FRANCISCO EL BUENAGENTE por Poverello

Portada de SAN FRANCISCO DE ASÍS

¿Cómo se puede comenzar una reseña sobre el ser humano que más admiras sin cagarla de pleno? La misma pregunta, con más retórica evidentemente, se pregunta Chesterton -hombre de profunda fe- al inicio de su obra. Respondo que es imposible no cagarla, ni al principio, ni al medio, ni al final. Hasta Chesterton, que es mucho decir, la caga en cierta medida y ha de justificar su propia imposibilidad remarcando machaconamente en el primer capítulo su intencionalidad primigenia, y algo obtusa, de entregarnos un ensayo sobre otro hombre de fe, pero comprensible e incluso necesario para hombres y mujeres a los que les falte (o ni pretendan encontrarla).

Pero es bien CIERTO, con mayúsculas. Este libro, esta vida, deben ser leídos por todas las personas de buena voluntad, creyentes o no creyentes, porque muestra que el AMOR, también con mayúsculas no es una entelequia, pues un ser menudo, tan mierdecilla como tú y como yo, lo ha hecho realidad.

Supe de Chesterton antes que de Francisco, cuando cambié el acné por la filosofía, y ojeaba las páginas amarilleadas por el paso del tiempo de “El candor del padre Brown” en una colección de aquellos libros Reno en pasta blanda, cuyas costuras se deshacían al pasar las hojas; luego vendría “El hombre que era jueves”. El Pobrecito de Asís llegó a más tardar un par de años después, con su amor a las criaturas, con una obrita de teatro... ya en la Universidad salí llorando del cine tras el “Francesco” de Liliana Cavani, tocado ya antes en mi opción vital por los mismos textos causales -que no casuales- que abrió al azar Francisco para fundamentar la orden que nunca quiso crear. Leonardo Boff me acabó de rematar con su encomiable San Francisco: Ternura y Vigor, libro gratamente influido en buena medida por esta obra de Chesterton.

Y ¿para qué suelto esto? Tal vez con el único fin de redundar que esta reseña es una declaración de principios, de esperanza... de Amor profundo, sí, con mayúsculas, el amor ágape, que es entrega y desinterés... “pura exageración”, como también menta Cortés en un cómic cuyo título define todo lo que hay que decir de Francisco: “Francisco, el buenagente”, y que es lo que también nos muestra la amable y repensada prosa de Chesterton en cada una de sus páginas.

Pero Chesterton la caga cuando habla por Chesterton y no por Francisco, y entonces se ve lastrado por su concepción bélica, guerrera, donatista... tal vez por su reciente conversión al catolicismo, desde el anglicanismo, y más allá desde su primer ateísmo. Chesterton cree tener la verdad -esa que su personaje siempre se negó a hacer suya- con su característico Reductio ad absurdum, cuando en temas de fe, la verdad no existe. Dos ejemplos basten: no creer en los milagros no significa necesariamente estar dominado por el materialismo, puedes ser simplemente agnóstico, o racionalista... o desconfiado; y no se puede amar al prójimo y a la vez luchar bélicosamente contra él. En este punto Francisco deja clara su política: “ la pobreza es la base de la no-violencia, si tuviéramos posesiones necesitaríamos armas para defenderlas”. En pleno siglo XIII, Francisco prohibió a su frailes menores portar armas.

“No se puede vivir el Evangelio”, le soltaban al santo de Asís en el siglo XIII, en el siglo XIX se lo dijeron a Tolstoi, en el XX a Abbé Pierre... en el XXI nos lo dicen a nosotr@s, creyentes y no creyentes. Pero Francisco y en gran medida Chesterton nos hacen crear que sí, que es posible, sin juzgar la vida ni las opciones de nadie, sabiendo que la única forma de ser es desde la coherencia, viviendo de verdad, sin glosas... como Il Poverello di Assisi. De paso, desde mi incoherencia declarada reconozco el por qué de mi alias.

