REINVINDICACIÓN DEL CUENTO por Faulkneriano

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Ignacio Aldecoa, ese genio tranquilo y callado, alérgico a las disputas literarias de salón, gran trabajador y autor de una obra ingente para sus 44 años de vida, es posiblemente el mejor autor de cuentos del siglo XX en España. En esto no soy muy original, la verdad. Su obra sólo puede compararse a nuestro mejor cuentista del siglo anterior, Clarín, que no es inferior a Chejov, de la misma forma que a Aldecoa no le moja la oreja ningún autor del siglo pasado, de cualquier nacionalidad que sea. Sus cuentos son irreductiblemente españoles y, uno a uno, construyen un fresco de inimitables proporciones de todos los ámbitos de la vida rural y urbana, de todos los oficios, de todas las clases sociales de la España de posguerra, en esa época gris que llamamos dictadura franquista. Escritor realista, dotado de un estilo depurado al máximo, sus obras conjugan una enorme capacidad de observación de las gentes con un estilo depurado, quintaesenciado, cercano en muchas ocasiones, por la economía de medios, por la justeza de las metáforas, a la mejor poesía, cosa rara dentro del socialrrealismo imperante en esos años.

La edición de su cuentos en dos volúmenes de Alianza Editorial, con los números uno y dos formados por clavos en un original diseño de Daniel Gil, ocupa un lugar de honor en mi biblioteca (siendo, como soy, tan utilitario y tan poco amante de los libros como forofo de la lectura), aunque están tan deteriorados por el uso que debimos comprarnos la edición de Alfaguara que ahora reseño. Leer cuentos como "Seguir de pobres" (una de entre sus muchas obras maestras) supone repensar las supuestas limitaciones del realismo y asombrarse de las múltiples posibilidades que una mirada atenta sobre las clases más desfavorecidas, unido a una prosa penetrante, puede conseguir un literato de raza, orillando el tremendismo, la conmiseración y el panfleto con una elegancia digna de los elegidos. El primer cuento que leí fue "El aprendiz de cobrador" que termina con un corto y enigmático párrafo: "Julio exprime cera sobre la ciudad". Sólo años después, tras varias lecturas, pude darme cuenta de las resonancia funerales que seis palabras casuales pueden conjurar. El cierre de los cuentos de Aldecoa, acordes con una estructura diáfana, milimétrica, es un prodigio de estilo: una nota prolongada que reverbera en la memoria mucho después de cerrar el libro.

Ya sé que el cuento no goza de mucho predicamento. Supone un proceso de despojamiento, de eliminación de toda palabra o trama redundante o sobrante que es a menudo, por su carácter quintaesenciado y autoconclusivo, un tanto agotador para el lector, enfrentado a una construcción autoexigente en su desarollo, puesto todo al servicio de una idea feliz, sostenida con un puñado de elementos, un proceso minimalista y austero. El cuento es (o debe ser) como la sonata, menos atractiva que una sinfonía o una ópera, pero más pura, más consciente de los sonidos elementales. Por usar un símil pugilístico muy manido: debe ganar siempre por KO, no a los puntos, como tantas novelas. Es el territorio de los estilistas, de los lectores poco apresurados, de los degustadores de la palabra justa.

Yo pensaba que este siglo, de lectores con poco tiempo, de generalización de mensajes cortos, podía ser el siglo del cuento (aunque un cuento no es un tuit: lo del microrrelato me suena un poco a estafa) Quizá me equivoqué: muchos lectores, por lo que manifiestan, necesitan de un proceso de identificación con los personajes a lo largo del tiempo. un "entrar en situación" que, en literatura, no me parece estrictamente necesario. Desde luego, yo reivindico el cuento como una de las formas literarias más exigentes y, en el caso de acertar en la diana, más conmovedoras. Y Aldecoa, por descontado, acierta siempre.

Escrita hace 12 años · 5 puntos con 7 votos · @Faulkneriano le ha puesto un 10 ·

Comentarios

@FAUSTO hace 12 años

Excelente reseña, Faulkneriano, y sobre todo un gran análisis y reivindicación de lo que significa el cuento (o el relato breve, que por su extensión no se le puede considerar una novela). La palabra justa, el ritmo adecuado, descripciones precisas e “ir al grano” son algunas de las virtudes de este género, que como bien comentas no se le reconoce el mérito que merece. Particularmente para mí fue un gran descubrimiento, de este “pequeño” arte, las narraciones cortas de Poe; un prodigio y maestría de cómo redactar y emocionar con esta clase de literatura. A partir de ahí, he disfrutado de otros excelentes autores: Kafka, Carver, Conan Doyle, Alarcón, Clarín, James, Wilde, Zweig, Hesse, Bradbury, etc. En fin, es una lista larga que se puede hacer fácilmente interminable según se vaya leyendo más escritores de cuentos. Pues por supuesto siempre quedan algunos por degustar, en concreto del siglo XX y españoles serían: Medardo Fraile y Jesús Fernández Santos; que por las críticas que he leído de estos autores también se les pueden considerar de los mejores.

