EL ANTIMILITARISMO DE MAUPASSANT por FAUSTO

Portada de MADEMOISELLE FIFI Y OTROS CUENTOS DE GUERRA

Para hablar sobre Guy de Maupassant, hay que hacerlo, de una forma indefectible, del cuento, por el cual detenta un renombre universal; si bien tiene en su haber novelas (algunas de cierta fama e importancia como “Bel Ami”), libros de viajes y artículos. Considerado por críticos versados, junto con Chejov, como el gran maestro del relato corto del siglo XIX (ampliaría tan corta como arbitraria lista con autores como Poe).
Flaubert, su amigo, maestro y padre literario (malas lenguas de la época proclamaron a Maupassant su hijo natural), le inculcó el amor, la pulcritud y la perfección de las palabras. Su realismo (sin deformaciones o exageraciones del naturalismo) está estructurado con un estilo detallista y ampliamente descriptivo, basándose en la concepción y manifestación de la existencia, de lo cual se podría decir, como homenaje a su mentor y maestro, que escribe con la expresión justa, rozando la perfección.

Firmó en diversos periódicos más de 300 narraciones cortas con multitud de temas y géneros diferentes. El volumen recopilatorio del que me ocupo, como su nombre indica, es de materia bélica, en concreto de la guerra franco-prusiana de 1870 (alguno ambientado en la guerra colonial) de resultados desastrosos para Francia. Con la experiencia directa del horror y la irracionalidad de esta contienda, el escritor modeló la profunda impresión que le produjo en su literatura. Como se puede apreciar en este pequeño libro, la guerra fue algo atroz, absurdo, sórdido y bárbaro (como acontece en cualquier guerra). Una injusticia creada en “armonía” por el hombre y Dios, y en concreto por los ineptos dirigentes de cada país, ya sean políticos, gobernantes o monarcas.

“Mademoiselle Fifi y otros cuentos de guerra” está compuesta por 17 cuentos, desgranados en orden cronológico de publicación, y con una separación de seis años, de 1882 a 1887. Surgen de estos escritos unas palpables y profundas corrientes paralelas: una sensación pesimista y antimilitarista (no son pocas las reflexiones de esta índole, diseminadas en varios diálogos), pero sin menoscabar el intenso sentir patriótico.
Maupassant configura una serie de composiciones campestres, desde bucólicos paisajes con arrebatadores sonidos y fragancias hasta precisar inmundicias y hedores, o retratos de personajes, desde indumentarias y gestos hasta las figuras y la fisonomía. Dichas descripciones dicen mucho del carácter. Como curiosidad, en estos relatos abundan las siluetas obesas (de ambos sexos) con orondas barrigas, indistintamente sean personalidades virtuosas o villanas.

En este mundo maupassantiano, encerrado en el marco aciago propiciado por la guerra, sus personajes desfilan (expresión sin connotaciones militares) por estos cuadros realistas desde la más variada circunstancia o profesión. Además de oficiales y soldados, pululan todo tipo de la escala social: burgueses, prostitutas, campesinos, trabajadores, especuladores, curas, monjas, revolucionarios o viejos. Los protagonistas: antihéroes y gente vulgar, se desenvuelven en “terrenos fangosos”, donde sale a relucir un patriotismo orgulloso que, en ocasiones, llega a ser brutal. El amor al país y el valor espoleado, se desarrollan en diferentes actitudes según la forma de padecer de cada uno. Desde una aparente pasividad, resignación y sacrificio (incluso con resultados letales) hasta la forma más salvaje, vengativa y visceral; un talante alienado que es impensable en otras circunstancias. Son actos “comprensibles” ante las injusticias, el dolor, el odio y las burlas. Como enuncia la 3ª ley de Newton, es el principio de la acción y reacción.
Como es natural, el escritor presenta a los prusianos o alemanes, especialmente los mandos militares, como gente rastrera, cruel, cobarde, orgullosa y fanática. Impresiones de las que, a veces, tampoco carecen los franceses. A Maupassant no le tiembla el pulso para criticar a determinados sectores representativos de su Francia ocupada, como la burguesía, la política o el ejército, infectados de avaricia, mezquindad, hipocresía y miserias morales.

