MEJOR NARRACIÓN; PEOR DIBUJO por Tharl

Portada de EL LOTO AZUL

Dicen que EL LOTO AZUL es el álbum más importante de Tintín, la primera obra maestra de Hergé. Un punto de inflexión fundamental.
“Exactamente, hasta ahí [El Loto Azul], las aventuras de Tintín (al igual que las de Totor) formaban una serie de gags y de suspenses, pero no había nada construido, no había nada premeditado. Yo mismo salía a la aventura, sin ningún guion, sin ningún plan: era, realmente, un trabajo semanal. Yo ni tan sólo lo consideraba como un verdadero trabajo, sino como un juego, una broma... Oiga, Le Petit Vingtième salía el miércoles por la tarde y muchas veces me había ocurrido que el miércoles por la mañana todavía no sabía cómo sacar del embrollo en el cual yo había metido a Tintín la semana anterior.” (Hergé)
Tras conocer a Tintín con un álbum de su madurez escogido al azar (EL TEMPLO DEL SOL), EL LOTO AZUL parecía el mejor candidato para mi segunda lectura del personaje. Tengo la suerte de que en ambas ocasiones he escogido dos segundas partes de la entrega anterior. Por fortuna se pueden leer independientemente.

El gran cambio que ofrece EL LOTO AZUL frente a las anteriores aventuras -que no he leído- es el guión. Cuando Hergé anunció que el próximo álbum de Tintín tendría China como escenario, el capellán de los estudiantes chinos de una universidad le pidió que se documentara y dejara de lado sus prejuicios, que por lo visto, eran evidentes en entregas anteriores. Para ello le presento a Zhang/Chang -depende la transcripción- para que le ayudara a documentarse sobre la cultura China. La relación salió tan bien que Hergé le dibujo en su álbum como un joven chino de nombre Chang que traba amistad con Tintín. La relación de estos personajes, un reflejo de Zhang-Hergé, refleja los prejuicios occidentales hacia China. La deuda que tiene Tintín con Zhang, el capellán de la universidad, china y “El Loto Azul, es inmensa. De ahora en adelante, Hergé maduraría mucho más los guiones y se documentaría exhaustivamente de los lugares a los que viajará el reportero.

Por mis escasas lecturas, solo puedo comparar este álbum con EL TEMPLO DEL SOL, único cómic que he leído de Tintín. Nueve entregas y más de diez años separan el uno del otro, y no me cabe duda de que EL LOTO AZUL sigue teniendo un guión muy superior. La narración tiene una sorprendente continuidad y coherencia. No da esa sensación sistematizada de set-pieces de aventuras hiladas bajo una excusa cualquiera que tiene su aventura en el Perú. No, definitivamente, al contrario de EL TEMPLO DEL SOL, el guión de EL LOTO AZUL es lo más importante del álbum.
El suspense y el enigma, aunque sigue sin importarme lo más mínimo se nota más trabajado; aparecen muchos más personajes secundarios, cada uno con una función, a menudo crítica; hay una intención de dar a conocer con una mentalidad abierta la cultura china a un público occidental; crítica social y política; y una preocupación por la historia mucho mayor. Aspectos que no se si volverán a aparecer en alguna otra aventura. Por eso merece la pena detenerse brevemente en la crítica social.
Hergé ha descubierto indignado los abusos del colonialismo y lo errada, justificante y explotadora de la mentalidad “civilizadora” de occidente, y se propone denunciarlo. Para ello dedica dos personajes: un magnate del acero mezquino, rencoroso y ruin que con la excusa de la superioridad blanca y el altruismo de la tarea civilizadora que lleva a cabo abusa de los más débiles; y un jefe de policía corrupto. Igual de importante es la forma en que Hergé se moja -intuyo que es raro en él- en la política internacional. EL LOTO AZUL toma claramente partido por China ante la invasión japonesa, culminando así la crítica antimperialista. Hergé llega incluso a mostrar el incidente de Mukden, pretexto japonés “a la americana” para entrar en China, como un montaje del servicio secreto nipón. Hasta la fecha, el cómic no ha sido publicado en Japón.
Por supuesto, todos estos elementos en el guión, sobretodo la crítica, son extremadamente simples y maniqueos. En un viñeta Milú llega incluso a plantear irónicamente a Tintín antes de que este caiga en una trampa japonesa: “Di Tintín, tú crees que los japoneses son buenos?”
En cuanto al humor, como contrapunto al suspense, es más escaso. Un par de momentos brillantes de Hernández y Fernández, la ridiculización de los prejuicios occidentales hacia China y deja de contar. El resto no tienen demasiada gracia. Es un humor sencillo basado en un diálogo mejorable -salvo en los dos casos de H&F-, y que peca de infantil.

