LA MAYORÍA MEMA por Poverello

Portada de CASA DE MUÑECAS

Cuando terminé de leer “Casa de muñecas” recordé un dato, y falto de trivialidad y frivolidad os comparto que mientras termináis de leer esta reseña, en España una mujer habrá denunciado a su pareja por violencia de género. Una denuncia cada cuatro minutos, 367 al día en el año 2011. Se me ocurre pensar entonces en Nora, la exquisita protagonista de la obra de Ibsen, en la libertad frente al falso liberalismo, en la mentira complaciente creada desde la comodidad sin autocensura de la propia vida. Me gusta el noruego y leo compulsivamente “El pato silvestre” y “Un enemigo del pueblo”. Confirmo mis mejores sospechas, me quito el sombrero que casi siempre llevo y que me niego a entregar a cualquiera. Henrik Ibsen inventa el teatro moderno; el último acto de “Casa de muñecas”, no ya argumentalmente (tuvo que cambiar el final para su representación en Alemania por ser... excesivamente liberal e incomprensible para la época) sino estructuralmente es de una novedad e influencia pasmosa. No se produce aglomeración de personajes, ni ese punto de inflexión Shakespeariano donde todo confluye en un éxtasis. Ibsen nos ofrece un diálogo, ni más ni menos, pero también nos llega ese éxtasis, se te ponen los vellos de punta... y te cabreas, con el capullo de Torvaldo y su estúpida concepción del sacrificio y la dignidad: 'no hay nadie que sacrifique su honor por el ser amado'. 'Lo han hecho millares de mujeres', atiza Nora. Era 1884. Increíble, Nora se resiste a ser una muñeca de adorno, una mujer florero y eso es algo imperdonable para el varón que se cree su dueño.

Los protagonistas de estas tres obras teatrales de Ibsen son seres que nadan a contracorriente, embargados por decisiones más o menos desordenadas pero tomadas desde lo que consideran justo y honrado. Son personas normales, creíbles, conscientes de sus valores, pero sobre todo que luchan por la libertad en medio de variadas mentiras piadosas, aunque unas lo son más (Nora y Gina justificables en 'Casa de muñecas' y 'El pato silvestre') y otras bastante menos (absolutamente vergonzante la actitud del alcalde Stockmann en 'Un enemigo del pueblo'). Ibsen golpea la autocomplacencia, desprecia la sociedad tan pulcra, tan honrada... tan falsa y le horroriza el sentimiento del deber cumplido cuando esclaviza, obstruye y castiga la libertad del prójimo; lo hace a diestro y siniestro, desde el realismo social, sin piedad y en una escala ascendente de simbolismo que culmina en 'Un pato silvestre'.

“Estúpidos están en todas partes formando una mayoría aplastante”, reflexiona el Dr. Stockmann en 'Un enemigo del pueblo'. Aterrizan desde 'Una casa de muñecas', pues si algo deja claro Ibsen es que las convenciones sociales, aunque sean producto de una mayoría, son sólo memeces si esa mayoría es mema, como suele suceder en gravísimas ocasiones, y que la verdad y la libertad no han de imponerse sino descubrirse, pues el castigo a pagar suelen cobrárselo a inocentes como Hedvigia, y a intereses muy altos.

Empecé con un dato y termino con otro. Tres matrimonios conforman el fresco que construye Ibsen con esta teatral triada. De ellos, tan sólo en una ocasión el miembro culpado recibe el apoyo casi incondicional de su pareja; sucede cuando ésta es la mujer. Yo también odio a esos hombres del siglo XIX que esconden sus debilidades al amparo de unas faldas de “muñecas” a las que hacer culpables. Y lo reconozco, en incontables ocasiones, yo también soy un memo.

Escrita hace 12 años · 4.8 puntos con 5 votos · @Poverello le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@FAUSTO hace 12 años

Por lo poco que he visto y leído de Ibsen, es un autor que azuza conciencias y convencionalismos sociales. Sólo he leído “Casa de muñecas”, y en televisión (no recuerdo si antes o después del libro) “Un enemigo del pueblo” protagonizada por el gran José Bodalo; por cierto, he curioseado en youtube y se puede conseguir la versión de TVE en 8 partes, merece la pena verla.

Como bien dices, Poverello, son seres que van a contracorriente: son valientes, honestos consigo mismo y con principios que defenderán hasta el final. El carácter y la biografía del escritor es determinante: rebelde, liberal e inconformista, valores “genéticos” que trasladó a sus personajes. Imitando a Flaubert, Ibsen podría decir con toda razón y justicia: “Nora soy yo”.

Nora es el arquetipo de la idea de libertad, independencia y emancipación de la mujer. Una heroína en su época, y, desgraciadamente, es bastante común, hoy en día, considerar a la mujer un ser inferior o supeditado al hombre, como son los datos que revelas y que las noticias nos recuerdan constantemente.

Hablando literariamente (SPOILER), y como escribe Carmen Alborch en un prólogo para “Casa de muñecas”, Nora se diferencia de los otros grandes personajes femeninos (Karenina, Bovary, Nana, La Regenta) en que no se suicida ni comete adulterio, no sufre persecución ni castigo alguno. Sencillamente, da un portazo y elige la soledad.

