LAS TINIEBLAS DE LA MENTE II por sedacala

Portada de EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS

Escribo esta reseña en enero de 2018, una vez de terminada mi segunda lectura de este libro. Escribí la primera en septiembre de 2011, y ahora la reescribo para fundirla con mis impresiones actuales y juntar en una sola reseña, la visión del 2011 y la de ahora, y así poder analizar la forma en que, sus respectivas lecturas, han repercutido en mi criterio por el simple hecho de haber transcurrido siete años entre una y otra. Todo lo escrito, lo está a fecha de hoy, aunque sin ocultar mi opinión de entonces, tamizada, eso sí, por el filtro del paso del tiempo.

Hace siete años no tenía una idea previa de su contenido, me sonaba, sí, pero muy poco; mis referencias provenían de las citas con las que algunos autores habían intentado propalar la afición por Conrad; y por no saber, no sabía siquiera que Coppola se había basado en ella para crear su película “Apocalipse now”. Así que cuando empecé a leer, esperaba encontrarme con una entretenida novela de aventuras, que era exactamente lo que yo andaba buscando por aquel entonces; sí que es cierto que me había mosqueado un poco el desconocimiento del autor y su obra en mí entorno, porque cuando yo le comentaba a alguien mi deseo de leer a Conrad, me ponían cara de no saber de quién les hablaba, sospechando ya entonces que era un escritor de reconocido prestigio en círculos de lectores entendidos, pero un completo desconocido entre la masa de lectores que lee las novelas de moda de cada temporada.

Pero ese temor no me echó para atrás, un buen día di el paso y lo empecé. Y me sentí fastidiado al comprobar que no se cumplía lo prometido, o al menos, lo que yo creí entender que me habían prometido. ¿Dónde están, pensé yo, las supuestas aventuras en este galimatías incomprensible? Quienes me lo recomendaron (recuerdo que Manu Leguineche, fue uno de ellos), pensarían que siendo de su gusto también lo sería del de sus lectores, pero conmigo las cosas no funcionaron así (creo que con muchos otros tampoco), me vendieron algo basado en acción, viajes, y aventuras, y allí no encontré nada de eso, y si algo había, quedaba más que camuflado entre una prosa difícil, introspectiva, amarga, y centrada en el análisis crítico de una situación casi surrealista. Esto, claro, no era lo que yo esperaba y me sentó mal; y me sirvió para aprender que cuando se afronta una nueva lectura, conviene enterarse bien de qué va; claro que en la ignorancia, la sorpresa puede ser para bien, lo que sería estupendo, pero si es para mal te llevas un chasco. Obviamente, confirmé también que la variedad de gustos literarios es infinita y nunca puedes estar seguro al cien por cien de una recomendación; pero eso, hacía ya tiempo que lo había aprendido.

Cuando, hace ya casi siete años escribí lo que expresan los párrafos anteriores, fue para intentar explicar el chasco que me llevé con esta novela; recibí una recomendación que no supe interpretar, o que no se ajustaba a mis deseos, y mi lectura fue un desastre. Pasó el tiempo y seguí leyendo otras cosas, unas me gustaron, otras no tanto, pero mis gustos no se quedaron estancados, sino que fueron evolucionando; hasta que, hace poco, vi entera por primera vez “Apocalipse now”, la película de Coppola sobre Vietnam, y me acordé del “Corazón de las tinieblas”, y decidí volver a leerla. Y hoy, tras haberlo hecho, ni me he llevado disgusto, ni puedo argumentar nada parecido a lo que dije entonces, porque lo que he encontrado es exactamente lo que buscaba; que es, ni más ni menos que, un sentimiento de fascinación por el ambiente, por la situación histórica, por su significación, y por la manera en que el protagonista queda subyugado por todo lo que le rodea, y todo eso como consecuencia del visionado de la película.

Pensé en 2011 que mi problema estaba claro, y creí adivinar la razón por la que otros lectores no tenían el mismo problema: captaban el sentido a la primera, o casi, lo suficiente como para entender el mensaje de Conrad, de sus dudas, de sus reflexiones, de sus temores, de la finura lingüística de su texto, de la tenebrosidad de los paisajes, de ese universo suyo, oscuro y tenebroso. Pensé también entonces, que todos los que disfrutaban leyéndolo, escritores, críticos, o reseñadores, deberían haber dejado más clara la causa de su admiración, cuando lo recomendaron, porque hacer apología directa de Conrad, sin explicar los pormenores de su texto, es hundir al autor en el gueto de los autores minoritarios. A quién lo lee y queda confuso, no se le puede reclamar que se adhiera sin más, en nombre de la ortodoxia, sería un masoquista, o un incondicional de la ortodoxia, y yo, como no soy ninguna de las dos cosas, me quejé, que es algo que no hubiera hecho, de haber sabido de que estábamos hablando. Pero es verdad que yo también me equivocaba, cuando decía que otros captan el sentido que a mí se me escapaba, no, los demás leían lo mismo que yo, y lo captaban de forma parecida, con la diferencia de que yo esperaba entenderlo todo (es necesario en una novela de entretenimiento), mientras que los demás entendían la acción relativamente poco (Conrad es difícil para todo el mundo), pero disfrutaban con su prosa intensa, oscura, enigmática, poética y corrosiva, que todos esos calificativos pueden atribuírsele, y que yo, hoy, también encuentro y valoro, precisamente ahora que es eso lo que busco.

