CON PELUCA Y A LO LOCO por sedacala

Portada de TRISTRAM SHANDY

Era Febrero cuando empecé con él, y ahora estamos en Julio y acabo de terminar la última página; esto significa, un ritmo pausado de entre cuatro y cinco páginas diarias. Y pasado todo ese tiempo, concluyo en que merece una calificación de sobresaliente. ¿Por qué así? ¿Es quizá un libro entretenidísimo, por lo ameno de la historia que cuenta o por el interés de su trama? No, en absoluto; su historia es inexistente y lo que se nos cuenta, que no puede merecer el calificativo de historia, tiene un carácter inconexo y fragmentario, con un único hilo conductor que son los personajes. Estos, eso si, son pocos y no cabe hacerse líos con ellos; a saber: su padre Walter, su madre (no se menciona su nombre), Slop un pintoresco médico de familia, Yorick el clérigo y contertulio habitual, Obadiah el sirviente, las criadas, la viuda Wadman, y por fin y sin duda los dos mejores, su tío Toby, y el cabo Trim su asistente. Teniendo en consideración el título de la novela, largo pero aparentemente explícito: “Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy”, echamos en falta la presencia como personaje del propio Tristram, y es que la novela está contada por él, pero él no aparece por ningún lado. Sólo se le menciona en el transcurso de las peripecias obstétricas de su nacimiento; antes de eso, ni siquiera ha nacido; después, al igual que en todo el resto del libro, se limita a darnos relación de los hechos que acaecen a los otros personajes y siempre actuando como narrador en primera persona.

Que estas cosas que refiero de la novela, sean así como son, es doblemente sorprendente teniendo en cuenta que hablamos de un libro escrito en pleno siglo XVIII, es decir, de esa época en que el género narrativo está todavía en mantillas, —por así decir— y la novela moderna, tal como hoy la conocemos apenas si hace un siglo que ha arrancado. El Quijote, es de principios del XVII, y Robinsón Crusoe, o Los viajes de Gulliver, son de principios del XVIII. Además estamos hablando del siglo de las Luces y el de la Ilustración, es decir, de aquella época en que todo se quería tabular, organizar y clasificar. Por tanto, decía antes, es muy sorprendente la aparición de un libro como este que se escapa a cualquier intento de clasificación, y a cualquier regla o norma posible en su tiempo.
He mencionado intencionadamente El Quijote, por la declarada y repetida admiración de Stern por la obra de Cervantes; lo dice en múltiples ocasiones a lo largo del libro, y verdaderamente uno siente que hay algo especial en el modo de tratar a algunos personajes, que uno juraría que está sacado de El Quijote. Concretamente, la pareja formada por el tío Toby y Trim, podría ser de inspiración cervantina. El capitán Toby, representa la personificación de las obsesiones por un tema, el que sea, aquí el mundo de la estrategia y las fortificaciones del arte de la guerra, allí las novelas de caballerías, (Don Alonso Quijano). Por otro lado, Trim, el cabo, le sigue la corriente y se adhiere a su monomanía, pero poniendo siempre de su parte ese punto de practicidad que le hace tener los pies en la tierra y adaptarse sabiamente a las circunstancias (Sancho Panza).

Como decía, es una narración inconexa, incluso la calificaría de caótica, por que si hay algo en lo que Stern se recrea es en la anécdota, en el detalle insignificante que constantemente viene a interrumpir la continuidad inexistente de una narración que tropieza una y otra vez en el escollo de las digresiones. Estas, son para él una necesidad que le hace falta para así explicar una sucesión de cosas: como ve la vida, como interpreta a sus personajes, o cuales son sus ideas sobre múltiples cuestiones filosóficas o morales. En ese terreno, su padre es el gran polemista, el hombre que basa su existencia en la discusión, el análisis o la divagación sobre mil temas distintos. Con estos mimbres que estoy extendiendo sobre el libro, ya no sorprende demasiado que diga que este es, anárquico, humorístico, retorcido, simpático, inteligente..., utiliza además una técnica que modernamente llegó a extenderse mucho. En una época en que la burguesía quiere hablar bien, para diferenciarse del pueblo, que es procaz y grosero, él prefiere, por ejemplo, la omisión para referirse en el curso de los avatares del parto en que nació, a la parte de la anatomía de su madre por la que él asomó al mundo por primera vez, y colocar en su lugar unos asteriscos, para que así el lector ponga lo que más le cuadre, que no siempre será la misma palabra aunque todos los lectores estén pensando en lo mismo, esto lo convierte, junto a otros recursos tipográficos similares, en una practica habitual en el libro. También, como es burlón y desvergonzado crea capítulos de un solo renglón, o incluye páginas con dibujos, u otras muchas cosas de ese estilo. Naturalmente, tuvo éxito enseguida, pero también tuvo inmediatos detractores. Él mismo que era clérigo de profesión, viajó por Francia e Italia, y parte de esos viajes se narran también en el libro, aunque nunca hablando de él mismo. Una forma muy eficaz de expresar cómo es el libro que nos ocupa: “Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy”, es la siguiente: después de leer El Quijote, aunque no sea demasiado fácil, uno podría contárselo a alguien; igualmente, podría contarse la historia de Robinsón Crusoe, o los viajes de Gulliver, o las tribulaciones de Moll Flanders; pero lo que es literalmente imposible es contarle a alguien esta novela de Stern. Por tanto, se podría decir que es la primera novela de la historia de la literatura que no es posible contarle, en pocas palabras, a un interlocutor.

