NO PUDO SER por sedacala

Portada de VOLVERÁS A REGIÓN

Lo que pudo haber sido y no fue, decía el bolero; pues esto es algo así. “El primer libro que leí de Benet: HERRUMBROSAS LANZAS, me dejó con una frustrante sensación de no haber podido hacerme con él, aunque realmente por muy poco. Era una historia algo embarullada, reiterativa, que saltaba de un tema a otro sin dejar bien resuelto el anterior; vamos, que no se explicar muy bien porqué, pero tengo claro que fue la historia, la que me impidió disfrutar de su difícil prosa que sin embargo recuerdo como dotada de cierto atractivo. Quizás esta otra novela, con otra historia diferente, y siendo además VOLVERAS A REGION el “ariete” de la obra de Benet en la narrativa española de los años sesenta... Si, si, seguro de que no me centré bien con la otra, pero ahora ésta me va a gustar, tiene todas las papeletas, adelante pues”.
Ese fue, más o menos, mi monólogo interior delante de los anaqueles de la biblioteca Manuel Alvar de Madrid. Lo cierto, es que la prosa de Benet sigue pareciéndome atrayente, pero para mi desgracia se queda en eso; sus difíciles argumentos impiden otra cosa. No es que le haga ascos por sus características formales, es verdad que sus frases son muy largas; también lo es que mete entre paréntesis, contenidos de hasta tres o cuatro renglones que interrumpen excesivamente la continuidad del texto; además sus diálogos son de una construcción excesivamente literaria, más propios del idioma escrito que del hablado, y se me ocurrirían algunas otras leves críticas a su lenguaje, como un cierto ramalazo “ingenieril”, pero realmente, tales críticas no lo serían si consiguiese solventar el problema verdaderamente importante: su comprensión. La verdad, es que este tema ya me va resultando cargante en exceso y no sé como solucionarlo. No tengo que recordar el affaire Borges porque se recuerda solo. Vuelvo a lo del lenguaje que utiliza, por si no quedó claro del todo. No me molesta en absoluto su estilo literario, incluso podría agradarme y recalco que el lenguaje utilizado en una obra que me gusta tanto como la de Proust, tiene muchos puntos de conexión con el suyo. Sin embargo, por alguna razón, a Proust le entiendo y a Benet no. Para que se entienda lo que quiero decir, es como cuando alguien te cuenta una historia, dando por sentado que sabes perfectísimamente todos los detalles: quienes son los mencionados, que relación hay entre ellos, y que es lo que se traen entre manos; y sabiéndolo, te empieza a contar procurando no ser muy explicito para evitar que el de la mesa de al lado, si está escuchando, se entere de algo. Bueno, pues yo, que soy el lector, me quedo como el de la mesa de al lado: in albis. Yo se que algunas personas tienen una especial habilidad para, atando los cabos necesarios, enterarse perfectamente del asunto. El que tenga esa capacidad, estoy seguro que valora muy positivamente la obra de Benet, y no podrá compartir de ninguna manera mi valoración; eso lo comprendo, pero también ese lector eficiente debería darse cuenta y reconocer, que disfrutar de esa obra es algo que sólo está al alcance de unos pocos. En VOLVERAS A REGION, aguanté dos tercios del libro leyendo sin parar; a partir de ahí, el otro tercio lo leí a salto de mata; era inaguantable mantener la lectura atenta de algo que carece de sentido desde el principio, y que ya se va haciendo evidente que va a seguir más o menos igual hasta el final.
Una historia puede, en origen, ser confusa o retorcida. Pero en realidad esto no lo sabe nunca el lector, por que lo que él recibe no es la historia en estado puro sino la interpretación que de ella hace el escritor. Es por tanto vital, saber como el escritor transmite la historia. Benet la transmite de manera deliberada e intensamente críptica, con lo que a mí, me empieza a asaltar la duda de si la historia es en si misma confusa, o es el escritor el que la está retorciendo. La literatura clásica, la del siglo XIX, utiliza un esquema convencional, se cuentan las cosas por su orden temporal, diciendo primero quienes son los actores de la trama y luego explicando como son los comportamientos o el proceder de estos personajes. La literatura del siglo XX, empieza a cambiar esos esquemas según va avanzando el siglo. Nombres como Joyce, Proust, Faulkner o Benet en nuestro caso, como son inquietos y juguetones invierten los términos, y lo ponen todo patas arriba. Ni la secuencia temporal se da en tiempo real; ni sabemos desde el principio quien es quien; ya nos iremos enterando; y lo que pasa lo sabremos, gracias a las dotes adquiridas resolviendo jeroglíficos en el periódico. Bueno, pues aunque alguien lo pueda deducir por mi sarcasmo, no pretendo poner a parir el modo de escribir de estos señores, sino solo describir una situación que se da, que es real, y que yo personalmente sufro de vez en cuando; y esta apariencia de crítica particular mía no es tal, y todas estas reflexiones que aparentan tener tanta importancia para mí, realmente no tienen ninguna. ¿A mi que más me da, que la historia me la cuenten al derecho o al revés? ¿Que más me da, si reconozco o no a los personajes? ¿Que más me da ¡incluso! si me entero o no me entero? A veces, comprender no es lo más importante. Por lo tanto, incluso comprender puede darme igual; pero, lo que no me da igual es que me guste o no. Lo tengo muy claro; yo quiero que me guste; esto es como pasa en la pintura: no hay que perderse en interpretaciones, no hay que saber esto o lo otro; al final la función primordial de un cuadro es tan sólo agradar a su espectador. Pues en literatura, ha de ser igual; he tratado de analizar el por qué, de no haber podido con VOLVERÁS A REGIÓN; y después de cualquier análisis debo concluir: por que no me ha agradado ni tan siquiera un poco. ¡Ese, es el motivo principal! ¿Qué además no he entendido nada? si, esa debe ser la razón de que no me agradase. Pero la obra de Proust, a veces tampoco la entiendo y sin embargo me agrada, incluso Faulkner tiene atractivo a pesar de sus dificultades. ¿Cuál puede ser la razón de que Benet no me sea grato? O por darle la vuelta a la argumentación, ¿Qué es lo que le ven aquellos a los que gusta? Yo, desgraciadamente, en este libro de Benet, no he visto nada, fuera de su especialísimo lenguaje (que incluye un singular uso del vocabulario).