También estoy de acuerdo con tu opinión de fraude sobre el microrrelato. Es algo desproporcionado que, por ejemplo, la famosa frase (rebautizado como el cuento más corto del mundo) de Monterroso: “Cuando el dinosaurio despertó se dio cuenta que todavía seguía ahí.”, se le pueda atribuir características literarias, por muchos simbolismos o interpretaciones posibles que se le adjudiquen. Veo más arte y calidad en las ingeniosas setencias de Oscar Wilde, que hace poco se ha comentado en SdL.

Y volviendo a Aldecoa, hará justo un mes que leí una recopilación de estos cuentos. Esta selección, titulada “Young Sánchez y otros cuentos”, la hizo su mujer y escritora Josefina Aldecoa. Son 14 relatos llenos del realismo de la postguerra, que corresponden perfectamente a las características que has comentado en tu reseña. Aunque, según mi criterio, tiene algunos altibajos (como es lógico) pero el tono general es bueno y aceptable. Mi cuento favorito, o el que me gusta más, no coincide con el que da título al libro, sino “Santa Olaja de acero”; donde el autor nos muestra otra vez lo cotidiano y la dureza del trabajo, pero con momentos épicos. El otro diamante que destaco si es esta vez, es “Young Sánchez”. Un pequeño retrato de un trabajador (y perdedor) que para salir de su asfixiante ambiente quiere medrar en el mundo del boxeo, que por cierto has hecho un buen símil de este deporte con la esencia del relato. Curiosamente no tiene un final al uso, pues como he dicho al principio es una imagen de la realidad, un retrato de esta sociedad. Mario Camus realizó un film con este relato en los años 60 que me sorprendió por su buena calidad, una especie de neorrealismo español. El director amplia y desarrolla lo narrado por Aldecoa haciendo una buena y entretenida historia, y lo que es más importante la esencia del cuento está plasmada.
Saludos, y espero encontrarme más joyas de Aldecoa.

@Faulkneriano hace 12 años

Gracias, Fausto. Santa Olaja de Acero es un cuento excelente, uno de los muchos dedicados por Aldecoa a los más variados oficios, en este caso los ferroviarios, poco común en nuestras letras. Si es la antología que yo creo, incluye también Un corazón humilde y fatigado, tan lleno de tristeza, y esa pequeña joya sobre los niños de la guerra que es Patio de armas.

Nunca he visto Young Sanchez y no es por falta de ganas.

@FAUSTO hace 12 años

Exacto. También hay otros que me llamaron la curiosidad, como “Chico de Madrid” (un cruel y realista relato), “El libelista Benito” (sorprendente por su tono burlón y de parodia), “Aldecoa se burla” (con la singularidad de ser el mismo autor el protagonista), o “El autobús de las 7.40” (con la mirada detallista del autor sobre diferentes retratos de personajes).

Y la película es bastante aconsejable, puede que sea una “rareza” española. Bastante digna en cuanto a calidad, y aceptable el intento de descripción social. Algo no muy habitual en nuestro cine de esos años.

@nikkus2008 hace 12 años

¡Este tipo cada vez escribe mejor che!, ¿que puedo decir?, que dan ganas de leer a este tal Aldecoa que no conocía realmente; gracias Faulk, estás colaborando con mi curiosidad pero estás atentando contra mi bolsillo (y no me vengas amigo mío con eso de las bibliotecas, que tienen muchas cosas, es cierto, pero jamás lo que ando buscando). No buena, sino brillante reseña, maravillosamente escrita.
Y Fausto, enorme apoyo has hecho, a la altura de la reseña, sin dudas. Hay algo que sucede en esta página y que no sucede en ninguna otra: una reseña, son varias reseñas, ya que se extiende la misma, hasta alcanzar límites insospechados. Respetando y aceptando el nivel de análisis de cada integrante, valorando todas las opiniones como válidas e interesantes, es esta página un ejemplo de libertad de opinión, de democracia en estado puro, y además, es un sitio donde se puede conocer a gente de buen corazón...

