Parece que la dispersa mano de Pessoa hubiera vuelto a actuar firme en la persona de Ángel Crespo. Que viniera Ángel Crespo con su antología y su prólogo de cien páginas a disolver como un heterónimo más la vida de Pessoa, como el propio Pessoa tuvo que corregir a Alester Crowley el día que le echó...