Sinopsis
«Estos son los años de la plenitud de la vida. Y todo se llena de sol diurno y nocturno: Cuerpos, libros, amigos, escritores, literatura. La noche como diaria aventura. La Belleza como una insoslayable y muy anhelada búsqueda… La noche era el poema que se iba a escribir, el libro nuevo que ibas a leer (Djuna Barnes, por ejemplo) . La noche era asombrosamente un extenso reino… Brines, Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, Benet, María Asquerino, la propia y ya anciana Rosa Chacel, Bousoño, Paco Nieva, Martín Gaite, Haro Ibars, los Panero; tantos jóvenes al asalto de la urbe, todos, todos éramos noche fundamental, con sexo y múltiples ambrosías. ¿Qué significa que, prácticamente, haya muerto la noche caliente, inteligente, sensitiva y maga? Fui feliz muy a menudo en esos tiempos –en el fondo como todos desdichados– a veces sólo mirando la belleza, pero a menudo más. Como cuando lloré delante de un precioso modelo sueco –Willy– al saber que decía que sí, que estaba encantado de venir conmigo… Estetas, raros, bohemios, grandes artistas, chicos de la calle y de la vida, viajes iniciáticos plurales, éxitos y búsquedas literarias… El imposible y necesario “plus ultra”. Todo eso y tanto más. Veranos eternos que incluyen inviernos. Soles de noche, de arte y de belleza. Y el Tiempo, “el flagelo de dios”. Fuera el que fuere ese dios que abaja, enaltece y destruye.»
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