DE CONAN VAGABUNDO A REY CONSOLIDADO por Arbolcelta

Portada de CONAN EL USURPADOR

Era un niño cuando vi por primera vez la película de Conan El Bárbaro con Arnold Schwarzenegger. Al final aparecía un Conan sentado en un trono, con el rostro serio, mandíbula apoyada en puño y la voz de Mako que decía: pero ésa es otra historia...

Los años pasaron, pero uno siempre guarda un lugar en el corazón para estas historias simples y sencillas, de capa y espada o, en este caso, de espada y brujería.

Conan no es sólo un personaje de la fantasía contemporánea, sino un ícono. Su poder arrollador y su astucia elemental le confieren un carisma único.

Leí varios libros del escritor que creó a Conan: Robert E. Howard. También he leído varios otros de De Camp, Lin Carter, Robert Jordan y otros más que no recuerdo. Y, para ser completamente sinceros, nunca lograron -no digamos igualar- sino aunque más no sea seguirle el paso a Howard.

Este volumen aparece como el tomo recopilatorio donde debería aparecer la historia en la que Conan se hace rey por su propia mano, sin embargo, eso brilla por su ausencia.

La primera historia de Camp aparece el personaje de Conan, pero no logra atraparme ni hacerme disfrutar de la narración que, hasta por momentos, se vuelve confusa y carece de toda épica.

La segunda historia es todavía peor: Conan ni siquiera aparece, sólo es mencionado de pasada, donde dice que combate para hacerse con el trono. La historia es contada por un guerrero que combate contra los pictos. Ahora bien, en el tomo de Martínez Roca (este libro que reseñamos), el mapa es ostensiblemente distinto a un tomo de la extinta editorial Bruguera, donde el territorio de Aquilonia y los desiertos pictos se hallan a una distancia más que considerable, y con varios otros territorios de por medio. Pero bueno... De Camp se toma unas largas licencias para acomodar todo a su placer.

La tercer historia es de Howard: El Fénix en la espada. Aquí Conan ya es rey. Hay magia, complots, seres monstruosos, guerreros y mucha acción. En este caso Conan vuelve a brillar de la mano de su creador. La narración fluye y uno es transportado a ese mundo de hombres valerosos y mujeres hermosas. Pero sigue sin haber ninguna historia de cómo el Bárbaro logra hacerse con el trono.

La cuarta y última historia, también de Howard, es tan entretenida como la anterior. Pero Conan es rey y la historia transcurre en otra parte, luego de que es traicionado por sus vecinos.

Cuatro historias y en ninguna nos enteramos de cómo el bárbaro aventurero logra ceñirse la corona. Creo que aquí el gran problema es De Camp, que intenta reescribir historias y colocar a presión otras tantas de su autoría sin beber del néctar sagrado de la épica. Hasta me atrevería a decir que este hombre no se sentó tranquilamente a disfrutar una historia de Conan.. o de Howard, porque no llega a emular ni la décima parte.

Este libro sería completamente desastroso y olvidable si no contuviera las dos historias que Howard, el verdadero y único creador de Conan, escribió con la pasión y la épica que lo caracteriza. Historias que lograron que su personaje rebasara a su autor y perdurara en el tiempo.

Escrita hace 11 años · 4.2 puntos con 5 votos · @Arbolcelta le ha puesto un 6 ·

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