OPTIMISTA BIEN INFORMADO por Poverello

Portada de 1280 ALMAS

Si es verdad eso que comentaba Saramago en una entrevista acerca de que “no soy un pesimista, sino un optimista bien informado” resulta claro a todas luces que Jim Thompson es el culmen de la buena información. Leer sus obras de novela negra es como dispararse un tiro en el corazón al inicio de la primera página y estar agonizando y moribundo hasta cerrar la contraportada.

Igual dan los motivos del míster para tener una concepción tan desoladora del ser humano y de su naturaleza: echarle la culpa a sus enfermedades o a su alcoholismo, a la marcada presencia demencial de su padre -sheriff corrupto, estafador, mala gente- que le sirve de clara y derrotista imagen en sus novelas, o a una especie de deprimente chovinismo. El caso es que al lado del nihilismo de tipos como Nick Corey el interesado pragmatismo del agente de la Continental de Hammett, el estoico laconismo de su detective Sam Spade o el desesperado sarcasmo del Marlowe de Chandler son pecata minuta. Sin temor a exagerar hasta el juez Holden de “Meridiano de sangre” es un monaguillo que apenas acaba de despegar en sus cotas de maldad.

Y en este punto llega lo más infame del horrendo protagonista de “1.280 almas”; es tan supuestamente bobalicón, básico y absurdo en sus planteamientos que antes de que uno pueda darse cuenta y a pesar de la burrada que está aconteciendo o de aquella que sin duda en breve va a suceder, se está tronchando de la risa con un personaje extremadamente anodino que bien podría ser tu vecino del quinto, ese que te saluda cada mañana en el ascensor con cara de no haber roto un plato. El retrato en primera persona, falto de continuidad discursiva en la cabeza de Corey, quien sólo hace lo que decide hacer por hartura, por misantropía, por miedo a perder... pero con un método repensado crea un sentimiento de impotencia y desazón en el lector que ni siquiera puede lograr el sheriff adjunto Ford de “El asesino dentro de mí”, que al fin y al cabo es un psicópata. ¡Qué se puede esperar!

“Existen treinta y dos maneras de contar una historia y las he usado todas, pero sólo existe una trama: las cosas no son lo que parecen”, dijo Thompson sobre las novelas. Tan verdad es dicha afirmación que en sus obras no importa en absoluto que desde el principio sea de dominio público quien es el “malo”, pues lo realmente indescriptible e indescifrable es el por qué detrás de cada natural brutalidad. Como en Macbeth, como en Otelo, como en Rey Lear, dentro de cada ser humano existe un atisbo de locura que conduce irremediablemente a la tragedia y en este sentir cáustico y perverso nada tiene que envidiar Thompson a Shakespeare, aunque los monólogos que nos muestran los personajes del novelista norteamericano -más allá de que sean el único recurso para entender si fuera ello posible su actuar- tiendan más a lo tragicómico y a lo patético que al puro drama vital. Quizá por ello nos resulten de manera irremisible más sorpresivas.

Puede que se debiera a uno de sus ataques de egolatría, pues no es que Thompson fuera un total desconocido cuando dejó este mundo habiendo colaborado en el cine con directores de la talla de Kubrick (“Atraco perfecto”, “Senderos de gloria”) y fueran algunas de sus obras llevadas a la gran pantalla antes de morir (“La huida” de Sam Peckinpah, 1972), pero insistió a Alberta, su mujer, para que guardara todos sus manuscritos, pues en diez años sería un autor reconocido. La verdad es que acertó de pleno, vaya que sí, y a la pregunta que muchas veces me hago de si, en mi caso, preferiría ser famoso en vida y que me olvidaran a los pocos años de palmarla, o por el contrario morirme de asco sin un céntimo pero ser recordado para la eternidad siempre me respondo que lo segundo, y Thompson lo ha logrado, con sufrimiento y confianza en escribir lo que creyó que debía escribir, por encima de cualquier otra falaz necesidad.

Desde ahora, cada vez que me sienta optimista estoy condenado a pensar en Thompson.

Escrita hace 9 años · 5 puntos con 6 votos · @Poverello le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 9 años

No puedo sino estar de acuerdo con esta novela bestial, en todos los sentidos, que trasciende, como muchos advirtieron, las fronteras del género negro para convertirse en una obra de referencia para reflexionar sobre los vastos territorios de la maldad.