Escrita hace 11 años · 4.7 puntos con 6 votos · @sedacala le ha puesto un 3 ·

Comentarios

@Poverello hace 11 años

Una vez más, sedacala, creo que me gustan más tus reseñas sobre obras que te han parecido insufribles que al revés.
Te explicas de una forma más que comprensible y metódico y entiendo y 'justifico' perfectamente todo lo que dices. De Benet solo tuve la suerte de leer 'En la penumbra', y hace una hartura de años; tendría 20, posiblemente. Pero al contrario que tú, me acuerdo de su lectura, del argumento global sería imposible en base sobre todo a lo mismo que dices sobre su complejidad (si es que tiene un argumento claro, como otros que nombras tipo Borges). La historia de 'En la penumbra' era la simple espera por parte de una mujer de un mensajero con una misiva. No tenías ni idea ni de qué era la noticia, ni la relación con la mujer, ni el mensajero, ni la madre que los trajo... Y tampoco puedo explicar exactamente por qué me agradó tanto, son sensaciones, percepciones de regusto cuando lees y lo estás gozando, aunque te cueste enterarte de lo que está pasando o tengas que recurrir al final a críticos para ver si has acertado en tus interpretaciones. Y eso a mí me gusta.

Te agradezco la reseña, gracias a ella retomaré a Benet (no sé si pedirte disculpas). Un abrazo.

@Faulkneriano hace 11 años

Sedacala, tu reseña contiene muchos puntos de interés y muestra la ecuanimidad que te caracteriza siempre, destacando incluso cosas positivas en un libro que no te agrada.

Vamos por partes. Considero a Benet uno de los escritores españoles más grandes del siglo XX y uno de nuestros valores verdaderamente universales. Tanto en Estados Unidos como, en menor medida, en Francia, hay una verdadera legión de estudiosos que no dejan de extraer enseñanzas de sus obras, opacas, oscuras, a veces impenetrables. También los escritores españoles más experimentales reconocen su magisterio, a veinte años de su muerte.

