EL CÓMIC: EL ORIGEN por Poverello

Portada de TERRY Y LOS PIRATAS. NÚMERO ESPECIAL

Dieciséis primaveras tendría cuando leyendo un tomo enciclopédico sobre la historia del tebeo -por aquel entonces cómic era un vocablo prácticamente inexistente en el idioma de Cervantes o sólo estaba destinado al universo Marvel- me topé, en uno de los primeros capítulos destinados al origen del noveno arte, con la imagen de un rostro barbilampiño, aniñado a más no poder y que no pasaría de los treinta y cinco años. Al ladito de esta fotografía aparecían varias viñetas, a color o en exquisito blanco y negro, tan sencillas como elegantes, y que me llamaron poderosamente la atención, pues me parecía una broma de mal gusto que estuvieran dibujadas a principios de los años 30: “¿qué 'pavada' de historietas estaba yo leyendo entonces si este buen señor ya hacía lo mismo más de 40 años atrás?” El niñato ese de la instantánea era Milton Caniff, las viñetas sacadas de su obra imprescindible “Terry y los piratas” con su elocuente villana conocida como la Dama Dragón, y su careto sonriente e infantiloide se hallaba entre unos don nadie del mundo del cómic: poco después de Chester Gould y antes de Hal Foster, Will Eisner o Alex Raymond. Casi ná.

Si hacemos caso a Ernesto Sábato: “ser original es en cierto modo estar poniendo de manifiesto la mediocridad de los demás”, pocos creadores sobreviven ni un asalto a la comparación con Caniff, a quien se puede considerar sin tapujos ni exageraciones como el padre del cómic moderno. En una época marcada a fuego por las tiras de prensa, dentro de cuya realidad dieron sus primeras bocanadas de aire Terry, Pat y su fiel sirviente chino Connie, la propuesta que lanzó en apenas unos meses este dibujante de Ohio fue un órdago con mucho riesgo y más mano izquierda, tanta que para disfrutarlo en su máxima expresión se hacen necesario para el lector escasos minutos de paciencia y no dejarse derrotar con la lectura de sus primeras 50 páginas, hijas inmediatas del clásico 'folletín' de la época, con unos personajes de claro estilo humorístico, planos, con el cartelito al uso de para toda la familia y unas viñetas ceñidas al concepto habitual de tira semanal con final cerrado o prácticamente conclusivo. Sin embargo, aun con este escaso bagaje, el carácter divertido, aventurero e incluso particular de los tres protagonistas hace que su lectura resulte muy ágil y entretenida y que sin necesidad de ser un genio aprecies que debajo de esa fachada pintada a brocha gorda está a punto de aparecer, sin rascar en demasía, un Rembrant. Y vaya si apareció Rembrant, que así llamaban sus coetáneos a Caniff, con su sombreado e indescriptible juego de luces y sombras en una enorme evolución respecto a las primeras tiras, con unos personajes de marcados matices (malvados tan crueles y tan divertidos, excéntricos, comprensibles y sorprendentes en sus actos y decisiones que permiten obviar lo más unidimensional del carácter de Pat y de Terry), diálogos de un humor que te arranca una sonrisa casi sin esperarlo, por momentos ácidos e irónicos, y una comprensión tan álgida del lenguaje cinematográfico y de las novelas de aventuras que, en una magistral mezcolanza de géneros, cuando se le antoja mostrarnos a sus protagonistas como seres drásticos y villanos no hace ascos a la hora de matar de forma fría, insensible y hasta calculadora -característica poco usual tanto entonces como en cómics muy posteriores-. En fin, nos encontramos indefectiblemente ante un sorprendente y cuidado tebeo adulto y nada condescendiente, que se siente capaz de ofrecernos una curiosa novedad incluso en el propio título de la obra, “Terry y los piratas”, optando por centrarse en el personaje más joven y empático, aunque no sea el más 'lógico' y arquetípico según los cánones habituales en el género: Pat, el guaperas hubiera sido la elección más que sensata y evidente en puro ejercicio de marketing.

Y para el final he de dejar mi rendida pleitesía a la increíble y rompedora recreación del personaje femenino de la Dama Dragón, mujer independiente, hermosa y cabreante, que se nos presenta de manera brillante como polo opuesto al canon establecido y arcano allá por la época del swing, y también a ese claro y sentido homenaje que Caniff rinde con el diseño caricaturesco de Connie a “Yellow Kid”, la primera tira (y por ende, tebeo) de la historia.