@Poverello hace 9 años

Es curiosa la sensación que me deja esta obra. Una antinovela, podríamos decir: con un protagonista que es un verdadero bobo hijo de puta que cae como una patada en la entrepierna, ausencia podría decirse de argumento y encima sin un final al uso... pero que es un ejercicio de estilo tan demoledor que te deja seco. Parece que no tiene nada, pero terminas con la idea de que lo tiene todo.

Me ha encantado, desde luego.

@Guille hace 9 años

La leí este verano y también me gustó, quizás no con el entusiasmo que destila tu reseña pero me gustó.

En la novela hay un comentario que Nick Corey se hace a sí mismo que lo define perfectamente: "a lo mejor no soy muy listo -¿quién quiere un sheriff listo?".

@_567_ hace 9 años

Preparas la coctelera, le cargas 3/4 de whisky blanco, le metes un ramillete de western de serie B y un toque brutal de humor negro (¡joder, como le ha hecho ‘sonreír’ esta lectura a mi lado malo!), se lo das a tomar al amigo Nick Corey (imagínense ustedes un… ¡Torrente 6 – Operación: Potts County!) y cuando esté bien curda, el amiguete Nick, le dejas que se tire una ristra de pedos en tu cara lectora (tantos como 1280) y te queda una novela de culto como esta. ¿Zafia? pensaran algunos, nada más lejos de la realidad…

¡Grande la reseña y muy buena la novela! (La mejor de las 3 que he leído de un Thompson al que sólo le fallan los desenlaces, este incluido e incluso te diría que le ha costado el 8 pero de verdad que no importa, hablo de mi gusto como lector claro…)
Gracias por el empujón, Poverello.-

@Poverello hace 9 años

Cierto el comentario, Guille, pero que en cierta manera da a entender de igual manera lo listo que es el colega haciéndose el tonto.

También buena parte de razón en lo de los finales, al menos en las dos que he leído, Krust, y curiosamente el más convencional, que es el del El asesino dentro de mí, me gusta pero que muchísimo menos. En realidad creo que el final abierto de 1280 almas, y comparando a los seres humanos con culos de perro tiene su aquél con el tono crepuscular y sórdido de la obra aunque se queda uno como a medio gas. No me sorprendió del todo no obstante, pero entiendo perfectamente lo que dices y lo comparto en buena medida, incluso en lo referente a la valoración de la novela a nivel global.

Me gustaría seguir con este señor, pero no sé bien por dónde.

@LaChata hace 9 años

Me acabo de apuntar a mis listas "1280 Almas" todos vuestros informados y buenos comentarios sobre la novela me han incitado, ji... Un saludín de La Chata

@Poverello hace 9 años

Veo que te gustó bastante El asesino dentro de mí, lo que no siempre es síntoma de que te vaya a entusiasmar esta, pero es un buen principio. Por mi parte prefiero 1280 almas, ligeramente.

Que te aproveche Thompson, si se puede decir.

@Guille hace 9 años

Da a entender, no. Yo más bien creo que lo dice claramente.

La novela es el personaje y el personaje es toda la novela. Es algo así como un cabronazo y valeroso soldado Schwejk de la américa profunda.

@LaChata hace 9 años

Gracias Poverello y Guille!!! sí, la verdad que me gustó bastante "El asesino dentro de mí". Así que, para poder opinar sobre esta otra y decir que me gusta Thompson tendre que leerla, ji. :-) Bezoteees

@Jorge_E_Pulido_Paz hace 9 años

Este verano me ha dado por Thompson, "Una mujer endemoniada", "Noche salvaje" y "Un cuchillo en la mirada", habiendo leídos ya hace varios años "1280 almas" y "El asesino dentro de mí", es un autor que me llega, mucho más que otros que podría considerar mejores aplicando una más que dudosa objetividad

@Poverello hace 9 años

Hay autores que más allá de sus virtudes (aunque considero que Thompson en las dos novelas suyas que he leído las tiene y bastantes) le suponen al lector un shock emocional y un descoloque de lo más gratificante. Thompson, al igual que me sucedió, por ejemplo con Céline, es uno de ellos.

@Faulkneriano hace 9 años

Pues no está mal apuntado lo de Céline, Poverello. Desde luego, ambos, Thompson y el francés, no eran unos grandes entusiastas del género humano.