En 2011, quise convertir esta reseña de “El corazón de las tinieblas” en un exponente del estado de ánimo con el que convivimos algunos lectores, cuando nos enfrentamos a cierta literatura que, por lo que sea, nos resulta difícil, incomprensible, se escapa de nuestros esquemas, y como no la procesamos se nos atraviesa; ¿podríamos afirmar, por ello, que no nos gusta?, en sentido estricto no, puesto que no la hemos asimilado; y por tanto no hay desacuerdo estético, se trata de un sencillo problema de ocultación, de invisibilidad; no podemos decir que no nos gusta la decoración de una habitación si su puerta cerrada nos oculta el interior, si no se asimila es como si no se viera, ¿cómo podemos decir que nos gusta o que nos disgusta lo que no vemos? “El corazón de las tinieblas” me sirvió para avalar ese razonamiento, y para utilizarlo como exponente máximo de un problema que me surgió también con las obras de otros autores, con las que aflora un conflicto parecido, y de las que podría redactar reseñas con parecidos argumentos, como ya hice en algún caso. No sé si el cambio, a mejor, que se ha dado al leerla por segunda vez, podría reproducirse de forma parecida en alguna de esas otras obras. El caso es que con “El corazón de las tinieblas” esto hoy ha cambiado, y además lo ha hecho con la novela más difícil de las suyas, al haber encontrado, en esta segunda lectura, la intensidad del lenguaje y la extraña obcecación o aturdimiento, que Conrad sufrió, en su deambular por ese espacio salvaje y terrorífico del río Congo. Hoy, aquí, sin ninguna duda, he encontrado esa intensidad y la he valorado muy positivamente.

No quiero dejar de repetir lo que dije en 2011 de “El espejo del mar”, libro de Conrad, traducido por Javier Marías, que trata de la navegación y de la mar, y del que ya entonces hablé favorablemente; es un Conrad distinto, inteligible y sin alardes lingüísticos, aunque también hay que decir que no es una novela, sino una sucesión de relatos extraídos de sus experiencias marineras. Yo creo que son muy interesantes para cualquiera, pero especialmente para todo aquel que disfrute del mar.

Escrita hace 6 años · 5 puntos con 5 votos · @sedacala le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 6 años

¡Siete años ya! Cuando publicaste tu primera reseña, sedacala, de la que me acordaba perfectamente, no quise intervenir. Solo dije en la crítica negativa de Alvaro03 (y perdón por la autocita):

"Bueno, ya estamos otra vez... Me da pereza defender esta obra maestra otra vez, como en los tiempos de Bookaffinity. Seguidores de Conrad (que los habrá), recoged el guante y echadme una mano..."

La cita demuestra que la controversia (quizá generada, como afirmas, por su falso marchamo de "relato de aventuras') es antiquísima (¿os acordáis de bookaffinity?) Hamleth, Aliomo, Tharl y otros terciaron en la discusión. Para quien quiera opinar con fundamento, basta una larga tarde de frío (o mejor de lluvia)

Tu nuevo comentario, sedacala, dice mucho de ti, de tu evolución como lector y también, supongo, de la utilidad de esta pequeña página que nos mantiene unidos.

@sedacala hace 6 años

Pues sí, siete años ya, y más todavía desde que leí el libro, porque en la primera reseña creo que dije que la había leído cinco años atrás.

Me asaltaba la duda sobre la posibilidad de que un mismo usuario escribiese una segunda reseña de la misma obra, aunque estaba casi seguro de que sí sería posible, como una opción razonable para rectificar criterios que el paso del tiempo hubiera podido modificar.

Como decía en la reseña, todo parte de la intensa actividad cinéfila que llevo ahora y Apocalypse now, me inyectó el gusanillo necesario para desear leerla otra vez. Y está claro que ahora lo entiendo todo, y puedo valorar el texto de Conrad. También (es necesario en un libro como este), tuve que leer mucho de lo que incluye la edición de Cátedra, antes de la novela, porque si no, el entendimiento de esta obra se dificulta muchísimo, y diría que, incluso así, es complicadísima, porque el autor, aquí, se deja llevar, completamente, en su afán por expresar lo que siente, pasando olímpicamente de desentrañar un poco sus palabras, para que la novela no se convierta en un texto profundo y tremendamente sentido, pero oculto e incomprensible. Y quizá sea esa desatención del escritor para con sus potenciales lectores, la que me ha llevado a ponerle un 8 en lugar de un 9.

También me gustaría decir lo admirable que fue la labor, como escritor, de este hombre, por el solo hecho de haber aprendido a hablar la lengua en la que escribía pasados los veinte años, y eso sabiendo también francés a la perfección.

@nikkus2008 hace 6 años

Estupenda reseña, que demuestra que los gustos y sobre todo la valoración sobre determinadas cosas pude cambiar con el paso del tiempo, ya que está sujeta a búsquedas diferentes, que uno no puede conocer hasta que éstas no se manifiestan. Me gustó este párrafo, que explica a la perfección lo que a todos nos ocurre:

"En 2011, quise convertir esta reseña de “El corazón de las tinieblas” en un exponente del estado de ánimo con el que convivimos algunos lectores, cuando nos enfrentamos a cierta literatura que, por lo que sea, nos resulta difícil, incomprensible, se escapa de nuestros esquemas, y como no la procesamos se nos atraviesa; ¿podríamos afirmar, por ello, que no nos gusta?, en sentido estricto no, puesto que no la hemos asimilado; y por tanto no hay desacuerdo estético, se trata de un sencillo problema de ocultación, de invisibilidad; no podemos decir que no nos gusta la decoración de una habitación si su puerta cerrada nos oculta el interior, si no se asimila es como si no se viera, ¿cómo podemos decir que nos gusta o que nos disgusta lo que no vemos?.".

Yo debería releer esta novela, que me gustó en su momento y bastante, pero que creo no disfruté como tal vez hoy lo haría.

Un cordial saludo a todos.