UN LIENZO ESCRITO CON PAISAJES DE PASIÓN por FAUSTO

Portada de LO BELLO Y LO TRISTE

Sin llegar a la excelencia, ha sido una lectura notable, bastante agradable y amena. Me ha encantado acercarme otra vez a la literatura japonesa y descubrir otro gran escritor. Seguiré leyendo a este novelista, donde espero y deseo que se incrementen las impresiones que me han atrapado con su expresión poética.

Kawabata con una prosa pausada, sensible, detallista y estética, sobre todo al principio, ha creado con maestría unos excelentes paisajes que armonizan perfectamente con el sentimiento interior de los protagonistas. Su lenguaje está compuesto de imágenes evocadoras, que confeccionan el fiel reflejo del alma, del sentir interior y sufriente de cada personaje. La soledad, la nostalgia, o el dolor son los pigmentos esenciales que integran las escenas alusivas; ya sea la luz solar con matices purpúreos o rojizos, vistas campestres y bucólicas, o sólo el tono puro de un color, una predominante coloración con el claro propósito de simbolizar un estado de ánimo. No son exclusivas las percepciones visuales, el sonido (ruidos, susurros, ecos, murmullos, gritos) y los olores inciden armonizando el ambiente.
Al estilo de la composición pictórica (el arte es muy importante en el argumento, en especial la pintura y la literatura) el novelista ha creado un “lienzo” de elegantes palabras, con pinceladas coloristas, imágenes de la naturaleza, motivos florales alegóricos, templos milenarios, jardines frondosos, asimismo puntualizando rituales culturales o ceremoniosos.
Como el apropiado título anuncia, es un “cuadro” rebosante de belleza y tristeza. Estas composiciones artísticas están diseminadas por toda la narración, que según mi criterio es la esencia de la novela.

Como ya hizo Proust con su magdalena, y más tarde Murakami con una canción en “Tokio blues”, cualquier elemento, ya sea una acción, un objeto, o un ruido, se convierte en el “resorte” de los recuerdos. Oki, escritor de éxito (especialmente por una novela de amor biográfica), evocará la relación prohibida y tormentosa con su antigua amante. Será la génesis de una pasión atípica y nada convencional de un triangulo amoroso; aparentemente “equilátero” en relaciones, pero, en determinadas fases, será isósceles y escaleno en afectos, valga el símil geométrico.

El novelista, ya cincuentón, con un cariz solitario, triste e íntimo, y arrastrado por la nostalgia del pasado y de la juventud, intentará (citando otra vez a Proust) la busca del tiempo perdido. Sera el introductor de las dos figuras femeninas, que para mí son lo más interesante de la historia.
Otoko, ser pasional que siendo adolescente (una Lolita) tuvo con Oki una relación vehemente y tormentosa, una mujer marcada por este amor avasallador transformándola en una persona pasiva y resignada ante su situación y la separación del ser amado. Ahora es una pintora famosa que intentará plasmar los miedos, deseos, perdidas y sentimientos en los simbolismos de sus obras pictóricas.
Keiko, discípula de Otoko, también es otra mujer pasional pero diametralmente opuesta a su maestra. Es una persona impulsiva, cautivadora pero peligrosa, amoral, inconformista, manipuladora y vengativa. Su juventud posee una personalidad atrayente por la ambivalencia de su carácter y su peculiar mezcla de belleza, riesgo y aventura.

El corazón de la novela (no confundir con la esencia), se encuentra en sus extensos diálogos acompañados de monólogos interiores, que están compuestos por sus pensamientos íntimos y melancólicos recuerdos. Aquí se concentran todas las actitudes y caracteres de este trío de protagonistas principales, con sugerentes escenas eróticas. Es un gran estudio psicológico donde conocemos: la añoranza de la juventud y el paso del tiempo con la decrepitud de la vejez; la pasión integra (básicamente en Otoko), que es incorruptible a lo largo de los años y de los convencionalismos sociales y familiares; los sentimientos de culpa y remordimientos ante sí mismo, el amante, o la familia; el dolor íntimamente mezclado con el placer sensual.

La trama ha ido creciendo paulatinamente según avanza la narración, concentrándose en el protagonismo del trío sentimental, donde, vuelvo a reiterar, destaco los personajes femeninos, siendo antagónicos en facetas emotivas: amor, sexo, temperamento y actitud. Da pábulo a una posible representación de la dualidad en la mujer nipona, la tradicional y la moderna.
Con una conclusión de cierta ambigüedad, proporciona a la historia un final abierto y perturbador, que casi se asemeja a una intriga policiaca, conteniendo una femme fatale del género negro.