Lo que me gustaría recalcar a raíz de tu reseña es que la oscuridad de Benet no es una pose. No son ganas de poner las cosas difíciles al lector: es que la realidad, en sí, es difícil de comprender, de aprehender, de reducir a un discurso perfectamente coherente. El ideal de la novela rectilínea, que intenta describir "un trozo de realidad" de principio a fin con la mayor claridad posible no se corresponde con la percepción que tenemos de las cosas. Las "historias" de las novelas no existen: son entidades artificiales, convencionales, que tanto autor como lector aceptan como buenas, pero que no sirven para comprender el mundo; en todo caso, para distraer al lector, para tranquilizarle, para darle una falsa impresión de que todo está atado y bien atado. A menudo escuchamos historias de las que no sabremos nunca el final, o comenzamos a saber de alguien, no cuando nace, sino cuando nos lo topamos, dejando largos periodos de oscuridad que sólo colmamos con el paso de los años y de nuestra investigación activa, si de verdad nos interesa el asunto. Así procede el narrador benetiano. Tú mismo lo dices en tu reseña:

"es como cuando alguien te cuenta una historia, dando por sentado que sabes perfectísimamente todos los detalles: quienes son los mencionados, que relación hay entre ellos, y que es lo que se traen entre manos; y sabiéndolo, te empieza a contar procurando no ser muy explicito para evitar que el de la mesa de al lado, si está escuchando, se entere de algo. Bueno, pues yo, que soy el lector, me quedo como el de la mesa de al lado: in albis"

¿No es eso algo más verificable en nuestra experiencia que alguien se siente a tu lado y te cuente de pe a pa, tal como tú lo quieres oír, la historia que a tí te interesa y no otra? Tú asistes de involuntario espectador a la extraña conversación, llena de silencios, sobreentendidos y meandros, del doctor y de Marré, los dos únicos personajes del tiempo narrativo de la novela (comienzos de los años 60, cuando la mayoría de los personajes han muerto o desaparecido). Ellos te interesan, si estás asistiendo a sus diálogos; tú a ellos no, y no te tienen por qué poner las cosas fáciles.

Las interferencias entre narrador y lector pueden ser múltiples, tal como sucede en la realidad: el narrador puede ser reticente a contar ciertas cosas o a dar por sabido algo que no le apetece repetir. En fin, el asunto es largo y no quiero aburri. Cierto lo de su condición ingenieril. Otro día volveré sobre eso.

@sedacala hace 11 años

Gracias por vuestras buenas palabras, pero la verdad es que no me resulta cómodo andar todo el tiempo contando desencuentros. Estoy un poco harto de ese papel.

Lo que quería decir Faulkneriano, es que tampoco yo, aunque pudiera parecerlo por el hilo conductor de mi reseña, creo que la actitud como escritor de Benet sea una pose, por que algo he leído de su vida y circunstancias (Goitía de segundo apellido, pariente de aquel Fernando Chueca que me dio clase a mí) y su trayectoria no deja lugar a dudas en ese sentido, tengo la impresión de que era todo un carácter, y si hacía las cosas de aquella manera era porque tenía claro que quería hacerlas así. Por ahí iban los tiros también en eso del ramalazo ingenieril que se desvela en un montón de detalles de su texto. Conozco a muchos ingenieros, y se de lo que hablo cuando digo esto; por que además, resulta insólita la figura del escritor ingeniero o viceversa, sobre todo pensando que no era un escritor “normal”, por su especial forma de escribir.

Es decir, que sé que no es una pose su actitud ante la trama de la novela. Lo que pasa es que no deja de ser raro que un señor con indudable talento y dotes para la escritura, arroje por la borda posibilidades ciertas de llegar a un publico mucho más amplio, me refiero siempre dentro de un nivel alto alejado de los autores de best sellers, sólo por que no le parece bien salirse de la línea que él mismo se ha trazado. Me llama la atención, esa cabezonería. Por que a pesar de todo ese reconocimiento dentro y fuera de España no deja de ser, tu mismo lo has señalado, un escritor muy minoritario, que en SdL hemos debido leer tres o cuatro como mucho.

@sedacala hace 11 años

Me hizo gracia el gentilicio regionato, regionata. ¿No hubiera sido mejor regionés o regionesa?

