EL DIABLO TOCADO POR ÁNGELES por Poverello

Portada de MARVEL KNIGHTS: DAREDEVIL V2, 17

No descubrimos la pólvora al afirmar que las editoriales en lo poco que suelen pensar es en las ventas. No es distinto pues cuando hablamos de grupos dedicados de manera exclusiva a la publicación de cómics, y muy especialmente si concretamos el término al género de superhéroes y de manera aún más específica a los derechos editoriales en España sobre los personajes de la Marvel o la DC.

Marvel, que es la que viene al caso, tan obsesionada ha estado por norma con la tirada de ejemplares que la explotación de guionistas y artistas es un hecho consumado y casi asumido, lo que ha conllevado la huida de sus filas de numerosos genios del noveno arte obligados por la Factoría de los Ideas a renunciar a determinados “excesos” como el detalle en las viñetas, a un buen trabajo del color o a guiones creativos donde la acción o la venganza no fueran el punto álgido de las sagas, priorizando religiosamente la salida quincenal/mensual de la historieta. A lo que de manera habitual conducía tamaño criterio empresarial es que por mucha prisa que se dieran los autores (a los que, por cierto, se les prohíbe firmar las planchas, pues los personajes y las historias son propiedad de Marvel, salvo contadísimas excepciones que más bien sortearon hábilmente tal norma) había multitud de dibujantes y guionistas de segundo orden y bajo coste contratados por la editorial -normalmente cobran por planchas- que iban realizando cómics de entre 20-25 páginas por si fallaba o surgía algún problema con los cotizados y mucho más vendibles y deseables e introducir estas historias sin orden ni concierto y así no dejar de publicar.

De este hecho, que puede verse con facilidad en los volúmenes de obras completas de Los 4 fantásticos, Los vengadores, Thor, Patrulla-X de entre los años 60-80 sobre todo, de manera descarada, no se salvaron las sagas posteriores, todo ello aderezado por la sublime estulticia de los editores españoles, como Panini Cómics -que es también la que nos ocupa-, quienes gozando de los derechos de distribución y habida cuenta que, es más rentable vender un cómics de 50 páginas que de 25, suelen alternar criminalmente en sus publicaciones mensuales (gracias al cielo no así en las colecciones) dentro del mismo tomo una genialidad tipo el Daredevil de Brubaker y Lark con algún que otro relleno más que prescindible como el Daredevil & Punisher de Lapham. Y esto precisamente es lo que sucede en la obra que sirve de cabecera y que cierra los capítulos de El diablo en la galería D, creados con maestría por Brubaker y Lark, poniendo al fiel lector y al que suscribe en la tesitura de no poder valorar con un mero dato estadístico la criatura en cuestión, porque la distancia que separan a nivel narrativo, de planificación y de dibujo a una y otra historia del hombre sin miedo podría apreciarla hasta un topo con gafas de uralita, hasta el propio Murdock ciego sin supersentidos. No he votado, claro, por el momento, para no ser injustos en generosidad. Detengámonos pues en la serie regular de Brubaker y Lark.

No era fácil mantener el tipo cuando Bendis y Maleev abandonaron Daredevil tras contar lo que querían contar, pero Joe Quesada, editor entonces y ahora de Marvel y creador de excelentes y rompedores sellos editoriales como el Marvel Knights o Ultimate, era un tipo serio para lo que uno solía estar acostumbrado y no quiso dejar abandonado a un superhéroe que, después de más de una década una vez que Nocenti y Romita Jr. Dejaran los guiones y los lápices, gozaba de una salud de hierro. Ambos, Bendis y Brubaker, estaban de acuerdo y tras una brillante idea del segundo, Bendis decidió terminar su participación en la serie metiendo al abogado ciego entre rejas con la casi certeza social de haber sido desvelada su identidad secreta. A partir de entonces, y con unos guiones más al gusto de los marvelitas, llenos de acción aunque sin renunciar a los precisos apuntes de novela negra iniciados por su predecesor, Brubaker consigue crear una atmósfera opresiva y por momentos abrumadora que supone una nueva vuelta de tuerca en la vida de Matt Murdock, la que parecía imposible hundirse más tras el inigualable Born Again de Miller y Mazzuchelli. A pesar de algunos excesos dramáticos de poca consistencia como la casual -y gozosa, todo sea dicho- coincidencia de todos los buenos y malosos en la prisión de Rykers, de las que tampoco se librara algún episodio de la anterior etapa con Bendis y Maleev, conocer la obra de esta segunda pareja es imprescindible para el amante de los cómics, agraciada también por la manga ancha mas no insensata de Quesada quien, igual que hiciera con sus colegas anteriores, permite el goce del color y de la calidad de las planchas como hacía tiempo no podía verse en el grupo Marvel. No en vano, la propia distribuidora española, Panini, no duda en dedicar el tomo de 48 páginas que da inicio a la etapa de Brubaker y Lark a los dos primeros episodios ideados por ambos, sin recurrir a paja. Una pena que una vez engañado el personal decidieran no mantener el tipo.

Escrita hace 8 años · 5 puntos con 3 votos · @Poverello no lo ha votado ·

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