LA AMARGURA DE GEORGES por Nastenka

Portada de MEMORIA DE GEORGES EL AMARGADO

"(...) Cuando estuve solo, por un instante me vino a la cabeza la idea de tirar a la basura aquel paquete inoportuno. Pero en cambio quité el papel alquitranado que lo cubría, y en la primera página, escrito con tinta roja, vi estas dos palabras: Mis memorias.
Separé estas páginas y me dispuse a leer... pero a partir de las primeras páginas me quedé como atontando... Aquello era sencillamente admirable... El resto del día, y la noche entera, los pasé en la lectura estremecedora, angustiosa, de estas páginas."

Y esas páginas son, efectivamente, las memorias de Georges, un Georges que empieza a escribirlas contándonos que ese día se miró al espejo, aunque normalmente huye de ellos; "pues yo siempre evito verme. De entre todos los espectáculos, el espectáculo de mi propia persona es el que más me repugna."
¿Tan feo es el pobre Georges? No. Tan feo es el mundo.

Georges, desde su infancia, parecía predestinado a ser conocido como nos lo presenta Mirbeau; "el amargado". Sus padres, según él mismo nos cuenta, le crearon sin alegría y le criaron sin amor. El único cariño que recibió de niño, duró poco, se lo entregó Bijou, un perro "pequeño, muy feo, muy flaco y muy temeroso" que murió al poco tiempo de llegar a su encuentro al tragarse un trozo de vidrio hurgando en la basura.
Con la muerte de Bijou, Georges se vió privado de todo amor. Y así comenzó su recluimiento en sí mismo. Georges vivía en su cabeza.

Y Georges sale de la pequeña ciudad donde vive hacía París, allí conoce a la que se convertirá en su esposa, a la que nunca amó. La fealdad de su mujer era la fealdad de la sociedad. Pero Georges había aprendido a recluirse...

Hasta que ocurre... "el incidente" y Georges pasa una noche en el calabozo, acusado de un sórdido crimen. Y nuestro protagonista (y la novela) cambia, deja de centrarse en el personaje y se convierte en un grito de denuncia, contra las leyes, las desigualdades, la injusticia y el poder;

"En París, los filósofos del optimismo mortífero no ven la miseria. ¡No sólo no la ven, sino que la niegan!
-Nosotros hemos decretado la abundancia general -dicen-; la felicidad forma parte de nuestra Constitución. Está inscrita en nuestros monumentos, florece alegremente en nuestras ventanas, en la insignia nacional... No hay más pobreza que la de los que se obstinan en ser pobres, a pesar nuestro... Son unos tozudos. Por lo tanto, que nos dejen tranquilos."

"¿Cuántas cabezas de inocentes ha tenido que pisar, por qué laberinto de oscuros pasillos ha tenido que pasar, ante qué poderosos ha doblado su espinazo tan flexible ante los grandes, tan rígido ante los pequeños, antes de alcanzar esta cumbreen la que ahora planea su toga roja?"

Con Georges he tenido la extraña sensación de que se entremezclaban personajes como Bartleby, Meursault... y yo.
Claro que a mí me falta aprender a "gritar"...

Escrita hace 10 años · 5 puntos con 2 votos · @Nastenka le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Poverello hace 10 años

Jolín, también me acordé del protagonista de "El extranjero" al leer tu reseña, Nastenka.

Interesante... ¡Y no está en la biblioteca! Grrr...

@Nastenka hace 10 años

Una lástima, Poverello, porque creo que éste te gustaría.
Y además es concentrado...