SARCÁSTICAMENTE LÚGUBRE por Poverello

Portada de EL SUNSET LIMITED

Decir que “The Sunset Limited” no es ni de lejos la mejor obra de McCarthy es tan de Perogrullo como que el norteamericano es uno de los mejores y más lúcidos escritores contemporáneos. Un Nobel en potencia que no está en la flor de la vida como para esperarlo in aeternum.

Ambas perogrulladas conllevan ineludiblemente dos realidades intrínsecas. La primera que, por muy mal que parezca hacerlo, McCarthy es incapaz de cagarla de manera irreparable; y la segunda, por ende, que la obra de teatro que nos ocupa -género poco transitado por el autor- no puede ser mala. A decir verdad, podría incluso asegurar que el mayor handicap con el que siempre me encuentro al enfrentarme a una de las novelas de mi estimado Cormac soy yo mismo pues, por defecto, me espero lo mejor y si no lo encuentro me cuesta aceptarlo.

Opinaba McCarthy en una entrevista radiofónica en la que lo acompañaba algún que otro genio de la cultura actual como Walter Herzog que “el hecho de que mi punto de vista sobre el futuro sea tan lúgubre es en realidad reconfortante, porque así lo más probable es que me equivoque”. Este pesimismo vital persigue toda su obra, de cabo a rabo, como si un rayo caído del cielo la atravesara de parte a parte. No podía ser menos pues en este drama que nace de una decisión extrema de uno de los dos protagonistas y que es punto de partida hacia un debate filosófico, existencial y ontológico entre un agnóstico convencido y un firme teísta en el que subsiste de nuevo un aspecto común en la narrativa de McCarthy: el irrebatible encuentro de todo ser humano con la verdad de la muerte y del sufrimiento, que en sus escritos suelen ir acompañados además de una violencia extrema. No obstante, y de manera extrañamente inusual en el estilo de McCarthy -y que también está presente en el fondo de la tesis mostrada en su lapidaria frase al inicio de este párrafo- surgen en medio de la tragedia con una fuerza inusitada dos facetas absolutamente ocultas -o aun desconocidas- dentro de la obra del autor estadounidense: el sarcasmo y la fina ironía, que en parte otorgan peculiaridad a este único acto confiriéndole un sorprendente sentido del humor en algunas de sus escenas. Cierto que el mejor McCarthy vuelve a aparecer en algunas descripciones violentas y de desagradable composición, pero el resto, si bien excesivamente pragmático y podría decirse que hasta poco original en muchos de sus fragmentos, no es paja y como suele ser signo en el novelista, sabe conducir de manera precisa a los personajes hacia un preciso punto de inflexión.

El telefilme de la HBO basado en la obra no desmerece. A ello colabora sin duda que el blanco sea Tommy Lee Jones y el negro Samuel L. Jackson, que al igual que McCarthy son capaces de convertir en oro hasta el barro.

“Si analizas los clásicos de la literatura, están construidos en torno a la idea de la tragedia. Uno no aprende demasiado de las cosas buenas que le van sucediendo”, decía McCarthy en la misma conversación radiofónica. “Pero la tragedia está en el centro de la experiencia humana y es a lo que tenemos que enfrentarnos”. Tal vez por eso no congeniaba su carácter con autores que consideraba condescendientes con el alma humana, tal vez por eso no podemos esperar de él ni finales felices ni historias cómicas. Tal vez por eso los académicos puedan odiarlo, o porque escriba demasiado bien como para ser entendido en su totalidad.

Escrita hace 9 años · 5 puntos con 5 votos · @Poverello le ha puesto un 6 ·

Comentarios

@_567_ hace 9 años

Caerá, caerá, a pesar de que este no es un McCarthy al uso y de que el teatro escrito es mi kriptonita literaria y no acabo de saber apreciarlo; debe de hacer algo más de dos años (lo que me ha llevado descubrir en su práctica totalidad a este imprescindible autor, uno de los mejores de la Historia de la Literatura, en mi puta opinión…) que te comenté en otra reseña que valía la pena adentrarse en su obra en toda su vasta extensión (creo que me queda esta y ‘El consejero’), y gozar de lo lindo con toda su obra literaria…

Cierto es que McCarthy describe la violencia y la fealdad de manera única, pero también es verdad que nadie como el para describir la BELLEZA que nos proporciona la naturaleza en sus espacios abiertos y la NOBLEZA de las personas que habitan en ella…

*ya te contaré algo más cuando la lea. Salut!

@Poverello hace 9 años

Pues sí que este buen señor describe la belleza de los parajes como nadie, y el puro contraste otorga todavía mayor hondura a dichas descripciones. Meridiano de sangre es el paradigma.