La influencia de la obra de Caniff en el mundo del cómic no tiene límites, es el D. W. Griffith de las viñetas, nada existiría de igual modo sin él; ni los sombreados de los ya nombrados clásicos Eisner o Raymond, ni la importancia y profundidad concedida a los fondos que tan buenos frutos ha dado en grandes autores de fantasía heroica o del género de superhéroes, ni tan siquiera cualquier historieta española de épocas casi contemporáneas, desde “Roberto Alcázar y Pedrín” -réplica desastrosa donde las haya de esta maravillosa creación del otro lado del océano- hasta llegar al (ahora manido) diseño de personajes de Víctor Mora en obras como “El Capitán Trueno” o “El Jabato”. Caniff da inicio al concepto de obra global y completa más allá de la tira semanal, regalándonos unos guiones que dejan en ascuas, mantienen la tensión alcanzando el clímax en las últimas viñetas de cada publicación, con esa conciencia firme de la necesidad de recabar un lector estable y entregado a las andanzas del bueno de Terry y sus amigos. Yo mismo me reconozco víctima de dicha necesidad. No podía parar; esa noche infinita aparqué a Tolstoi, los “Cuentos del Oeste” de Bret Harte y una cena que se me quedó fría a la espera del bandazo final hacia la última página en blanco de esta obra magistral, creativa, intemporal.

Escrita hace 11 años · 5 puntos con 3 votos · @Poverello le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 11 años

¡Tres hurras por Caniff! ¡Tres hurras por la Dama Dragón!

@Poverello hace 11 años

¡Hip hip, hurra! ¡hip hip, hurra! ¡hip, hip, hurra!

@Hamlet hace 11 años

Encendida y estupendísima reseña, Poverello!! Hasta le has sacado unos hurras a Faulkneriano!! Vamos, que me has convencido para que entre mi próximas adquisiciones figure "Terry y los piratas". Poco a poco voy acercándome y descubriendo a los clásicos fundadores. En casa tengo pendiente aún la lectura de otros dos maestros como Mc Cay y su "Little Nemo" o Herriman y su " Krazy &Ignatz", pero este va a ser uno de los siguientes en ser abordados.

@Poverello hace 11 años

De Winsor Mc Cay, maestro y principal innovador del cine de animación, vi su genial 'Gertie el dinosaurio' (primer filme con un animalito animado como prota, con mezcla de personajes reales, y muy influyente en las posteriores producciones Disney) y la curiosa 'El hundimiento del Lusitania'. Un gran creador, sin duda. Tanto Little Nemo como Krazy Kat son también dos ejemplos de evolución a partir de la nada. Ni sabía que tenían ficha en SdL (una gracias a ti).
Quid pro quo, Hamlet, retomaré la lectura de ambos gustosamente.
Ya estás tardando en leer a Terry.

@Hamlet hace 11 años

Sí, la edición de los tomos recopilatorios de "Krazy & Ignatz" por Planeta, cuyas fichas no sé quién colgó por aquí ( vaya mi agradecimiento para él o ella), es de lujo. No hablemos ya de la monumental edición de coleccionista de Norma Comics de "Little Nemo", que mi mujer tuvo a bien regalarme para mi cumple junto con todos los tomos de Sandman. Si es que no me la merezco!!!

Como me guste mucho "Terry y los Piratas" ,ya le iré dejando lo mucho que me gusta para cuando se acerquen los Reyes jaja

@Poverello hace 11 años

Será que en el fondo eres buena gente, Hamlet.

Conmigo, mis mininos, no tienen esos detalles.

@Hamlet hace 11 años

ja,ja En el fondo, en el fondo ja,ja Mi gatita tampoco regala jaja solo gasta en cómida!! Eso sí, lo que se la llega a querer. No estarás tu contento ni nada con tus mininos!! Por cierto, cuantos tienes??

@Poverello hace 11 años

Se me olvidó comentar que 'Terry y los piratas', en la mejor edición que conozco que es esta de Planeta (como casi siempre en clásicos del cómic), son alrededor de 15 numeritos de 200 páginas cada uno. Tu mujer va a tener que hacer horas extras para pagar tus sanos vicios, je je.

Para que la gente no esté en ascuas. Dos, tengo dos: Igor y Leo. Igor ahora mismo casi ni me deja escribir en el teclado.

@Faulkneriano hace 11 años

Me añado al club felino: mi gata (la de mi hijo, mejor, que yo cuido) se llama Diana. Odio cordialmente a los bichos... pero menos.