@lucero hace 12 años

Me animaría a decir que en Argentina leemos bastante cuento y, aquí me planto con orgullo, es que tenemos mucho para leer :
Borges, Cortázar, Silvina Ocampo, y el gran Horacio Quiroga, un auténtico maestro del relato (muchísimos más, pero no quiero ser densa). Amo el género y lo considero muy exigente : lo bueno, si breve, dos veces bueno. Me Voy a conseguir a Aldecoa

@Faulkneriano hace 12 años

Tenéis buenos cuentistas, sin duda, con Borges y Cortázar a la cabeza, y muchos más. Aprovechaos.

Aquí, a este lado del charco, lo de tener mucho cuento tiene otras resonancias. En mi breve etapa de cuentista me han gastado muchas bromas con eso.

@lucero hace 12 años

??????????¿¿¿¿¿¿¿ hummmm no se si quiero que lo expliques...estas sutiles diferencias coloquiales a veces nos dan dolor de cabeza....

@Faulkneriano hace 12 años

No pasa nada, mujer: cuentista es, aparte de autor de relatos breves, el que vive del cuento, el que no quiere trabajar, pero sí medrar.

@lucero hace 12 años

De esos tambien tenemos...y muchos por desgracia uff

@Poverello hace 12 años

Ciertamente impresionante lo de Aldecoa, Faulk. Tras leer la colección de Cuentos de Cátedra me acuerdo de Manuel benítez, El cordobés: "más 'cornás' da el hambre"... y de mi gente de Cáritas de cada miércoles, que se quitan el pan para dárselo a los hijos, gente de "tripa triste", como el Pedro Lloros de Los bienaventurados.
Relatos completos para tiempos de crisis; sin bondades, sin romántica aleación con el mundo de los pobres. Aldecoa no es Hugo, ni incluso Delibes; su realismo social es descarnado y visceral, es un chute de realidad, un uppercut directo al estómago (como diría el padre de Young Sánchez). Es neorrealismo, sin sentimentales "miradas" o nostalgias que te hagan sentir mejor, mucho más cercano a El limpiabotas de De Sica, al Buñuel de Los olvidados o a la falta absoluta de impostura del Pickpocket de Bresson. Delibes se me queda cojo tras Aldecoa, y esto, en muchas de sus magistrales obras, es decir mucho. Pero Aldecoa consigue penetrarte y que sepas algo que no alcanzan a cristalizar otros autores de su generación o del realismo latinoamericano: ser pobre no es bonito ni es causa de digna compasión, ser pobre es una putada, ya seas boxeador, pescador, torero... o vago y maleante, haciendo mía la indeseable terminología usada en la ley franquista del 33.
Leo en un interesante prólogo que Aldecoa se autocalifica de nihilista, pero con esperanza en el futuro, leo también que fue víctima de la necesaria autocensura para ver publicada su obra... De lo primero no me cabe duda, tras terminar al menos con menos desasosiego después de leer el último relato de los Cuentos: Ave del paraíso, de lo segundo, cada vez estoy más convencido de lo torpes -gracias Dios- que eran los censores del Régimen. ¡Pero cómo no se daban cuenta de las tortas que les metía Aldecoa!.
Justo en el último cuento al que hacía referencia se suelta una verdad gorda: "para saber es necesario sufrir", por eso saben tanto los personajes de Aldecoa y muchas veces, nosotr@s, no tenemos mucha idea de nada. Yo aprendo cada día más en Cáritas que leyendo toda la obra de Delibes o de García Márquez. ¡Qué lista es el hambre!
Fausto, veré Young Sánchez. Deseando estoy. Lucero y nikkus, hermanos argentinos, no sabéis lo que os estás perdiendo. Por mi parte seguiré la senda de Aldecoa con otros relatos.

@lucero hace 12 años

Ya tenía a Flann O´Brien para la próxima lectura...lo cambié por Celine...lo cambio por Aldecoa...esto es medio esquizofrénico... Un lujo las reseñas y aportes...

@Poverello hace 12 años

Comparto esquizofrenia, lucero. Yo ya di dos pasos más: hacia la psicosis, me da miedo leer reseñas no vaya a ser que se agudice la esquizofrenia, y hacia la paranoia, veo libros y autores que debería leer por todos lados, paredes, comida, paseando por la calle, cuando me despierto...
Voy a ir a un/a psicólogo/a, a ver si me da solución. Siempre que no sea dejar de entrar en SdL.

@lucero hace 12 años

Este es un sitio demoníaco, con varios sacerdotes....ja ja