Escrita hace 12 años · 4.2 puntos con 5 votos · @Poverello le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 12 años

Poverello, repórtate y no seas tan escatológico (y no me refiero a la salvación)

@Poverello hace 12 años

Muy bueno, si bien no se me hace necesario el reporte, pues es la palabra exacta que expresa mi sentimiento interno: "cagarla", aunque no sea del todo políticamente correcto y haya tenido que adjuntársela a Chesterton por analogía. Siento si te has sentido dolorido con mi explosión, sobre todo hablando de Chesterton; no era mi intención, mas es lo que me sale del alma, y me sigue saliendo, fratello.
A lo mejor, después de Céline y Sartre, se me ha quedado del todo grabado su peculiar estilo directo.

@Faulkneriano hace 12 años

Es verdad: Céline es de lo más escatológico. Todavía recuerdo el ataque de disentería que le daba a Bardamu en las colonias (se limpiaba, si no recuerdo mal, con las hojas del Diario Oficial: ¿o me lo he soñado?) Las trincheras, el Nueva York que describe o el dispensario que terminaba regentando ya en Francia no eran precisamente lugares impolutos.

Y sí, sabes que me gusta mucho Chesterton. Es un libro valiente, comprometido y se muestra muy cercano al biografiado, aunque, como ya te dije alguna vez, los católicos ingleses son muy suyos.

@Poverello hace 12 años

Lo de Céline lo has clavado. No me extraña que no lo hayas olvidado; aún se me abren las carnes, ja ja.

Y sí, es un libro valiente y comprometido, pero te invito a releerlo, pues tiene algunos detalles bastante poco franciscanos, como su falta de comprensión hacia el mundo musulmán o el concepto de guerra justa, aunque es cierto que habría que perdonárselo por haberlo escrito en 1923. Aparte del talante, de siempre guerrero de Chesterton, que choca frontalmente con la idea de paz y no violencia del Pobrecito de Asís. Incluso su visceralidad ideológica (aunque no sería el término más preciso por el estilo de prosa que siempre emplea Chesterton) mata lo cierto de algunos de sus presupuestos.

@nikkus2008 hace 12 años

No leí todavía a "San Francisco de Asís", pero ha sido este un personaje que siempre, desde pequeño, me ha fascinado; Si tuviera que elegir, además, entre aquellos escritores que me hicieron el efecto de "un mazazo" en plena cabeza, diría que Chesterton ha sido sin duda uno de ellos. Desde el primer relato de la increíblemente ingeniosa y divertida y por momentos tenebrosa y mágica saga del Padre Brown, pasando por otros libros de relatos y algunos ensayos (el titulado "La pesadilla", es hermoso); así que esta combinación difícilmente pueda fallar. San Francisco (lo amé porque yo, como él, admiro, respeto y amo por sobre todos los demás seres, a los animales-a todos-) y Chesterton: rara y prometedora combinación.
No hay tantos lectores de G.K.C como me gustaría, Faulkneriano y Poverello, a ver si todos estos comentarios provocan la curiosidad de los lectores "vírgenes" de Chesterton y comprueban su magia por sí mismos...

@Poverello hace 12 años

Hola, nikkus. Me agrada verte de nuevo por aquí. Lo de Francisco supera al amor, diría yo. Es como simbiosis, con todo lo que existe y que merece ser gozado como parte de uno mismo. Gracias a él aprendí a abrir una puerta con delicadeza, a sentarme sin estrépito, a dejar el plato con dulzura sobre la mesa (los hermanos muebles, ya ves tú)... A emocionarme viendo una puesta de sol o a atontarme contemplando la luna llena de hace unos días (la misma que veías al otro lado del Atlántico). Chesterton consigue eso, vaya que sí, que te "enamores" del hombre y te olvides del santo, que lo fue por ser un hombre de verdad, con la naturalidad que otorga la libertad.
Ojalá sea cierto que los soperos y soperas se animen con Chesterton. Yo reiniciaré su senda más pronto que tarde.
Ciao. Y a ser y hacer feliz.