@Faulkneriano hace 11 años

Benet era todo un carácter. Este niño de la guerra, que acudía a la tertulia de Baroja en Madrid casi en pantalón corto, de infinitas lecturas y muy variados saberes, trabajó muy duro toda su vida construyendo pantanos y dirigiendo obras públicas. Le gustaba hablar con los amigos durante horas (o, de hacer caso a a Javier Marías y a otros testimonios, hablar a los amigos, cosa bien distinta: escucharle debía ser todo un espectáculo), la música clásica y escribir. Nunca fue un profesional de la escritura; le costó mucho colocar su primera novela, trabajó con editoriales pequeñas hasta su tardía entrada en Alfaguara y murió justo al jubilarse. Y sí que era cabezón: el editor le obligó a hacer más "legible" Volverás a Región, pero su segunda novela, Una meditación, la escribió en una máquina de escribir con un rollo de papel continuo que él mismo preparó formando un solo párrafo de principio a fin. Su novela más "comercial", El aire de un Crimen, surgió de una apuesta: si podría o no escribir una novela de crímenes en quince días. Fue finalista del Premio Planeta, pero, desde luego, más de un habitual de estos galardones torcería el gesto siguiendo las aventuras de un improbable asesino por esa extraña tierra llamada Región.

Su formación de ingeniero se evidencia, como dices, en su seriedad impenetrable, en la profesionalidad con que encara el ejercicio de la escritura. También en el mimo con que describe "su" territorio, esa Región que puede situarse al norte de León, allí donde trabajaba por entonces, en el pantano del Porma. No es suficiente imaginar ciudades y enhebrar nombrecitos, algo a que la literatura fantástica actual nos tiene habituados. Hay que crearlo todo, de arriba abajo, hablar del clima, de la flora, de los ríos... y de la geología, como constatará con sorpresa el lector de Volverás a Región. Varias decenas de páginas se destinan a trazar la historia geológica de esa zona como si los cataclismos de valles y montes, de sinclinales y afloraciones graníticas, descritos muy a lo vivo, anticiparan a escala telúrica las futuras matanzas y encontronazos de los hombres. La capacidad de Benet para describir un mundo mítico es impresionante: hay un río que corre al revés, un bosque recorrido dia y noche por un guarda homicida con el fusil pronto y los ojos cerrados, un letal juego de estaciones que conspiran para destruir la vida de plantas, bestias y hombres (inviernos que disimulan, primaveras traicioneras...) Y, para rematar su perfil ingenieril, a semejanza de su maestro Faulkner, Benet levanta acta de su mundo regionato (curioso, sí, lo del gentilicio: hasta en eso era original) en un famoso mapa (el de Herrumbrosas lanzas: lo recordarás, Sedacala) a minuciosa escala y con vértices geodésicos y curvas de nivel, como los del Servicio Topográfico. Hay que hacer las cosas bien: la broma le llevó, segun dicen, varios meses de trabajo.

Pero lo mejor es su lenguaje, algo que hasta sus más inveterados enemigos, que los tiene, reconocen. Su adjetivación es precisa, fulgurante y sorpresiva: nunca escribe nada parecido a "pálido fulgor" ni a "hermoso rostro". Todas las frases de sus novelas intentan tener la misma tensión, la misma musculatura estilistica: no se abandona ni por un momento para introducir diálogos irrelevantes (en las novelas de Benet se habla poco, pero hay que estar muy atento a lo que se dice, porque... probablamente sólo lo dirá una vez) ni transiciones innecesarias ni detalles costumbristas. Eso es muy difícil para el autor, pero también para el lector, que no tiene NUNCA momentos de descanso. Además, la frase benetiana es larguísima, sobre todo porque usa muchos de los símiles y comparaciones más elaboradas de la moderna literatura española: cualquiera que haya leído algo suyo recordará alguna, introducidas con "como si... " o "al igual que..."

Benet no era cabezón: era consecuente. Escribía como pensaba (todos los que le han conocido hablan de su extraordinario discurso, que dejaba boquiabiertos a sus oyentes) e intentaba dar sentido al mundo (algo que él reputaba muy difícil) puliendo una y otra vez su prosa exquisita, no para hacerla más bella sino más precisa, no para encandilar al público sino para comprender.

