OSCURA Y ATÍPICA NOVELA DE FANTASÍA por EKELEDUDU

Portada de LA TRAVESÍA DEL HUÉRFANO

Un gran problema de este libro (y quizás de la saga que inicia) es que es difícil discernir a qué público está destinado. Por los dos primeros capítulos uno pensaría que se trata de fantasía heroica LGBT, pero avanzando más en la lectura se hace obvio que fantasía heroica no es, y por otra parte parece difícil que un libro así entusiasme a las minorías sexuales. En parte, porque la trama no toca temática homosexual más que al paso y mezclada con otras cuestiones; y por otro lado, por la imagen de dos de los tres protagonistas, Azrabul y Gurlok: son feísimos, desaliñados, brutos, malolientes, depravados sexuales y muy, muy, muy malhablados. No sólo no son lo que un padre, al decir de Mägo de Oz, quiere "para su hijita bebé", sino que tampoco son lo que, aunque más no fuera a regañadientes, aceptaría para su hijito bebé, quien además estaría de acuerdo con su progenitor. No son románticos, no son delicados y no andan haciéndose arrumacos, aunque tienen sexo muy fogoso entre ellos y, si se da la ocasión, también con otros hombres robustos como ellos.

La acción transcurre en un mundo desgarrado por lo que parece ser una guerra entre dos bandos de dioses: los creadores, de los que la Humanidad ha renegado en gran medida, y otros de artificio, creados por mortales decepcionados de los primeros. El problema es que los del segundo bando, creados para servir a la Humanidad, han tomado consciencia de su poder, sutilmente han pasado a esclavizar a sus antiguos amos, y ahora aspiran a desplazar a las deidades originales, de la misma forma que, en los mitos griegos, los Gigantes intentaron tomar por asalto el Olimpo. Y es casi segura la tétrica posibilidad de que la especie humana esté condenada de un modo u otro. Puede ser destruida por los monstruosos dioses creados por ella misma, por los que la crearon o como daño colateral de la guerra cósmica. No obstante, la Humanidad, como hechizada, permanece pasmosamente indiferente y resignada a tan lúgubre destino, siguiendo su rutina habitual, igual que hormigas entre dos elefantes en lucha.

Por ese mundo vagan Azrabul y Gurlok, venidos al parecer de algún plano superior-según nos enteraremos en el segundo capítulo, aunque algo se va sospechando desde el inicio mismo-, que llaman el Mundo de los Gorzuks. Buscan una enigmática Corona de Luz que ni ellos saben dónde hallar o por qué es tan importante. Tal búsqueda destinada al fracaso y ellos lo saben. No son elegidos de los dioses, no hay profecías anunciando que salvarán al mundo y han venido sólo por el enorme desafío que representa encontrar la Corona en cuestión. Saben que no tendrán éxito porque ningún mortal puede hallarla, pero quieren ver cuán lejos pueden llegar en su búsqueda. Y es jodido, porque ni saben dónde empezar. No sólo eso: a medida que pasa el tiempo, van olvidando de dónde han venido y para qué, y sus recuerdos del Mundo de los Gorzuks, que es para ellos una especie de Paraíso perdido, son reemplazados de a poco por falsos recuerdos de un pasado ficticio en este otro mundo, que decididamente les desagrada.

Ahora bien, todo lo antedicho es lo que ELLOS dicen al tercer protagonista de esta historia, Amsil: un adolescente escuálido, inseguro y homosexual como ellos, al que encuentran estando de paso en una posada y que se llevan consigo. Conclusión obvia: puede que simplemente estén locos como cabras y su historia sea sólo delirio de un par de dementes. Admitiendo que sin embargo fuera cierta, la frágil autoestima de Amsil no lo hace exactamente el mejor candidato para secundar a Azrabul y a Gurlok. Y sin embargo, ellos lo eligen a él, y más allá de resultados, pronto se hace obvio que no es mala elección, ya que cuando la cosa se complica y Amsil se siente tentado de capitular, su conciencia lo atormenta y no le permite hacerlo, ni aun cuando empieza a creer que el loco es él y que lo tomarán por tal.

El eje central de la trama, entonces, gira en torno al misterio, a varios misterios para ser más exactos, y en algunos momentos deriva hacia el horror. Hay pinceladas de humor y de crítica social, y, para el buen entendedor, alguna pizca de sátira política argentina. No en vano el argumento transcurre en un país llamado Largen, aunque Tipûmbue, la ciudad que es principal escenario de las andanzas de Azrabul, Gurlok y Amsil, es absolutamente ficticia. Se mencionan otros países que, aunque con nombres cambiados, también tienen existencia real, caso de Indonesia, que se menciona como Srivijaya por cierto imperio insular de ese nombre que existió alguna vez en su territorio. Sin embargo, no se abunda en topónimos, no existe el detallismo presente, por ejemplo, en las obras de Tolkien. Tampoco es importante para la trama; al contrario, quizás le siente mejor un escenario vagamente enigmático como ella misma.

En síntesis, LA TRAVESÍA DEL HUÉRFANO, primer tomo de esta saga, es más que nada una metáfora de nuestro propio mundo y una reflexión sobre temas diversos. Para quienes deseen evadirse no creo que sea recomendable: quienes en cambio gusten de tramas enigmáticas y de poner a trabajar las neuronas, puede que se lleven una grata sorpresa con este libro.

Escrita hace 3 años · 5 puntos con 2 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 9 ·

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