Una mujer (y ser humano) valerosa, intrépida y pionera.

La lectura de tu reseña (como tantas otras) me hace desempolvar viejos recuerdos, y además sirve de recordatorio para esos autores que, poco a poco, voy posponiendo sus libros. Espero tener, más pronto que tarde, a Ibsen en el “punto de mira”.

@Poverello hace 12 años

Hola, Fausto. Yo prefiero pensar que Nora elige la libertad y la dignidad no la soledad, aunque en su caso es probable que sean casi sinónimos. Tanto Nora como Ibsen se convirtieron de inmediato y por méritos propios en símbolos de la liberalización de la mujer y del feminismo.

Te recomiendo "El pato silvestre". Este sí que es una bofetada.

@lucero hace 12 años

Estoy con "Casa......." en este momento y terminé "Un enemigo..." Lo que me impresiona de Ibsen es la solidez del argumento, incluso la sencillez, como si evitara todo adorno para lograr más fuerza en los personajes y los acontecimientos.
La sigo cuando termine y ya que está me pongo con el pato tambien..je
Gracias Pove, tus reseñas son siempre un gusto.

@Poverello hace 12 años

Hola, lucero... Pues 'El pato silvestre' es otra cosa... Más que recomendable, igual de sólido (por emplear tus términos), pero otra cosa; supongo que cuando lo leáis lo entenderéis.

@FAUSTO hace 12 años

Sí, Poverello. Esa “soledad”, además del rechazo y la incomprensión social, adquiere varias connotaciones positivas que se han dicho: libertad y dignidad como apuntas, y otras como independencia, coraje, igualdad, justicia y, sobre todo, la realización no sólo como mujer, sino como persona.

Y gracias por tu consejo. Ya tenía previsto seguir, como mínimo, con 2 dramas. Primero con “Un enemigo del pueblo” y después con la obra que recomiendas: “El pato salvaje”, de ahí mi expresión cinegética.
El problema es elegir el momento. Si ya es un quebradero de cabeza decidir qué libro se va leer y cual se va a excluir, no es menos difícil decidir el cuándo de una lectura.

@lucero hace 12 años

Comí pato...difícil de tragar Pove...ufff. Es Ibsen recargado, descarta la sutileza de " Casa ..." y el lenguaje directo de "Un enemigo...". El simbolismo que bien destacás le aporta dramatismo y llena de impotencia al lector. El juego de palabras final sobre ideal y mentira en "buen noruego" creo que define a Gina. Qué personales femeninos los de Ibsen!! Nora y Gina, también Katrina. Siempre matrimonios donde los hombres son esclavos ciegos de las convenciones y de un código moral que ni reflexionan, sabedores de su lugar afortunado en él. Ellas aportan practicidad, continuidad y un afecto a la medida del hombre.
Pero también los personajes masculinos están hechos a la medida de una sociedad mema (gracias por el adjetivo..) : distraídos, influenciables, prejuiciosos, temerosos también.
Me gustó mucho El pato salvaje, salvo por algunos valores sociales que han caducado, tiene una rabiosa actualidad, sobre todo en la falta de arrepentimiento de Gregorio, incapaz de ponderar el criminal daño que ha infligido. El médico, cual coro griego da el tono justo a la realidad. Gina es una víctima que no se siente víctima...y Ekdal...bueno...es un tarado!!!! (muy académico mi comentario ja!)

@Poverello hace 12 años

Hola, lucero... El pato sí que se indigesta, será que yo soy vegano, je je. Ya dije que era distinto. Respecto a lo que dices de los valores sociales caducos, a mí me gustaría pensar eso, pero por desgracia conozco a variopintas personas con muchos de esos condicionamientos sociales caducos e ilógicos que de manera no tan dramática golpean a inocentes con su ética y su pulcra estupidez desfasada.
A por 'Espectros' iré cuando pueda. Un abrazo.

@FAUSTO hace 10 años

Pues hablando de “El pato salvaje”, bastante de acuerdo con vuestros comentarios. Una exquisitez literaria con un duro y amargo trago final. Siendo diferente a “Casa de muñecas” y “Un enemigo del pueblo” posee características comunes, pero aquí el “ideal vs mentira vital” Ibsen le da la vuelta como a un calcetín; un buen ejemplo de que aunque la idea sea perfecta el ser humano no lo es, por tanto imposible de conseguir. Una reflexión bastante pesimista y “realista” sobre el género humano.
En cuanto a los valores caducos, también pienso que todavía están presentes, aunque afortunadamente hemos evolucionado (he aquí un ápice de esperanza) y afecta cada vez menos a las personas.

Con esta obra se confirma lo que sospechaba que era Ibsen para el drama: un excelente dramaturgo y un sabio sobre la naturaleza humana.

@Poverello hace 10 años

Como comentaba, Fausto, y confirmaba lucero, el pato es indigesto, y quizá por lo inesperado, que este señor es más esperanzador a pesar de nuestras faltas que el poco generoso Hauptmann, pongo por caso.

Un excelente dramaturgo. Y un sabio, vaya.