@lucero hace 11 años

Uyyyy, aquí vamos, sedacala. Que no te tenga harto tu papel! Me reconocí prestamente en tu reseña : leí, de modo incompleto "En la penumbra" y me pasó lo mismo. Pero me fascinó su escritura, sus frases y, justamente lo que dice Faulk, la tensión que se siente en las escenas, los parcos diálogos, los personajes, escasos y enteros, sólidos y pétreos. Pero no sé si me tomó en un momento (la piscina, con familia, jugo, sandwichs, mate, y 50° a la sombra) que me perdí y lo dejé. Y siempre me quedó las ganas de volver al territorio Benet. Estuve por agarrar Herrumbrosas....y me asustó el argumento(?) y lo dejé.
Pero volveré, por qué Benet sugieren. En Argentina no conozco a nadie que lo lea, ni que lo mencione siquiera : llegué a él por Javier Marías, uno de mis favoritos, y en cuya prosa reconocí la indudable influencia benetiana.
Saludos a los tres

@sedacala hace 11 años

¿Que podría decir yo? es Faulkneriano quien lo sabe todo de Benet.

De todas formas yo te diría, que si crees que puedes, o tienes ánimo suficiente, comiences por VOLVERAS A REGION, es su obra paradigmática, y yo particularmente creo que si hubiese estado en condiciones de entenderla, me habría gustado. Es la obra, en que se ve que está su universo benetiano en estado puro. Un universo extraño, un poco irreal, un poco decadente, pero a la vez fuerte y bien definido. Muy adecuado para una historia tremenda, que puede gustarte o no, cuya estética es todo menos bonita. En fin algo bastante fuerte.

Lo único malo es que te pase como a mi. Pero yo, si fuese vos, lo intentaría.

@lucero hace 11 años

Allá voy, sedacala, gracias por el consejo, ya te contaré. Adoro tus reseñas : al pan pan, y al vino, vino, que no te dejás llevar por las convenciones de ningún tipo.

@Tharl hace 11 años

No quería participar en los comentarios porque no conozco ni a Benet ni su obra -ahora en mi whistlist-, pero ¡Qué discusión más interesante!

@Adieu_Philippine hace 11 años

Alto escritor Benet. Comprender sus artificios se hace más sencillo cuando se ha pasado por sus referentes mayores. Si algunas míticas pesadillas (el "Absalón” de Faulkner, el "Corazón” de Conrad, el "Volcán” de Lowry) no le dicen nada al lector aventurero, dudo que haya buena cosecha con este admirable debut.

Faulkneriano, efectivamente, ha dejado sin letra a los detractores... y a los admiradores. Me apoyaré en un punto medio: “mis problemas con Benet”.

En el primer párrafo están las razones por las que me explico mi falta de espanto y mi lisérgico disfrute con la novela. Sí, la novela es fascinante: esa prosa meditativa, dubitativa, embriagante; el compromiso con los fantasmas de la memoria; la tierra inventada de aliento mítico; la conversación que abre lentamente una caja de Pandora; una inmovilidad, un cansancio vital que marca a los personajes; la inaprensible verdad... sí, todo eso contribuye a la fascinación... pero, ¿dónde lo había visto antes?

A pesar de haberla leído hace relativamente poco tiempo, esta novela de Benet pierde densidad en mi memoria. Diría que, en su lugar dentro de los anaqueles mentales, se ve apretujada por la presencia de sus ascendientes y contemporáneos... pura subjetividad, por supuesto. Borges siempre hacía alusión a la lectura como una actividad expansiva, con su inevitable diálogo con otras obras, marcada por nuestra historia como lectores. Con “Volverás a Región” esto se da en grado sumo, a veces por las rutas de la originalidad y el talento superlativo, a veces por el del mero deja vu.