La figura de la mujer ocupa un lugar destacado, y me atrevería a decir esencial en esta serie de composiciones. Son relevantes las fulanas o cortesanas, pero siempre desde la más estricta marginación social. Son personas fuertes, con un gran sentido del honor, honestidad y rigor ético, mucho más acentuado que de las llamadas “personas decentes”. Siendo Maupassant un empedernido mujeriego y de vida licenciosa (una de las causas de su suicidio fue una enfermedad venérea: la sífilis), parecen inevitables sus simpatías por esta clase de “señoras”.
Sobresalen varios relatos pero, si debo recalcar unos cuantos, señalaría un trío con aspectos semejantes, y que tiene de común protagonista una de estas “mujeres de la vida”. Los tres cuentos, y especialmente recomendable los 2 primeros, son: “Bola de sebo”, un excepcional relato de gran crítica social; “Mademoiselle Fifi, el arrojo y valentía de una damisela ante el menosprecio que se comete a su país y compatriotas; y “La cama 29”, una miscelánea de los dos anteriores.
También son de carácter tenaz e impulsivo las otras mujeres que aparecen retratadas. Son madres, pobres, amantes o dignas esposas que se sobreponen a los hechos con entereza enfocando su odio al enemigo, aunque estén abocadas al fracaso o la muerte.

El humor está presente. El marcado cariz trágico es el predominante, aunque algunos cuentos siniestros poseen gotas de sarcasmo o parodia. Únicamente hay 2 cuentos de naturaleza exclusivamente de humor: “La aventura de Walter Schnaffs” y “Un golpe de estado”. Entre tantos cuentos como “zarpazos”, bellamente escritos y de gran calidad, que pueden llegar a ser irritantes por la temática, nunca por la excelencia estilística, los dos “oasis” alivian entre tanta narración macabra de barbaries.

Ya que he mencionado “Bola de sebo”, posiblemente su ficción más reconocida, me gustaría terminar con un apunte cinematográfico. El clásico de John Ford, “La diligencia”, un buen filme (y eso que no es de mi agrado el género y tampoco el director) que está basado en una historia de Ernest Haycox, donde es indudable la huella del cuento del literato normando; reconocible en esencia, aunque no en la totalidad de la trama. Un viaje en diligencia es el pretexto para analizar un pequeño microcosmos que componen un heterogéneo grupo humano. De la maestría del texto, al talento de una mirada del séptimo arte.

Escrita hace 12 años · 5 puntos con 5 votos · @FAUSTO le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 12 años

Excelente crítica, Fausto. De acuerdo en todo contigo. Maupassant merece figurar en un lugar de honor entre los grandes cuentistas del siglo XIX con Poe, Chejov y (por añadir alguno más) Clarín, que tanto le admiraba. De acuerdo también en dos cosas que mencionas: su antimilitarismo y la visión poco gloriosa de lo militar, de una parte, y la gran importancia de las mujeres en un ámbito tradicionalmente reservado a los hombres, protagonizando, posiblemente, los mejores cuentos del volumen. Estoy hecho un lío con lo que he leído y no he leído de Maupassant, así que me voy a tirar al barro y leer un año de esto los cuentos completos (unas 3.000 páginas) publicados por Páginas de Espuma. Claro que primero tendré que terminar los Cuentos para un año, de Pirandello, en tres volúmenes (sí que van a ser para un año: los empecé el otoño pasado)

Y en cuanto a la película de Ford, que te diga Hamlet si es buena.

@lucero hace 12 años

Magnìfica reseña. Dan ganas de leerlo, aunque tema bèlico no me gusta. Còmo saben de cine Dios!!!

@FAUSTO hace 12 años

Me alegra que coincidamos, Faulkneriano. Este es uno de los libros que “defendía” en el debate de las relecturas. Bueno, en realidad, me refería a unos de los libritos de menos de 100 páginas que salieron a principios de los 90 con el ya desaparecido periódico “El Sol”. Leí un par de ellos (de terror y bélico) dedicados a Maupassant, y si bien me gustaron, no me llegaron a entusiasmar como los demás autores del realismo y naturalismo que posteriormente leí. Ya que quería dar otra oportunidad a este autor, y como tenía este volumen desde hace tiempo que contiene 8 relatos más que el anterior, me decidí por estas narraciones antes que otra lectura nueva. Y ha sido todo un acierto, me ha permitido redescubrir y apreciar la literatura de este escritor.
Y, al igual que tu, tengo la intención de leer más cuentos suyos. Ya tengo una edición digital de la editorial Mondadori: “Cuentos esenciales”. Pero antes leeré su novela “Bel Ami”, que un principio la iba leer antes que esta “semi-relectura”.

Hola lucero. A mí tampoco me entusiasma el género el bélico siempre que haya descripciones detalladas de las batallas. Por fortuna, en estos relatos no hay ninguna de estas descripciones, aunque, eso sí, la crueldad y la brutalidad están bien descritas. Son narraciones psicológicas de personas normales ante la barbarie de la guerra, y con acento critico sobre la sociedad (especialmente los militares) por permitir semejante disparate y el modo de actuar en determinadas situaciones.
Y literariamente hablando, me he tenido que “quitar el sombrero” ante tan notable prosa.

@Poverello hace 12 años

Hola a tod@s... Completísima reseña, Fausto.

