COMPARACIONES ODIOSAS E INEVITABLES por EKELEDUDU

Portada de JURAMENTO SOBRE LA GARZA
El autor de esta reseña ha idicado que contiene spoiler, mostrar contenido.

Eleanor Burford, Jean Plaidy, Elbur Ford, Kathleen Kellow, Ellalice Tate, Anna Percival, Victoria Holt, Philippa Carr: todos ellos son seudónimos de una misma y única escritora, aunque debo reconocer que los únicos de ellos que vi impresos sobre los correspondientes volúmenes en las góndolas de las librerías y supermercados son los dos últimos y el segundo, Jean Plaidy, bajo el cual esta prolífica escritora publicó unas noventa novelas., entre ellas la Trilogía de Versalles (integrada por LUIS EL BIENAMADO, EL CAMINO A COMPIÉGNE y A LA SOMBRA DE LA GUILLOTINA) y la de Catalina de Médicis (MADAME SERPIENTE, LA ITALIANA y LA REINA JEZABEL), por citar algunas de las más conocidas. La que ahora nos ocupa inicia la saga CIEN AÑOS DE GUERRA, que se extiende a lo largo de otros cinco volúmenes más, y que podría considerarse, no obstante (y, de hecho, Wikipedia, con mucha lógica, lo hace, por ejemplo), una prolongación de la saga Plantagenet.

JURAMENTO SOBRE LA GARZA es también el primer libro y el único que he leído hasta el momento de Jean Plaidy (o de victoria Holt, Philippa Carr, etc.); y calculo que también habrá de ser el último. Podría defir que no me gusta el estilo de la autora, pero eso sería simple, simplista e injusto. Podría alegar también que, aunque las comparaciones sean odiosas, LOS REYES MALDITOS planea constantemente sobre la obra, cual alma errante, sin concederle ni un instante de paz. Hay bastante de cierto en esa afirmación, pero tampoco quisiera dejar las cosas así, porque sería, una vez más, injusto.

Ante todo, las diferencias entre CIEN AÑOS DE GUERRA y LOS REYES MALDITOS son, en gran medida, consecuencia lógica del período que cubre cada una de las mencionadas sagas. Tengamos en cuenta que LOS REYES MALDITOS, hasta el fin de LA FLOR DE LIS Y EL LEÓN, su sexto volumen (excluido el epílogo), abarcaba un período que iba de 1314 á 1342: veintiocho años, de los cuales catorce correspondían a los cinco primeros volúmenes, que hacían que en el sexto no hiciera falta presentar a los personajes. Druon pudo darse el lujo de explayarse cuanto quiso en descripciones de toda índole, proyectando en la mente de sus lectores imágenes prácticamente cinematográficas. En tanto, CIEN AÑOS DE GUERRA, como su nombre lo indica, se extiende a lo largo de algo más de un siglo resumido también en seis volúmenes, y JURAMENTO SOBRE LA GARZA cubre al menos la mitad de ese período; así que, si Plaidy hubiera optado por la misma minuciosidad de Druon, dichos cien años de guerra habrían abarcado tantos volúmenes como para exigir a los lectores tomarse también ellos un siglo para leer la saga en su totalidad. Por ende la autora, diría yo, ni elección tuvo: se vio forzada a escribir en un estilo infinitamente más seco y conciso que a mí, en lo personal, me parece desabrido. Decir que sólo por eso se trata de un mal estilo sería pecar de soberbio por mi parte. De hecho, en su libro MIENTRAS ESCRIBO, Stephen King, por ejemplo, se declara en contra del detallismo descriptivo y a favor de la brevedad (aunque esto último resulta asombroso, teniendo en cuenta la extensión kilométrica de ciertas obras suyas), por lo que habría que concluir que cuando menos él preferiría Plaidy a Druon. Tal vez yo mismo estaría conforme con el estilo de Plaidy tratándose de otras obras, pero en el caso de ésta... Ay... Qué temible peso pesado resulta LOS REYES MALDITOS..

Y es que JURAMENTO SOBRE LA GARZA, aunque ambientada exclusivamente en Inglaterra, principia aproximadamente al mismo tiempo que LA FLOR DE LIS Y EL LEÓN, con isabel, última hija de Felipe el Hermoso de Francia, ya convertida en amante de Roger Mortimer y atormentada por el asesinato del depuesto Eduardo II Plantagenet, que ha salpicado de sangre varias conciencias, y principalmente la suya. Por supuesto, seguirán más sucesos ya conocidos a través de LA FLOR DE LIS Y EL LEÓN, como la caída de Mortimer, la reafirmación del poder de Eduardo III, la llegada de Roberto de Artois a Inglaterra y el ultrajante obsequio que éste hará al rey inglés: una garza, símbolo de cobardía, sobre la cual se pronunciarán los fatales votos que llevarán a la Guerra de los Cien Años. Pero todo luce falto de fuerza dramática y de profundidad en la descripción de los personajes. Por supuesto, luego desfilarán otros hechos que no aparecían en las páginas de LA FLOR DE LIS Y EL LEÓN, pero eso apenas si logra elevar un poco el grado de interés, lo que, desde mi modesta perspectiva, alcanza su mejor momento tras la muerte del Príncipe Negro, en la descripción del sepulcro, que nos traslada con la mente, ahí sí, al templo donde yacen sus restos y nos insufla cierto respeto ante la certeza de que allí no está sepultado un don nadie, sino un príncipe guerrero, un Caballero. Pero un instante aislado no justifica la lectura de trescientas cuarenta y nueve páginas. Lo lamento, señora Plaidy. La culpa, quizás, sea más mía que suya...

Escrita hace 12 años · 5 puntos con 1 voto · @EKELEDUDU le ha puesto un 5 ·

Comentarios