Primer literato japonés en recibir el Nobel. Su temperamento y personalidad caracterizados por la soledad, la tristeza y pensamientos lúgubres (el suicidio) predominan en la concepción de su obra, por lo menos en este escrito.
Hay un dato biográfico que llama poderosamente la atención: conocedor del budismo, pero sintiéndose profundamente ateo, en su juventud profetizó que la literatura llegaría a sustituir la religión. Desconociendo esta profecía (realidad, sueño o utopía), ya me siento un verdadero creyente de esta revelación. Un devoto de este nuevo y grandioso credo, donde idolatro tanto a dioses (y diosas) consagrados y elevados a los más altos altares; como a las otras divinidades menores más asequibles y cercanas, e incluso a demonios irreverentes con ínfulas celestiales.
Ante la “Anunciación” de Kawabata, y para finalizar con esta inspiración mística y sacrílega, sólo me queda decir: ¡AMÉN!

Escrita hace 12 años · 5 puntos con 5 votos · @FAUSTO le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@lucero hace 12 años

Excelente reseña, Fausto, adoro las novelas "pintadas", con color, textura y perfume. La tengo en mi lista de deseos y la pongo desde ya en el próximo lugar de lectura.
Para algunos (muchos o casi todos los que intervenimos en SdL) la literatura es la herramienta para transitar caminos interiores, ver escrito un momento, una vivencia, un recuerdo o un estado aún confuso.
Sí, la literatura es mi religión.
Saludos y gracias por una reseña que confirma mis ganas de leer a Y.K.

@FAUSTO hace 12 años

Hola lucero. Pues ya contarás que te ha parecido, ojalá que te guste. Yo seguiré con “País de nieve” y seguramente con “Mil grullas”. Y como he comentado, después de esta novela espero un poco más, un “plus” que afirme y desarrolle las buenas sensaciones. Me ha parecido una pequeña muestra de lo mucho y bueno que puede aportar las otras obras de Kawabata. Confío en no equivocarme, ya que he leído excelentes críticas de varios libros de este escritor.

@sedacala hace 12 años

Hola Fausto, voy a dar mi opinión sobre este libro por que creo que es mi obligación, no por que tenga ganas de darla. Lo que quiero decir, es que no quiero suscitar polémicas, más allá del lógico intercambio de opiniones. Sólo quiero manifestar mi opinión, para que se conozca.

En SdL, se han emitido diez votos sobre este libro, el mío ha sido uno de ellos y además, bastante reciente. Los votos se han repartido entre 7, 8 y 9, a excepción del mío, que ha sido un 4. Con eso creo que queda todo dicho. De hecho, no me apeteció nada, escribir una reseña sobre él, a pesar de que las escribo, incluso de libros que no me han convencido. Pero este, no es que no me convenciera, es que me desagradó (por eso el 4). Y no se trata de uno de esos libros difíciles, que se atragantan por su lenguaje o por su planteamiento complicado. Al contrario, Kawabata, como cualquier otro autor japonés tiene la claridad como consigna y yo lo he leído con bastante facilidad (con más aún, sí me hubiese gustado).

Las dos reseñas recientes y anteriores a la tuya son de hace dos meses; yo lo leí después, con la ilusión esperanzada por aquellas críticas tan favorables y con la idea de que había de ser una lectura sutil, sensible y con el atractivo de una trama sugerentemente perturbadora, tal como leí también en la sinopsis. Bueno, pues no encontré nada de todo eso; nada que suscitase en mí el más mínimo interés. Me pareció, el escritor japonés más soso que he leído hasta ahora, pero además con diferencia, por que en general los lectores japoneses nunca me habían parecido sosos (Murakami, Oé, Mishima y Soseki). Recalco el adjetivo que a mí me sugirió su lectura: SOSO, por que yo creo que nunca había aplicado ese calificativo a una lectura; ese interés un poco perturbador que yo esperaba de la trama, se transformó desde mi punto de vista, en la obsesión de personajes perturbados; no me pareció, en absoluto la inquietud de personajes insinuantes o sugerentes. Y lo de la belleza de las descripciones, se me escapó por completo. ¡Y no por despiste, que lo iba buscando! Podría resumir diciendo que me pasé toda la lectura del libro, esperando a ver, en que manera se desencadenaba el conflicto planteado, y mi desilusión fue que no se terminó de desencadenar; me dejó esperando algo que no llegó.

Pero en fin, ya sabéis que este no es mi primer desencuentro con la pública opinión.

@Poverello hace 12 años

Bueno, sedacala, gracias por tu comentario, en serio... Me encanta no saber a qué atenerme y tras leer la reseña de Fausto me decidí a marcarlo en mis "pendientes".
Reconozco que de literatura oriental poco he leído (seré como aquel que había ido a París una vez o ninguna) y me parecía un buen comienzo tras haber tenido en mis manos Tokyo Blues y no comenzar al final a leerlo.
En fin, ya os comentaré, pero teniendo en cuenta que mi afinidad con Fausto y lucero es más alta que contigo (aunque a veces no sé definir muy bien en qué se basa, ja ja) me lanzaré al río. A ver si me gusta tanto como el cine de esos lares, que es mi predilecto.

Gracias a tod@s de nuevo por los comentarios y las reseñas; especialmente cuando son divergentes. Saludines varios.

@sedacala hace 12 años

Poverello, te tengo dicho que el raro soy yo, así que no lo dudes, léelo y luego cuentas.