Pero hay una cosa que aún no he aclarado. ¿Si este libro es así de indefinible y mudable en su morfología, cual es el por qué, como avancé al principio, de la calificación de sobresaliente? Pues bien, he de reconocer que esta es una de esas ocasiones en que otorgar una valoración a una obra se convierte en algo tremendamente subjetivo. Siempre es subjetivo, nadie lo duda, pero en esta ocasión lo es aún más dadas sus características; es especialmente subjetivo. Los argumentos que utilizo para decidir mi valoración, son simples sensaciones, simples pálpitos, pero muy claros y muy acentuados, por eso tampoco me suscitan dudas. Así que la subjetividad, no merma en absoluto la calidad de esa valoración, que si se concede es por algo. En el caso que nos ocupa, puedo decir que pocas veces, y hace ya tiempo de ello, he leído con tanta delectación una lectura, independientemente del mensaje consciente que esa lectura me está transmitiendo; solamente por una extraordinaria excelencia de las formas, por su sintaxis, por la calidad de su vocabulario, por el tono de calidad literaria inmensa que se percibe en sus frases y en sus palabras. Supongo que también la traducción debe tener parte en ello, la de Cátedra es la de José Antonio López de Letona, que hay que recordar que es la primera al español ¡y es de 1.975! Posteriormente, Ana María Aznar y Javier Marías, publicaron también las suyas. Por eso, mis ratos de diez o quince minutos que durante cinco meses he dedicado a leer esta joya, me parecieron extraordinariamente gozosos desde el punto de vista puramente literario aunque no hubiera una trama definida a la que seguirle el hilo. Su influencia en épocas posteriores es, se dice, muy extensa. Pero yo aquí, voy a hablar sólo de la que yo con mis limitaciones he podido apreciar limitándome a las obras escritas en español. Veo ramalazos suyos en Unamuno (Niebla), en Ramón Gómez de la Serna (El incongruente) y sobre todo, en Enrique Jardiel Poncela (Amor se escribe sin hache y La tourneé de Dios).

Termino con una anécdota, que me pareció especialmente divertida y que da una muestra de cómo es el humor de Stern. El tío Toby iba tras la viuda Wadman; la viuda Wadman tiraba del tío Toby para llevarlo a su terreno, pero tenía una duda que no la dejaba tranquila. A lo largo del libro se habla mucho de la convalecencia del tío Toby tras su herida en el cerco de Namur (creo, pero no estoy seguro), esta herida afectaba a su pierna en una zona peligrosamente próxima a la ingle, y se presumía curada, pero la viuda Wadman no las tenía todas consigo y en una cita con él en la que se va a tratar sobre su matrimonio, le pide por favor que le indique el lugar exacto, en que tiene su herida y cuando espera ansiosa que él le señale con el dedo aquella parte de su anatomía presuntamente afectada, el tío Toby se dirige presuroso a extenderle el mapa de la zona y señalarle el punto exacto de la fortificación en que le alcanzó la bala.

Escrita hace 11 años · 4.2 puntos con 5 votos · @sedacala le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 11 años

Estupendo comentario, sedacala, sobre una novela nada fácil de reseñar. Porque, como bien dices, ¿que cuenta Tristam Shandy, si ni siquiera su título es del todo definitorio de su tema? Y, como bien indicas, ¿cómo conciliar el "razonable" siglo XVIII con esta explosión de libertad creativa, que no respeta las convenciones de la escritura, entre otras cosas porque aún no estaban fijadas? Es una obra del siglo XX inequívocamente dieciochesca (o una obra del siglo XVIII del todo propia del siglo XX) Es cervantina hasta la médula e inmensa su influencia sobre la novela moderna. Y, a la vez, una obra profundamente divertida, que, lejos de ahuyentar al personal, atrae inmediatamente su atención, gracias a su poderoso e inimitable estilo.. Leerse cuatro o cinco páginas por días no es mala idea, aunque todo depende de lo goloso que seas: a bombón por día o toda la caja en un par de ataques.

Lo dicho, me ha gustado mucho ver por aquí una reseña de uno de esos pocos libros cuyos méritos estarán, al margen de las modas, perennemente fuera de toda sospecha.

@Poverello hace 11 años

El fluctuante director británico Winterbottom rodó en 2005 una peli basada en esta novela de Sterne que también es cáustica, divertidísima y muy muy curiosa. También la gocé, aunque por lo que comentas, la obra parece ser una joya.

@sedacala hace 11 años

Me cuesta mucho hacerme una idea de la apariencia que puede tener este libro al llevarlo al cine. En principio las adaptaciones cinematográficas lo que pretenden es contar la misma historia pero en un soporte técnico que se basa en la imagen y el sonido en lugar de la palabra escrita. Eso ya suele plantear problemas en casi todos los casos por que la duración de una y otra no coinciden, hay que condensar normalmente. Pero, al menos, es sólo un cambio de duración (y de muchas más cosas) pero manteniendo básicamente la historia. El problema aquí es que no hay historia. Aquí los valores son intrínsecamente literarios, y trasladarlos a un medio que maneja imagen y sonido parece una tarea casi imposible. No digo que imposible, pero dudo mucho que la adaptación consiga llevarse a la pantalla el interés que contiene la obra literaria.

@lucero hace 11 años

Hermosa reseña, sedacala. La literatura golosina, parafraseando a Faulkneriano. Uno se dispone a paladear, y es cierto que no son muchas las obras que generan esas sensaciones de placer estético. La tengo que buscar. Gracias y saludos amigo