CORAZÓN CAZADOR por sedacala

Portada de CARSON MCCULLERS

Acabo ahora mismo de terminar “Carson MacCullers”, la biografía sobre la autora de “El corazón es un cazador solitario”. En ella, la francesa Josyane Savigneau traza muy convincentemente el tránsito por la vida de aquella novelista del Profundo Sur de Estados Unidos. No se trata tanto de hacer valoraciones sobre su obra; en el libro se insiste varias veces en rechazar la idea que muchos tienen de que su escasa extensión y sus matices demasiado intimistas, la conviertan en la obra de una escritora menor. Pero no creo que interese meterse en arriesgados juicios de valor. Se trata, sobre todo, de intentar comprender su visión de la existencia, y como ese entendimiento puede ayudar también a interpretar mejor sus libros. En mi caso partiendo de la lectura de “Reflejos en un ojo dorado”, primero, y de “El corazón es un cazador solitario”, después. Lamentablemente, en la primera no capté nada, o casi nada, y me dejó frío, en tanto que la segunda no me dejó nada frío, aunque las cosas que capté, se organizaron en mi mente de manera un poco inconexa. Me falta, evidentemente, “La balada del café triste” para completar su obra más importante, porque “Frankie y la boda”, que en su biografía se cita al mismo, o mayor, nivel de importancia no parece que esté traducido al español o, al menos, yo no lo he visto. Decía yo lo primero: intentar comprender su visión de la existencia. ¿Por qué? Pues porque la lectura del libro, le hace a uno comprender enseguida que su apreciación del mundo era tremendamente particular. Siempre se consideró una persona “diferente”, y las personas que la conocían coincidían también en atribuirle un carácter muy peculiar. Es indudable que su sensibilidad era muy especial y muy desarrollada; su afición a la lectura era incluso superada por sus dotes y su afición por la música. En cambio su relación con amigos o compañeros de clase no se distinguía por su fluidez; el trato social no lo llevaba bien. Su tránsito de la pubertad a la adolescencia y de esta a la juventud o al mundo de los adultos lo realizó de una manera abrupta y enseguida apoyándose en Reeves MacCullers, el que sería su único marido y quizá su único amor dentro del género masculino. A esto último, no hay que atribuirle connotaciones lésbicas, se trata simplemente de una realidad que se basa en que todas las demás personas a los que quiso a lo largo de su vida fueron mujeres. Pero se puede querer a alguien del mismo sexo y no acostarse con él. El libro parece dejar claro que el sexo le interesaba muy poco o nada. Y aquí enlazo ya con El cazador…, en el que yo no contemplé en ningún momento la relación de Singer con su amigo como homosexual. El caso es que, probablemente sí lo sería, pero a ello no hay que atribuirle, prácticamente, ninguna trascendencia en el significado de la trama, por que, lo que la autora quiere decir es que todos en la novela se apoyan en Singer en el convencimiento de su comportamiento receptivo, cuando en realidad Singer no les hace demasiado caso por que lo único que le interesa es trasladar su cariño a Antonolpoulos que, sin embargo, no es capaz de recibirlo. Es decir que Carson, y eso sí lo pude apreciar leyendo la novela, le da muy poca importancia a los comportamientos sexuales al uso; en Singer no aparecen (aunque se sospeche lo contrario), y en Mick, que sí aparecen, tienen un escasísimo peso específico. Por otro lado, su biografía expone perfectamente la relación de Carson con su marido haciendo ver que las neuras y las fobias de ambos son suplementarias en lugar de complementarias, que hubiera sido lo deseable, por lo que constantemente chocan, rivalizan y se destruyen el uno al otro en una relación de agresividad mutua terrible. Su coincidencia en un posicionamiento político y existencial de izquierdas, no les sirve para compensar la pelea brutal que resulta la vida para ambos; el alcohol en cantidades industriales, el cigarrillo permanentemente entre los dedos y, en el caso de ella, la enfermedad, les llevan por la vida en una especie de vía crucis terrible. En cuanto a su localización física, Carson nace en Columbia (Georgia), una ciudad pobre que pertenece a ese Sur deprimido por la crisis del algodón y por la situación general de los años treinta, en la que los blancos son tan pobres que sólo se pueden permitir enorgullecerse de ser blancos, y lo hacen y humillan a unos negros que son más pobres aún. Pero al mismo tiempo, este marco físico sudista condiciona su vida; ella cree que en ese ambiente se dan unas condiciones sociales similares a las que se daban a finales del siglo anterior en Rusia y lo cree porque en sus primeras lecturas serias se entusiasma con Dostoyevski por el que siente una profunda admiración. Bien, pues todo esto, de alguna manera, tiene repercusión en su obra insuflándole la dureza y la desesperanza que lógicamente se desprende de ese marco, pero a la vez, todo esto le transmite también una sensibilidad enorme, le induce ternura, una cierta inseguridad, un afán por plantear problemas o situaciones que no llega a cerrar, que deja abiertas para que sea el lector el que pueda plantearse el porqué o el como, para que pueda analizar, para que pueda sentir y para que se forme un criterio. La construcción de la trama del libro (sigo refiriéndome a El corazón es…) es interesante y bonita por que hace pensar y por que pone muchas cosas encima de la mesa, pero no es brillante en el sentido de que no llega a definir ni a cerrar todo lo que plantea; quizá en ese sentido era en el que se decía lo de escritora menor. En definitiva, recomiendo el libro; es muy interesante, sobre todo, ligado a la lectura de sus novelas que, sin duda, se vuelven repentinamente mucho más comprensibles si se acompañan con la lectura de este libro. Lo que no sabría afirmar, es si es preferible leer las novelas antes o después de la biografía por que en mi caso estoy seguro de que habría disfrutado mucho con “Reflejos en un ojo dorado” leyéndola una vez conocida la vida de su autora, pero en el caso de El corazón es…, disfruté igualmente con la novela y también me gustó luego analizarla mientras leía la biografía.

