EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY UGARTE por Tharl

Portada de LAS INQUIETUDES DE SHANTI ANDÍA

Pio Baroja escribió a lo largo de su vida varias novelas marineras. Esta es la primera, dicen que la mejor. Mis sentimientos son contradictorios: empecé realmente emocionado con una primera parte (de siete) fabulosa, sobretodo en unas primeras páginas absolutamente magníficas. Luego, si bien la novela corta el agua como un bergantín a toda vela y las páginas pasan a una velocidad inaudita, con enorme comodidad, el descenso de calidad me pareció inmenso y solo repuntaba en ocasiones (el epílogo completamente).

LAS INQUIETUDES DE SHANTI ANDÍA es una novela marítima claramente crepuscular. En EEUU por esa época debía estar llegando el ferrocarril al oeste; en el País Vasco, llegaron los barcos de vapor al puerto. Al otro lado del atlántico desaparecían los vaqueros; en los mares de Europa desaparecían los piratas. Ambas orillas brillaban con los destellos metálicos del progreso.
Ese es el fondo melancólico de estás “aventuras” (mucho más correcto inquietudes) marineras: el relevo de lo salvaje por lo civilizado, de Caín por Abel, de las cabezas redondas por las cabezas largas, por usar la terminología del autor. Las cabezas redondas eran violentas, orgullosas, inquietas, sombrías, supersticiosas, melómanas, reaccionarias, religiosas, aventureras; las cabezas largas son tranquilas, contemplativas, plácidas, inteligentes, matemáticas, científicas, progresistas, estudiosas. Shanti se encuentra entre medías, vive en tierra mirando al mar; debe ser un cabeza pepino.

Esto es lo que da pie a la novela, Shanti en su infancia (la mejor parte) es un niño sumamente aventurero; de adolescente le hierve la sangre, hasta llegar a provocar un duelo por amor, o más bien por orgullo. Cuando vuelve a llegar a Lúzaro, ya adulto, ya convertido en un joven viejo de 28 años, es infinitamente contemplativo y cuando se lanza al mar, suele ser en barco de vapor. Pero, sigue siendo inquieto, siente nostalgia por el mar salvaje, por la vida de la aventura y aunque no las vive en persona, las vive mediante la historia de su tío, un completo aventurero: las aventuras de Shanti se han acabado, comienzan sus inquietudes, las aventuras de su tío; la fuente autobiográfica da paso a las lecturas marineras de juventud como manantial de ideas.
Cuando se trata de Shanti, todo tiene un tono melancólico, tan cautivante y hermoso como el crepúsculo; cuando se trata de su tío, de Juan de Aguirre (o Tristán de Ugarte), no hay tono emocional alguno. Cuando Shanti nos narra sus aventuras o paseos, en primera persona, nos salpica con alguna reflexión sencilla pero imposible de ser mejor expresada; cuando nos narran las aventuras de su tío, en primera persona también, aunque desde distintos narradores, no hay reflexión alguna. Si la vida de Shanti ocurre en el País Vasco, con unas descripciones fabulosas del mar, de las gentes, de las costas, montes y tierras vascas, realmente brillantes, aun cuando se refiere a Cádiz, la vida de su tío transcurre en un mar revuelto pero sin costas, o en unas tierras anodinas de las que poco sabremos. Shanti dará un reflejo costumbrista de su pueblo y su familia magníficamente elaborado, la historia de su tío tan solo reflejará bien la vida en un negrero.
Aunque no cambia el estilo en primera persona, sea quien sea el personaje narrador (su psicología poco, aunque algo, modificará el discurso), cuando Shanti habla, nos encontramos ante una magnífica sencillez, cuando cambian de narrador para hablarnos de su tío, me da la leve impresión de que se ha convertido en simpleza. Para ser aventuras no hay verdadera intriga que te anime a seguir leyéndolas, no piqué en el anzuelo pirata. Seré más melancólico que aventurero, seré un cabeza pepino.

