I. EL ORIGEN, EL SÓTANO, EL ALIENTO por Guille

Portada de RELATOS AUTOBIOGRÁFICOS

“Durante toda mi vida he sido uno de esos aguafiestas, y seré y seguiré siendo siempre un aguafiestas (…) siempre fui un aguafiestas, con cada aliento, con cada línea que escribo. Mi existencia, durante toda mi vida, ha molestado siempre. Siempre he molestado, y siempre he irritado. Todo lo que escribo, todo lo que hago, es molestia e irritación. Toda mi vida como existencia no es otra cosa que un molestar y una irritación ininterrumpidos."

Si en los libros de Bernhard que no tienen el marchamo explícito de autobiográfia ya es manifiesto que la forma prima sobre el fondo y que tanto una como otro están al servicio de la expresión y explicación del narrador (autor) más que del transcurso de unos hechos, en estos relatos autobiográficos todo ello es más notorio. En el Origen, primer relato en el que el autor narra su paso por la ciudad y las instituciones educativas de Salzburgo (ahora crucifijo, antes retrato de Hitler), Bernhard dice: “No describo mis actos sino mi ser”.

Todo ese primer relato, que transcurre durante los primeros bombardeos a la ciudad durante la SGM, es una gran vomitona contra aquellos establecimientos educativos, contra la institución familiar y, en fin, contra toda aquella sociedad austriaca que sin duda tuvo una gran influencia en la formación de la personalidad del autor, o toda sin nos atenemos a la tesis que sostiene el autor en este enorme exabrupto: un continuo y prolongado monólogo en el que no existen argumentaciones sino un enorme grito de denuncia, de repulsa y de impotencia contenido en dos enormes párrafos construidos con larguísimas frases continuamente interrumpidas por comentarios que no tienen otro fin que el de de subrayar lo ya dicho y redicho en una serie ininterrumpida de repeticiones y reiteraciones que conforman una enorme y asfixiante letanía que nos describe mejor que cualquier otro tipo de exposición la personalidad obsesiva, tremendista y traumática del autor y que condiciona absolutamente todo su discurso.

Su segundo relato, El sótano, mantiene la misma carga acusatoria contra la sociedad y las condiciones que le tocó vivir y la enorme trascendencia (total y absoluta según el autor) que tuvo (tienen) estas en la vida de las personas que serán incapaces de huir de su influjo. Aun así, es este un relato más optimista y esperanzador (dentro de los estrechos límites en los que podemos hablar en estos términos tratándose de Bernhard) en el que el autor escapa del instituto y encuentra trabajo en una tienda de alimentos (“la dirección opuesta, no solo en otra dirección, sino sólo en la opuesta”) que supone para él una huida de todo lo que le anulaba y un encontrarse consigo mismo o con lo que podría llegar a ser y, fundamentalmente, “ser útil”. Por ello y porque trata en buena medida de otros, de los seres infelices en medio de la pobreza y la desesperación que habitaban el poblado de Scherzhauserfeld, el relato es menos desesperado y amargo de lo que acostumbra (quién se hubiera podido imaginar a un Bernhard feliz), y aunque la forma se mantiene, al ser el estilo menos exasperado y menos abrupto, se hace más patente el carácter exagerado que distingue su exposición y que se aviene mejor cuando el relato y su narrador se muestran más obsesivos y descarnados. Quizás por ello, en comparación con el primer relato del volumen, me haya gustado algo menos, lo que sigue siendo mucho más que un montón.

Llegados a este punto, no sé si fue contraproducente continuar sin descanso con el tercer relato de estos “miles y miles de jirones de posibilidades de recuerdos”, El aliento, porque es lo primero que leo de este hombre que no he disfrutado. Y mira que el tema prometía; nada más y nada menos que su lucha por la vida en una sala de hospital (“la habitación de morir”) aquejado de pleuresía, rodeado de enfermos terminales y atendido por médicos arrogantes y frías y eficaces monjas.