Escrita hace 10 años · 5 puntos con 3 votos · @sedacala le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 10 años

Buena reseña, sedacala. Me parece muy fértil tu doble lectura biografía-novela. Bien sabes cómo defiendo conocer a fondo a los autores para apreciar mejor los entresijos de su escritura.

Reflejos... es un caso claro. Uno se sorprende de que una chica de veintipocos años conozca al dedillo una base militar. No es tan raro, claro está, si se conoce su biografía.

En lo que estoy de acuerdo contigo en todo es que la compleja sexualidad de Carson (mediatizada sin duda por sus muchas enfermedades) se traslada a sus escritos, en los que parece claro que lo físico no ocupa un lugar preponderante. Lejos de mi intención entrar en consideraciones morbosas, pero el amor en los cuentos y novelas de McCullers es tan complicado como en su vida. Véase, por poner un ejemplo, el personaje del capitán Penderton en Reflejos..., la historia de Singer en El corazón... o la miss Amelia de Balada del café triste.

Todo McCullers está traducido. Lo más fácil es buscar El aliento del cielo, que contiene todos los cuentos y las novelas cortas Reflejos en un ojo dorado, La balada del café triste y Frankie y la boda. Frankie es muy autobiográfica, como buena parte de sus escritos, y merece la pena leerlo. También algún cuento como Wunderkind (donde Carson rememora su temprana y fallida dedicación a la música, un cuento desolador, de una concisión memorable sólo al alcance de unos pocos) Que su producción sea corta (murió a los cincuenta años) no quiere decir que se trata de una autora menor. Desde luego, en Estados Unidos no lo entienden así.

Por mi parte, sólo me resta leer Iluminación y fulgor nocturno y su última novela, Reloj sin manecillas. Ya estoy tardando.