Si Pio Baroja es el narrador de la primera parte, entonces su sobria y fabulosa sencillez (conceptual y estilística) es escudo de sobra suficiente para todas las críticas de quien le acusa de no saber escribir, acusación exagerada. Si es el creador de las aventuras de Juan de Aguirre, entonces tal vez sea cierto que es un escritor mediocre (en el buen sentido).
¿Cómo puntuar entonces una obra tan irregular? La primera parte es un 8, sobretodo por los primeros capítulos, donde expone todo lo que está por venir magníficamente: la ausencia de ambición literaria en esta obra (escrita el mismo año que EL ARBOL DE LA CIENCIA), el porqué de su escritura, su carácter romántico y melancólico, la dicotomía “cabeza redonda-cabeza larga”, etc. El resto de las inquietudes de Shanti, son de 7, pero el resto, la otra mitad, la protagonizada por su tío, son de 6 justillo.
No se me va de la cabeza el entusiasmo que me produjeron los primeros capítulos, los primeros que he leído, ahora ya para siempre, del escritor vasco; le pongo un generoso siete por ello, y que quien haya sido capaz de leer hasta aquí la reseña se haga una idea de lo que eso significa.

Quiero terminar citando el final, el epílogo del libro (no es spoiler), pues reúne, con las mejores características dela obra, todo su sentido. Yo me lancé a esta lectura por una sabia recomendación mediante la lectura del primer párrafo (otra maravilla), espero animar a alguien, ahora yo, mediante el último. Merece la pena.
“¡Oh, gallardas arboladuras! ¡Velas blancas, muy blancas! ¡Fragatas airosas, con su proa levantada y su mascarón en tajamar! ¡Redondas urcas, veleros bergantines! ¡Qué pena me da el pensar que vais a desaparecer, que ya no os volveré a ver más!
Sí, yo me alegro de que mis hijos no quieran ser marinos…, y, sin embargo….
FIN”

Escrita hace 11 años · 5 puntos con 5 votos · @Tharl le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 11 años

Anda, pues esta no la he leído... Será que no lo hice cuando tocaba: dicen que es novela "de adolescentes", o, por lo menos, de formación: o, como dicen los teutones, un bildungsroman (pedazo de palabro) ¿Es así, Tharl?

@sedacala hace 11 años

En sus novelas ambientadas en Madrid, Baroja es un escritor que escribe como lo haría Galdós, aunque, eso si, despojado de los rasgos personales de Don Benito. En sus novelas de ambiente marinero, o aventurero, o vasco, de las que yo sólo he leído “Las inquietudes de Shanti Andía”, no se parece nada a Galdós, es un escritor notablemente mas frío. Pero hace años ya que la leí y tampoco puedo hacer mucho más que enunciar esa impresión que tengo.

@Tharl hace 11 años

No sé si es una novela de adolescentes o no, Faulkneriano. Más bien un híbrido entre una buena novela de aventuras como tantas otras y una novela de formación, ahí sí.
El principio, en especial la segunda parte ambientada en Cádiz, me recordó a Galdós, supongo que porque lo tengo demasiado reciente, por el ambiente gaditano y alguna semejanza de estilo, además de ese componente de formación del que hablo, bastante poco acentuado. Todo esto entendiendo “formación” como madurez del personaje, con una evolución de acorde al paso del tiempo y su edad. Vamos, que también he ligado al autor vasco con el canario pero sin tener esta obra como excepción, obra que por otro lado es la única que he leído de Baroja.
Si las novelas de aventuras con poca más pretensión son juveniles o adolescentes, ya que cada uno piense lo que quiera.
Eso sí, no me parece frío en absoluto, sino sumamente melancólico. Bueno, eso en lo que se refiere a Shanti, en las partes protagonizadas por Juan de Aguirre, si que hay cierta ausencia de emoción, así como de otros aciertos.

@Hamlet hace 11 años

Muy buena reseña, Tharl. Ya me dirás que te parece "El arbol de la Ciencia" que pienso que es el Baroja que más te va a gustar. Estoy convencido.

Y Faulkneriano ¿cómo un barojiano como tu, que has leído tantas de sus obra, no ha leído aún "Las inquietudes de Shanti Andia"? Debes ponerle remedio porque pienso que te gustará. Es un precioso tributo, bastante personalizado, de Baroja, a todos aquellos clásicos aventureros que leía fascinado de niño.
Sobre el tema de la supuesta frialdad, yo que también la leí hace bastante tiempo, no opino exactamente lo mismo. Yo recuerdo más cierta melancolía, una grisácea nostalgia, henchida de humedad y salitre que impregna la lectura. A mí me enganchó muchísimo su lectura, pero bueno, ya sabéis que ese "estilo invisible" del vasco me tiene robada el alma.

Saludos a los tres!!