Aunque 'detestes' el teatro leído he de decir que en su publicación, esta obrita llevaba el subtítulo de novela dramatizada, pues en realidad es un mero diálogo nada más y nada menos. No es lo mismo que un dramaturgo al uso, desde luego.

Nuestro amigo Faulkneriano diría en comparación que de McCarthy habría que leer hasta la lista de la compra.

@Guille hace 9 años

Pienso como McCarthy y los telediarios: lo atractivo es lo trágico. Buena reseña.

@Poverello hace 9 años

Es triste, Guille, pero suele ser verdad. Cuentan las malas lenguas que en los años 60 todo el estado, la policía y hasta el ejército estaba preparado para la macromanifestación contra la Guerra de Vietnam en EE.UU. La prensa no hacía otra cosa que meter leña. Al final fue tan pacífica que en los medios no dieron ni noticia. Jopelines.

En fin...

@_567_ hace 9 años

Bueno, Poverello, para empezar creo que este magnífico diálogo en clave teatral no puede ni debe compararse con el resto de la obra de McCarthy aunque comparta algunos temas en común, básicamente el incisivo análisis pormenorizado de lo que representa la RELIGIÓN en sus protagonistas. Por lo que ‘creo conocerte’ tu enfrentamiento lector con McCarthy parte de la base de una profunda discrepancia en lo referente a la fe religiosa… sí, amigo, tú eres el NEGRO y él es el BLANCO, creo que así entenderás lo que quiero decir. Y está muy bien que aportes a la reseña esas declaraciones radiofónicas de McCarthy: el pesimismo que, efectivamente, refleja toda la obra del autor bien podría condensarse en aquella frase tan acertada, creo que de Truffaut: “Un pesimista no es más que un optimista con experiencia”.

¿Han hecho un telefilme? Vaya, espero verlo algún día. Mientras leía el libro (dos horas de lectura + otras dos de profunda reflexión interior –sería mi recomendación-) tuve en todo momento una elección personal para una futura adaptación teatral: Nick Nolte & Samuel L. Jackson, ya veo que no iba desencaminado al menos con el negro. Por cierto, por extraño que pueda parecer, he tenido presente en todo momento al Godot de Beckett (el blanco y su constante ‘me tengo que ir’, el negro y su ‘tienes que esperar y escucharme o escucharlo a Él…’); y eso, que pese a mí inexperiencia en este género, ya puedo decir que esta sea posiblemente la obra teatral que más me ha gustado hasta la fecha.

“El irrebatible encuentro de todo ser humano con la verdad de la muerte y el sufrimiento” sentencias muy acertadamente en la reseña… pero, Poverello, ¿dónde queda la libre elección de ese ser humano de acudir al encuentro de Ella cuando le plazca? Hay dos personajes y un objeto de tapas negras, que es un libro y que apoya al NEGRO, claro… ¡es la Biblia!... Aun así el BLANCO tiene muchas cosas que decir. El monólogo final, ya no diálogo, la última página negra, me parece realmente descomunal. ¡Grande, McCarthy!

*¿Un tren?, ¿Puede Dios evitar que un ser humano tome la vía de escape que le plazca para escoger su destino?, dejo que seas tú quien ilumine al futuro lector, con esos dos soles o dos faros de la portada, y que les expliques que es realmente el Sunset Limited.

Un abrazo.-

@Poverello hace 9 años

Hay un problema de base en lo que apuntas, Krust, y es que a mí me cae bastante mejor el blanco que el negro, puede que precisamente por lo que comentas acerca de cómo yo entiendo la fe, y desde luego, no hago depender la vida y las cosas que me suceden de la voluntad de Dios, y según mi concepción Dios no puede evitar nada, porque para eso está la libre elección del individuo, algo que obviamente no acepta/cree el negro según afirma de manera clara al final de la obra sin entender lo sucedido, como si la divinidad tuviera algo que ver en el encuentro casual y en la decisión final del blanco, más que respetable. Y eso es lo que me parece por momentos poco elaborado, porque McCarthy categoriza ambas posturas y en cierta medida las simplifica como si el ser humano precisamente no tuviera oportunidad de reconocer que está equivocado, tenga o no fe, y que puede cambiar de opinión. En realidad, y eso sí me gusta a pesar del inconveniente expuesto anteriormente, son dos monólogos yuxtapuestos condenados a la falta de entendimiento al ser dos formas de entender la vida y la muerte.

De todas formas, como dije, de McCarthy hay que leer hasta la lista de la compra, y a pesar de los detalles o simplicidad de algunos aspectos, me parece muy interesante esta obra 'falsa' de teatro. Y como bien dices se lee en un rato, aunque después te duela la cabeza el doble de tiempo dándole vueltas al tarro.

Abrazos.