@Faulkneriano hace 11 años

Muy pertinente la enumeración de tus "problemas" con Benet, Adieu_Philippine. Te refieres, claro, a sus influencias, un asunto muy debatido por la crítica. Poverello fue el primero en mencionarlo en un privado, y tenía toda la razón: aquel que haya leído al sureño Benet tiene que "sonarle" mucho: un territorio imaginario, el tema de la decadencia de las viejas familias, la ruina, cierta concepción pesimista y oscura de la naturaleza humana, la frase larga y enrevesada, la elaboración mítica de personajes y asuntos, la oscuridad de las tramas... Benet tiene numerosas influencias, es cierto; pero eso, crea, no le quita un ápice de originalidad. La frase larga le viene de Proust, al que adoraba; también Conrad, como bien dices, le suministra más de un motivo recurrente (y hasta un relato de ambiente marinero, Sub rosa, de una dificultad subida); la descripción "geológica" de sus escenarios, de Euclides da Cunha y Os sertoes. Pero es Faulkner el mayor y el más visible de sus maestros. También Onetti es a la vez un faulkneriano confeso y un escritor absolutamente fundamental, pongo por caso.

Los escritores rara vez innovan del todo: uno entre mil, uno entre un millón. Son enanos a hombros de gigantes, como los científicos, como los filósofos. Claro que cada uno elige a qué gigante quiere subirse (y hay gigantes más altos que otros) Benet, sin duda, eligió bien los suyos: lo más granado de la novela del siglo XX (los nombres podrían multipllcarse: Lowry, por cierto, también está por ahí) le sirven de referencia para configurar su estilo, sus estructuras, sus diálogos interminables (o sus devastadores silencios) y su peculiar concepción del narrador.

Y, sin embargo, Benet es original: incorpora el tema de la derrota (toda Herrumbrosas Lanzas), la espera (En la penumbra, Saúl ante Samuel, Un viaje de invierno, casi todas), la decadencia (ya visible en sus primeros cuentos, y, desde luego, en Volverás a Región), los extraños anudamientos entre el amor y la muerte (Una meditación), la malignidad del pasado que vuelve (La otra casa de Mazón) pero también la música (Un viaje de invierno: los aficionados a Schubert sabrán de qué habla), la historia (El caballero de Sajonia) y la niñez contemplada desde un prisma absolutamente original (Una tumba) Los elementos góticos se combinan con extraños pasajes realistas, la exacerbada y apabullante recreación de estrategias y episodios militares sin parangón en nuestras letras con el desarrollo de existencias fantasmales, el horror se junta con un extraño sentido del humor: es el más impredecible de nuestros novelistas, y cada obra suya es radicalmente diferente a las demás, no en su prosa, pero sí en su estructura, tema e intenciones. Se enajena al lector porque no le da lo que este desea (claridad: sus personajes están siempre inmersos en la "zona de sombra") y un argumento reconocible (sus regateos con el lector en lo que se refiere a la trama son legendarios: Saúl ante Samuel es una larga novela filosófica que prescinde abiertamente de ella; hablo de oídas porque ésta no me he atrevido todavía a leerla)

Sedacala tiene razón: hay que empezar con Volverás a Región, su primera novela, la puesta de largo de su tierra imaginaria. Una tumba es una novelita corta, una peculiar historia de fantasmas que a alguno recordará Otra vuelta de tuerca, que muestra al Benet más cercano y hasta "tierno": si oyera esto, sin duda, se removería en su tumba.

@Adieu_Philippine hace 11 años

Merezco unos cuantos tomates. En vez de “Mis problemas con Benet” léase: “Mis problemas con Volverás a Región”.

Entonces lo benetiano cobra mayor entidad y riqueza en posteriores obras... obligada quedo con otra bibliografía. La novela que se discute me ha gustado mucho, lo reitero, pero es en consideraciones posteriores cuando las inquietudes aparecen. Cuestión de ubicación en mi canon personal, cuestión de sumas: hubiera preferido que los temas de este español se muestren con más contundencia. Mencionas a Onetti. Es curioso, siempre vuelvo a él por lo que es de él: el perdedor que se refugia en el vicio de la mentira y la ficción; la pereza como una condición existencial; la inocencia fugaz contemplada por unos ojos cansados; el cigarro, el prostíbulo... alquimia onettiana que resalta sobre el ineludible diálogo con el maestro... y eso ya desde “El Pozo”.

Me ha entrado el interés por el tema de la originalidad en la literatura. Hay gamas, grados. Parece que llega a ser una ansiedad, según un libro de Harold Bloom que también ansío leer. Hora de volver a clases. Saludos a todos.