NO APTA PARA PALADARES DELICADOS por Guille

Portada de ERA TARDE, MUY TARDE

El personaje de memorias del subsuelo enfrentado a los muros que angustiaron a Josef K y contado por el maestro que influyó a autores como Irvine Welsh; o bien, el flujo mental onanista de un paranoico que jode su vida a base de no poder contener al imbécil que lleva dentro, aunque un imbécil consecuente que nunca busca cobardes excusas exculpatorias; o bien, un Bob Slocum que se pregunta y se pregunta y se pregunta y se pregunta ¿En qué momento me jodí del todo, Zabalita?, pero no desde la burguesía acomodada del americano aquel sino desde el centro del más barriobajero lumpen escocés de mediados de los 90.

Vamos, una auténtica maravilla no apta para paladares delicados (el protagonista y el narrador se enfrentan en una apretada competición a ver quién es más malhablado) ni para ese lector-hembra del que nos hablaba Cortázar. Una narración en tercera persona que se parece muchísimo a una primera persona y cuyo discurso no presenta ninguna interrupción por capítulo alguno entre la primera y la última palabra de las 328 páginas que componen el libro. Un libro intenso, arriesgado, claustrofóbico, brillante; brillante es su narrativa y brillante en la plasmación de ese mundo marginal encarnado en ese personaje perdedor entre los perdedores que es Sammy, alejado de esa horquilla facilona que va desde el paternalismo romántico a la sordidez molarizante.

Escrita hace 10 años · 0 votos · @Guille le ha puesto un 8 ·

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