TRIÁNGULOS ESCALENOS AL PAREDÓN por arspr

Portada de PLANILANDIA: UNA NOVELA DE MUCHAS DIMENSIONES

Enfrentarse a reseñar este libro es una ardua tarea por sus peculiares características.

En primer lugar hay que tener en cuenta que es casi casi un ensayo sobre geometría disfrazado más que una novela. O al menos, si no un ensayo sesudo, sí un librito de divulgación fácil para todo el mundo, de esos que los anglosajones denominan "popular science", sobre las implicaciones de "vivir" en mundos de 0, (sí incluso 0), 1, 2, 3 o más dimensiones. Porque claro si a nosotros nos parece inconcebible la existencia de una cuarta dimensión, igual a nuestros amigos planos les parecerá nuestra obvia tercera dimensión. Y las interacciones de esta tercera dimensión en ese mundo plano se tornan totalmente curiosas e inexplicables para ellos. Tanto que parecerían magia, herejías, causas para ir a la hoguera, etc.

Oye justo lo que pasaría en nuestro mundo si efectivamente existe dicha cuarta (o más dimensiones) y seres cuatridimensionales perfectamente normales y corrientes interactuasen con nosotros... Que nos verían y tocarían las tripas a voluntad, que aparecerían y desaparecerían a voluntad, que... ¡Vaya sarta de tonterías estoy diciendo! ¡Esto no es serio! ¡Esto es superchería! ... (Anda, justo como lo que le pasa a nuestros amigos planos y es obvio que están totalmente confundidos...)

Salvado este punto más que interesante si tienes una mente retorcida como la mía, (mirad mi iconito, mi avatar), el libro torna a una segunda componente ya más dudosa y opinable aunque también interesante. Cómo, la propia dimensionalidad de nuestra existencia, puede incluso condicionar nuestra forma de organización moral y social. Ya digo, aquí el desbarre es importante, pero en cierta forma una vez establecido el marco de dicho desbarre es interesante ver las implicaciones que tiene comparativamente entre 1D y 2D, o incluso el color en 2D. Al final, alegóricamente, no de manera directa ni mucho menos, a mí me hace pensar (y lo hago relativamente frecuentemente) en cuántas cosas "etéreas", de la "razón", de la "ética", que damos por sentado que se pueden cambiar, que podemos escoger entre lo bueno y lo malo, pudieran ser, (esto es lo interesante que no sabemos si lo son o no), totalmente fijas, totalmente deterministas al respecto de la propia realidad y la forma en que tanto nosotros (cuerpo y mente) como el mundo que nos rodea está constituido. Exagerando, (o no), que Hitler al final dependiera de que Dios, o quién sea, o incluso nadie, decidió que c=300.000.000 m/s, y no 150.000.000, por mucho que nos sorprenda o repugne incluso plantear esta vinculación, (es más, que incluso el mismo hecho de dicha sorpresa o repulsión también dependiera de ello). El eterno debate del libre albedrío (y, como primer corolario de una serie infinita, también de debatir que tengamos ese debate... Gödel, Escher, Bach...).

Y para terminar, el tercer punto a comentar es claramente la visión sobre la "mujer". Decía Faulkneriano en la nota que ha desencadenado mi lectura: mujeres abstenerse. Porque sí, así a primeras, es una novela decimonónica, machista no, lo siguiente. Y lo es porque, aunque dentro del "desbarre" antes mencionado, el autor explora la existencia de dos sexos, uno de los cuales tiene siempre una dimensión (literal) menos que el otro, y las "consecuencias" que de ello se derivan, bien podría haberlo dejado neutro, (sexos A y B). Pero no, tiene que asignar hombres y mujeres, y de la manera que todos podéis imaginar, y cargando además con todos los tópicos del universo. Sí, transnochado, de hace dos siglos, seguro... salvo que en un momento del libro, y con una frase solitaria, contradice todo lo expuesto. Y dado el carácter satírico general y dada la obvia exageración al límite de su machismo casposo, yo me llego a cuestionar si este aspecto realmente no es la ironía suma. Otros más versados que yo, (lo cual es por otro lado inmediato), os tendrán que ilustrar sobre el autor, y el autor en su época (no lo olvidemos), para valorar mejor este aspecto.

Escrita hace 4 años · 5 puntos con 2 votos · @arspr le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 4 años

Celebro que te haya interesado arspr. De acuerdo en todo con tu reseña.

Abbott no me parece en absoluto machista; en todo caso, su ironía al denunciar la sujeción de la mujer en la era victoriana (y, por supuesto, las claves del dfominio sobre las clases trabajadoras) es absolutamente deliciosa. Me encanta la idea de las mujeres-líneas avisando del peligro de su sola presencia punzante con una peculiar llamada de atención.

Lo más interesante, sin duda, es la cura de humildad que supone enterarse de la existencia de otra dimensión: es el caso del cuadrado protagonista, pero también del lector, tan pagado de sí mismo y de sus tres dimensiones, que se enfrentara de repente a una cuarta. La novela, no se olvide, es de… 1884.

Por cierto, hay muchos puntos por ahí que se creen reyes del universo solo por vivir en un mundo de cero dimensiones donde, literalmente, no existen más que ellos.

@Poverello hace 3 años

Ahora estoy demasiado satisfecho, recién terminada su lectura, para comentar nada, más allá de cualquier apunte, así que solo dos o tres:

Primero, de acuerdo con ambos en lo de la imagen de la mujer. Me da la clara impresión, gracias a esa frase solitaria en boca de alguien mucho más ducho y experto en la realidad que nuestro cuadrado protagonista, que es pura sátira también.

Segundo, es que me resulta curioso que, más allá de que no tenga todas las características de una novela distópica, sí que se haya visto como precursora del género a El talón de hierro, que es más de 15 años posterior, y a esta ni se la nombre cuando tiene puntos (no líneas ni dimensiones, sino puntos de Puntilandia) en común.

Me ha encantado, y además te la lees en un plis.