Por si el problema es el exceso me tomaré un descanso antes de atacar los dos últimos relatos.

Escrita hace 8 años · 5 puntos con 4 votos · @Guille le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 8 años

Yo que tú lo haría, forastero.

Son curiosas las malas pasadas que te juega la memoria. Yo creía que El origen tenía UN solo párrafo. Y mi pregunta es, visto lo visto, ¿por qué dos?

Mira lo que dice José Antonio Montano en su blog:

"Hay que meterse ya en la pentalogía autobiográfica: lo mejor en términos absolutos, junto con Corrección. Podría empezarse a leer a Bernhard por la pentalogía autobiográfica. Podría, incluso, leerse de Bernhard exclusivamente la pentalogía autobiográfica y con ello ya se iría bien servido. Pero para el que quiera leer más Bernhard, lo mejor es leerla aquí, cuando ya está bien entrado en Bernhard. Leerla aquí quintuplica y decuplica sus efectos. Y hay que leerla, naturalmente, según su orden de publicación (nada de empezar por Un niño): El origen, El sótano, El aliento, El frío y (ahora sí) Un niño".

Lo dicho, tómate un descanso.

@Guille hace 8 años

A lo que se te podría responder y por qué no. Ni idea, Faulk.

Pues, El malogrado y Sí me gustaron tanto o más que El origen. Los dos siguiente menos, así que me alegro de no haber hecho caso de este blog y ya anuncio que seguiré sin hacérselo. En lo que sí creo que estamos de acuerdo es en que todo parece formar parte de una misma obra y que todo parte del mismo sitio y que todo parece ahondar en lo mismo: Thomas Bernhard.

@Tharl hace 8 años

Buena idea no hacer caso a José Antonio Montano. Me apunto a la iniciativa y ya tengo “Trastorno” en mi wishlist. Tengo que leer a Bernhard.

Por lo que os leo, seguramente caiga después esta pentalogía autobiográfica. En este momento mis lecturas no podían ir más a la contra, pero este año he descubierto las maravillas de diarios, biografías y memorias y es seguro que cuando agote mis lecturas de ahora me sumerja en estos géneros y en, llamémoslo, la “literatura del yo”. Así echo el guante a varias deudas pendientes: H. James, Joyce, Pavese, Pessoa, Vila-Matas, Bernhard…

Tengo expectativas entrecortadas con Bernhard. Siempre se le destaca por su forma y su rabia, pero espero encontrar más que a un formalista rabioso.

@Poverello hace 8 años

Mi deuda con Bernhard lleva pendiente desde que leí Trastorno, que me encantó y fíjate, todavía no me decido a seguir. Seguramente será Corrección o El malogrado, pero ahora me cogí (en castellano de aquí, no vaya a ser que nikkus se piense otra cosa) a Chadler, que es más suavito.

@Guille hace 8 años

Tharl, a Pavese lo tengo en capilla y a Joyce... uf, a Joyce me gustaría abordarle y puede que lo haga el año que viene, junto a DeLillo y Thomas Pynchon, otras dos asignaturas a las que me da mucho respeto matricularme.

No sé qué encontrarás en Bernhard, pero te aseguro que es un rabioso auténtico (eso o me ha engañado completamente).

Al terminar estos relatos. Trastorno entrará en mi lista de pendientes, así que ya comentaremos todos.

@Faulkneriano hace 8 años

Pues, Tharl, como te metas con la literatura del yo... te aseguro que ya no sales de ahí hasta que tengas canas.

@Tharl hace 8 años

Me he resignado felizmente a que la lectura es una actividad inacabable. En algún momento tendré que forzar el fin a mis lecturas de aventuras... Entonces nos veremos todos en Trastorno.
Y otras lecturas del yo. Las citadas y tal vez Marco Aurelio o Montaigne, o vete tú a saber a dónde me lleva el leer. (siempre, o eso intento, desde la falta de respeto a los clásicos, o no los leería nunca)

Poverello, no quiero imaginar cómo respondería Chandler el suave a tus intenciones de cogerle...