hace 12 años

Y yo que como carne, me perdonan?

@Poverello hace 12 años

Ser vegetariano no implica necesariamente convertirse en buena persona y en un pacifista radical. Si no recuerdo mal y según diversas fuentes Hitler practicaba el vegetarianismo (ejem). Para mí el ser vegetariano es un paso dentro de la no-violencia, pero no sabes la de pacifistas que conozco que critican visceralmente la violencia estructural y del estado (cosa que comparto), pero en el día a día no les sacude la conciencia si tienen que partirle la boca a alguien que se les enfrente.

No hay nada que perdonar, la mayor parte de mis amig@s son omnívoros (como los monos, sin maldad, ja ja), los quiero muuuucho y jamás he discutido con ell@s por temas relacionados con la alimentación. La única forma de avanzar y transformar es vivir como piensas no discutirlo con los demás. Pídele perdón a los animales irracionales, lucero (ja), y ruega que no exista reencarnación.

Recomiendo encarecidamente a vegetarianos y omnívoros el documental 'El pan nuestro de cada día', tan seco y realista que da miedo, porque el conocido 'Earthlings' incluso yo lo veo excesivo, programático y hasta tendencioso en ocasiones.

Abrazos, hermanos argentinos.

@lucero hace 12 años

La tolerancia es la madre de la convivencia y la civilización. Y cada vez se ve menos. Y cómo cuesta!

@nikkus2008 hace 12 años

Todos mis amigos, padres, hermano, conocidos, son omnívoros; como Lisa en algún capítulo veo en todas partes alguna crueldad y a "el mundo contra mi" o mejor dicho, contra los animales, y más allá del tema de la alimentación, hay otras cosas que me atormentan y que aun hoy no puedo digerir, cosas muchísimo peores que destrozarle el cráneo a una vaca para luego carnearla. Pero es un tema muy triste y muy complicado (no debería serlo) y no me gusta en realidad tocarlo demasiado y mucho menos a la ligera. Esto no es una filosofía; mucho lo creen así y desprecian a los vegetarianos por considerarlos pedantes en algún modo. Es algo natural, como para la mayoría (no todos) es terrible matar a un ser humano. Matar es algo increíble en realidad; muchas veces lo pienso. Matar, hasta la palabra es dura y áspera. La palabra amar, que foneticamente es similar a la otra, también es dura, y de alguna manera nos dice que a veces el amor también puede ser feroz. Por un animal, por ejemplo, puedo llegar a ejercer una extrema violencia, sin dudas. Este contrasentido es aceptado por mi sin demasiados problemas. Ya vendrá la época de la paz absoluta.
Bastaría con ver la expresión de una vaca atentamente, y verla con ternura, con compasión, para quebrar esta maldita costumbre de matar y matar y matar; todos los días, a la madrugada, pienso, desde hace ocho años, a esta misma hora, mientras estoy haciendo tal o cual cosa, miles de animales en son sacrificados para que muchos se junten a comer y lo que
es mucho peor, a "criticar" la calidad de la carne: ¡esta carne es muy dura, es una mierda!. Dios mío, que agregar a estos comentarios. Basta ya.
Saludos a todos amigos, sean lo que fueren.
Querida lucero, ¿que tendría que hacer yo con mi familia entonces?. Paz.

Nothing gonna change my world...

@Faulkneriano hace 11 años

Espero que para leer con sentido a Tolstoi no haya que ser vegetariano, porque entonces... me paso a Turgueniev (que era cazador) Es broma, es broma.

Helen Mirren y Plummer están espléndidos; la película, no tanto. Por cierto que el señor conde se portaba no muy bien con su señora: la llenaba de chiquillos y luego se corría sus juergas por ahí... No soy prejuicioso, pero el halo de santo seglar del Tolstoi último puede resultar, para algunos, un poco estomagante.

@Poverello hace 11 años

Uno puede ser santo los últimos años de su vida y un degenerado el resto; nuestro querido Francesco no lo fue ni la mitad de su corta existencia. Y sí, creo que por ahí se me escapa en algún momento: Tolstoi fue un incongruente nato en muchos momentos de su vida. Como yo, y espero que como usted, Faulk. Siempre es más fácil dilapidar a un santo que perdonar a un hijo de puta, Poverello dixit.

@Faulkneriano hace 11 años

Tienes toda la razón del mundo (si te refieres a lapidar, no a gastar). Y, por supuesto, soy un incongruente en grado máximo (salvo, espero, en asuntos literarios, donde me corto un poco más)

@Poverello hace 11 años

Evidentemente me refería a lapidar, ejem (aunque el sentido de malgastarlos tampoco es malo). Me gustan más las palabras largas.

Yo lo soy más que tú, ea. Bastante, fijo.

@lucero hace 11 años

Pove.....casi te diría que padecí con Resurrección...tampoco podía dejarla, que es lo que hago cuando estoy segura de que no vale el esfuerzo ocular.
Diría que es la confesión y la redención de Tolstoi, un alegato personal de descargo antes de abandonar la escritura y el mundo. Entonces...al confesionario (con Francisco!), pero no a las letras.
Detesto cuando se hace una obra literaria para enseñar, declamar, convencer, adoctrinar o sermonear. Un poco de todo ello veo en Resurrección.
Pove, amigo, yo no soy romántica y no pude disfrutar de este libro.
Saludos cariñosos desde esta tierra santa..jajaja

@Poverello hace 11 años

Tienes buena parte de razón, lucero, y aunque yo no sería tan radical en cuanto el sentido exclusivo de enseñar y adoctrinar, mi reseña y percepción ante esta obra, como comenté, es más personal que merecimiento literario, y algunos capítulos sí que caen en el panfletismo más puro, pero no son los más según mi criterio. En una reseña de Guerra y Paz -creo que de sedacala- también decía que Resurrección es casi un acto de contrición del escritor por haber escrito aquella y no hablar de la situación socio-política de las clases más desfavorecidas, pero sigo pensando que Tólstoi escribe muy bien, y que el estilo no tiene nada que envidiar al de sus dos obras magnas, que evidentemente son infinitamente mejores.

Saludines, lucero.

@lucero hace 11 años

Tolstoi escribe maravillosamente, es uno de mis preferidos y rescato en esta obra y en otras la mención permanente de una situación social que ya era insostenible varias décadas antes de la Revolución.
Saludos Pove