Tienes que mirar por Mayte

Portada de TIENES QUE MIRAR

Qué necesario es un libro como este, qué necesario es derribar tabúes, dejar de idealizar embarazos, maternidad, postparto, menopausia, qué necesario es visualizar la salud femenina y dejar de crear falsas expectativas y cortinas de humo de ilusiones, que no hacen más que echar sobre nosotras el peso de la culpabilidad.

Esta novela no es más que un pseudoensayo acerca de la posible muerte perinatal y el aborto. Recoge la vivencia autobiográfica y personal de la autora, Anna Starobinets, en su Rusia natal, cuando a su bebé le es diagnosticada una enfermedad renal incurable durante su embarazo y debe elegir entre abortar o agarrarse al clavo ardiendo de la esperanza. Pero es además una obra de visualización, ya no sólo por los temas que trata o por la forma personal de afrontarlos, si no de crítica a la sociedad y sus tabúes impuestos, a la incomprensión social y sobre todo a las trabas burocráticas y deshumanización del sistema sanitario. La desgracia duele, pero si encima te echan más carga en la mochila del dolor, entonces te mata.

Una maravilla de novela, de muy corta extensión, un suspiro con grandioso mensaje. El aborto, la muerte perinatal, la depresión postparto, los problemas físicos de la mujer tras gestar, temas tabúes que yo misma he vivido en mis propias carnes y que me han hecho sentir esta historia y vivirla en primera persona.

A pesar de la dureza del tema, destaca por su delicada narrativa. Qué forma de transmitir sentimientos, angustias, miedos. No me queda más que agradecer a la autora, su valentía por desnudar su alma y hacernos partícipes de su historia de forma tan íntima. No es una lectura agradable, no es una historia bonita, pero es importante abrir los ojos a la realidad de tantas mujeres y familias que han padecido este tipo de pérdidas. Hay que visualizar, hay que comprender, y sobre todo hay que atender, hace falta una fuerte inversión pública en este tipo de dolencias y pérdidas para ayudar a sanar física y mentalmente. Basta ya de cortinas de humo y falsas felicidades, basta de culpabilidades, basta de dolor físico y emocional, ser mujer no tiene que ser una prueba de fuego diaria.

Escrita hace un año · 5 puntos con 2 votos · @Mayte no lo ha votado ·

Comentarios

@Poverello hace un año

Pues anotada queda, Mayte. Y me encanta tu reflexión sobre las falsas felicidades y los juicios morales constantes a las madres, porque cierta es. Aparte de que se puede generalizar, con escaso riesgo a fallar, si decimos que las "dolencias" femeninas apenas tienen inversión pública comparadas con las masculinas.

@Nastenka hace un año

"Creer en los milagros es natural. Rezar es natural. Lo que es antinatural es cuando la oración y la medicina, el diagnóstico y la fe, intercambian sus posiciones."

Dura historia, recuerdo leerla de un tirón (y eso que últimamente leía/leo poco), se lee fácil, aunque sea una lectura difícil y triste, muy triste...
Es un libro crudo, pero esperanzador a la vez por intentar cambiar un sistema que huele a rancio, que habría que quemar y regenerar.
Mi admiración también a la autora. La mejor manera de enfrentar el duelo es ponerle palabras, llamar a las cosas por su nombre, sin tabúes, lo que duele, duele, nada de máscaras. Y eso hace Anna Starobinets. Valientemente.

@Poverello hace 22 días

Leído. Y comparto un poco anotaciones.

Quizá nos precipitamos en ocasiones cuando soltamos aquello de que acabamos de descender a los infiernos. No hay nada como una buena hostia para darte cuanta de que lo mismo nuestros propios infiernos son la mayor parte de las veces parrillas o cerillas. No hay nada como el libro de Starobinets para que tengas que mirar otros ombligos.

Y luego, de regalo junto con el terror, ese otro sentimiento patrio de pensar que en otras partes están peor que aquí, que menos mal que no hemos parido en Rusia porque, claro, en España, cuando te atienden en un centro de salud te tratan con alfombra roja, mejor que en el Berlín de la novela. Números, en todos lados casi, como las muertes en residencias de Madrid por no derivar a quienes es mejor descartar. Total, a quién le importa un 'viejo', a quién le importa un 'feto'.