Por su parte el dibujo es bastante más pobre que la otra aventura que leí. Tal vez sea precisamente por ese enfoque en la narración y falta de sistematización en set-pieces. Aquí sí que se nota e incluso puede molestar -personalmente a mí no tanto- eso que comentaba poverello de los bocadillos aplastando a los personajes, de los que solo vemos una pequeña cabeza asfixiada sobre un fondo unicolor. Lo importante para Hergé, al menos en este caso, son los diálogos, la historia. Casualmente, aunque esto ocurre menos en EL TEMPLO DEL SOL, me molestaba más, porque había una acción estupenda que interrumpir. Aquí, como la acción es secundaria sobre la historia y el suspense, los diálogos pueden parecer excesivos, pueden sobrar muchos y el suspense ser insulso, pero no plantea la frustración al leerlos de estar interrumpiendo una acción excelentemente planificada. Que cada cual saque sus conclusiones.
El dibujo es el habitual en Hergé, puede que un poco menos madurado: la línea clara. Destacar cómo, algunos fondos tienen un especial mimo con el detalle, sobre todos aquellos en exteriores que muestran las calles chinas, lo que contrasta con la sencillez de los personajes.
La composición de las viñetas está un poco más verde, además del tema de los excesivos y aplastantes bocadillos, muchas de ellas, sobre todo las que se sitúan en interiores y en las que el texto es más importante que la imagen (un medio necesario donde insertar el diálogo), carecen de perspectiva. Colocan la “cámara” a ras del suelo y los pies de los personajes sobre él. Esto cambiará, eso sí, cada vez que Hergé necesite dar mayor profundidad al dibujo, algo, por suerte, relativamente frecuente.
Es la composición de las páginas, el “montaje” de viñetas, donde se nota especialmente que de “El Loto Azul” al “Templo del Sol” transcurren más de diez años de dibujos. El ritmo ágil y fluido, las aventuras que se devoran de izquierda a derecha con alguna pizca de adrenalina e interés está completamente ausente. No me canso de repetir, en EL LOTO AZUL, lo que importa es la historia.

La pregunta es inevitable ¿compensa el guión las deficiencias del dibujo? Cada cual tendrá su juicio. A mi Tintín no me cae especialmente bien, me parece un boy-scout insoportable; el suspense me trae al pairo, y la crítica social es tan superficial y maniquea que ha envejecido mal. Mi respuesta es evidente, no.

El gran mérito de este cómic es que, escrito en 1936, se puede seguir leyendo y disfrutar durante sus 62 pp, aunque se olvide al segundo y se haga algo lento. Más quisieran muchos poder decir lo mismo.
Un 6 generoso.

Escrita hace 11 años · 4 puntos con 3 votos · @Tharl le ha puesto un 6 ·

Comentarios

@Poverello hace 11 años

Jolín, Tharl, me encanta tu evolución a la hora de poder valorar de manera más compleja y completa un cómic. Enhorabuena, en serio.

Respecto a Tintín poco más, porque ya hablo de mi impresión en otra de tus reseñas sobre Astérix. Decir que es bien cierto que en algunas viñetas y álbumes que he visto (no leído) Hergé se pringa de lo lindo a la hora de elaborar los fondos cuando hablamos de ciudades y calles, aunque luego pueda ser más básico en el resto de la historia como también planteas.

No obstante alguno del belga seguro que cae.

Un abrazo.