Hablando del "odio" al relato bélico, me viene a la mente otro libro de relatos increíblemente escritos y podría decirse que, por la época en que están escritos, me resulta un autor clave en el gótico del XIX. Me refiero a Cuentos de soldados y civiles, de Ambrose Bierce. Irregular, pero algunos de los relatos son escalofriantes, como la propia vida del autor, al que todavía se busca por si fue abducido por extraterrestres.

A Maupassant ya lo metí en el maletín que no tiene fin. Os odio. Sin excepción.

Aunque no soy Hamlet 'La diligencia' marcó todo el western posterior de personajes estándares así como de la mimetización de la historia con el paisaje y sus grandiosos planos generales. Toditos los personajes luego se repetirían como el ajo hasta la llegada del western más crepuscular ('My darling Clementine' del propio Ford podría ser de las primeras) y del psicológico (otra vez Ford con 'El hombre que mató a Liberty Valance' o 'Solo ante el peligro' de Zinnemann). El último ejemplo de la influencia de la diligencia en planificación y mimetismo sería la floja (para mi gusto) Blackthorn y mucho más 'Open range', con el mejor duelo que he visto en mi vida (y no olvido Duelo de Titanes).
No sabía que estuviera inspirada la cinta en un relato de Maupassant, pero parece claro, una vez lees la sinopsis de 'Bola de Sebo'. Más que interesante, Fausto.

@FAUSTO hace 12 años

Me suenan bastante los relatos que comentas, Poverello. He leído poco a Bierce, y el calificativo irregular que has utilizado se adecua perfectamente.
En cuanto a la inspiración de la película en el relato, es algo que sabía mucho antes de leer “Bola de sebo”. No recuerdo si fue en un reportaje de televisión o lo leí en algún artículo, donde se vinculaba el texto con el filme. En el programa conducido por Garci, “Que grande es el cine”, mencionaron esta circunstancia. Creo que quien conozca ambas obras no le será muy difícil relacionarlas.
Comparando las protagonistas es evidente la superioridad de la prostituta literaria. Aparte de que la trama gira en torno a ella, Maupassant la creó con una profundidad mayor: más solitaria, incomprendida y trágica. Sin desvelar mucho del argumento, recuerdo en especial un magnifico pasaje: cuando les ofrece a los demás viajeros su cesta de la comida y al final, después de ciertos remilgos, la devoran completamente. Más tarde, metafóricamente hablando, engullen de nuevo para conseguir su bienestar particular, esta vez es el orgullo y el valor de la “mujerzuela”; que, siguiendo el símil gastronómico, queda vacía, hambrienta de cariño y con un regusto amargo.
La película va por otros derroteros y el protagonismo es más repartido.

@Poverello hace 11 años

Terminé. ¡Qué mal rollo siento con algunos de los cuentos, Fausto! La prosa exquisita de Maupassant (a la que haces referencia al inicio de tu reseña) se hace presente de manera tan fría y directa que podría jurarla como antecesora del realismo a pesar de su estilo marcadamente romántico: la emoción se transmite hasta los huesos por lo descriptivo y natural de las crueldades narradas. Incluso los dos relatos 'cómicos' de los que hablas son molestas piedrecitas en el zapato de la República.
No sé ni con cuál quedarme. Los tres que dices me impresionaron, pero lo corto y directo del relato de inocencia interrumpida de 'Dos amigos', la crueldad presentada en 'La loca'... Tantos. La guerra no deja un mínimo resquicio para la ternura o la bondad, y Maupassant lo sabe. Su presencia todo lo justifica, por más bárbaro y 'horrible' (en el sentido que se emplea en el cuento homónimo) que objetivamente sea. La impertinencia y autocomplacencia que muestran los indignos viajeros de la diligencia en 'Bola de sebo' como honorables servidores del deber cumplido me repugna. La prostituta no es quien entrega su cuerpo; la gran ramera, la burda Babilonia es quien no tiene el más mínimo reparo en vender su alma por salvar el culo y justificarlo con la legítima defensa o la patria ('el último refugio de los canallas', que diría Samuel Johnson). Esto consigue la guerra, esto hace Maupassant en sus relatos, que abraces por momentos al pesimismo como único futuro esperable. Menos mal que ya se me ha pasado. O casi.

@FAUSTO hace 11 años

Me alegro que te hayan gustado, Poverello. Y si tienes dudas de elegir tus favoritos entre tan variada selección, no se puede decir más sobre la calidad del conjunto de la obra. Es una agridulce combinación: excelente estilo con una temática dura, real y despiadada por momentos.
Debo reconocer que siento un cierto “orgullo” por la decisión de volver a estos relatos, que un principio no me dejaron una gran impresión. Si todos en la vida evolucionamos, ya sea para mal o para bien, también lo hacemos como lectores, generalmente con provecho (por lo menos la mayoría), y es agradable recuperar una “joya” que antaño no se supo valorar en su justa medida.