@FAUSTO hace 12 años

Hola sedacala. Me di cuenta de tu baja puntuación, y después de leer esta novela me extrañó un poco. Pero ya se sabe, cada lectura puede significar y suscitar las más variadas impresiones en todo tipo de lectores, incluso los que tienen gustos parecidos.
Algo parecido me ha sucedido con la actual avalancha en SdL de buenas críticas y comentarios con “Los miserables”, uno de los pocos clásicos que no me han cautivado (menuda decepción) y que no he podido captar las excelencias que se han dicho de tan “magnifica” obra.

Respecto a “Lo bello y lo triste”, es evidente la disparidad de satisfacción y “sensibilidad” entre tu lectura y los que hasta ahora lo hemos leído. ¿Qué se le va hacer? Me considero afortunado por percibir las virtudes de la prosa de Kawabata, y en este caso concreto, la belleza de las descripciones (lo que más valoro) como la historia pasional y sus peculiares sentimientos. Como bien dices es una prosa sencilla, pero dentro de ella, así lo he entendido, se encuentran sutilezas y una intrincada complejidad psicológica de los personajes femeninos (puede que influya mi mentalidad occidental).

Y por lo que he leído de la literatura japonesa, para nada me parece soso, sino el más poético. Es bastante diferente a los otros escritores nipones que hasta ahora he “degustado”, tanto los cuentos de Mishima, las 2 novelas Murakami o una selección de relatos de Akutagawa.

En fin, gracias por opinar y comentar. Siempre es interesante comprobar consideraciones opuestas (me refiero a las razonadas y con criterio), donde se pueden apreciar aspectos desde otro punto de vista, y que también hacen replantear o afianzar las impresiones propias.

Espero que lucero y Poverello tengan más suerte con este libro, y no se lleven un chasco como sedacala. Ya comentareis.

Un saludo a tod@s.

@sedacala hace 12 años

Hola otra vez Fausto, no voy a volver sobre Kawabata, por que está ya bastante claro. Pero me ha llamado mucho la atención tu chasco con LOS MISERABLES y algo quería yo decir al respecto. No cabe duda, de que es uno de los libros, que disfruta de una valoración más impresionante por los lectores de SdL, una de las mejores. Y a mi modo de ver, es una valoración relativa. En parte está justificada, en parte es exagerada; me explico. Hace mucho ya que lo leí. De muchos otros libros que leí en esa época no recuerdo nada. Sin embargo, LOS MISERABLES no se olvida tan fácilmente. Y aunque sería incapaz de reproducir su complicada trama, las sensaciones que me produjo las tengo muy presentes. Y recuerdo que es un libro que emociona, independientemente de sus capítulos didácticos, la historia propiamente dicha de Valjean, de Marius, de Cósete, o de Javert supone la exaltación suprema de los valores del romanticismo, el individualismo, el libre albedrío, el triunfo del amor, los valores del hombre nuevo forjado en la revolución, la caída de los opresores, el triunfo de la justicia. Es decir, la exaltación de sentimientos que los hombres por primera vez en la Historia, pueden ver situados en lo más alto, produciendo en los personajes que los viven una sensación de emoción casi imposible de contener sin que las lagrimas asomen a los ojos. Esas avalanchas de emoción, conmueven irremediablemente también al lector, que no puede reprimir su entusiasmo y lo considera el libro de los libros. Sobre todo sí el lector es joven y sentimental. Yo no soy joven, pero si sentimental, y todo lo que he dicho me conmovió a mí como al que más. Ahora bien, procuro cuando juzgo un libro no dejarme llevar demasiado por sentimientos que escapan a un análisis racional. Y un análisis de este tipo, ya entonces cuando lo leí, me pareció que no debía ignorar algunos elementos que contiene LOS MISERABLES, uno de ellos es el flagrante maniqueísmo. Todos los personajes que aparecen, están absolutamente presos de la condición con la que aparecen en el libro. Sus caracteres están forjados por Víctor-Hugo de una cierta manera y no pueden escapar de ella. Algunos son maravillosos, otros son perversos y otros de muchas otros perfiles, pero siempre manteniendo el tipo. No son flexibles, no son reales, representan los arquetipos de los caracteres que su autor quiso reflejar pero su entusiasmo romántico le impidió hacerlos más complejos. No estoy criticando el libro, LOS MISERABLES es una maravilla, sin duda el mejor exponente de la novela romántica y está claro que marcó su momento histórico, pero desde algunos puntos de vista no se puede decir que sea el libro de los libros. Por eso digo que hay razones para valorarlo muy alto, pero también puede haberlas para ser más moderado en la valoración. Independientemente de los análisis más o menos literarios o historicistas lo cierto es que a pesar de su tamaño se lee bien. Y desde luego, yo nunca le hubiera puesto un 5, me parece que le puse un 8. ¿Cual fue el elemento de todos estos que menciono, que a ti falló? ¿No viste nada de todo eso? Esa es mi curiosidad. En otros libros dices me gusta o no me gusta, pero en este son tantos los elementos de tipo sentimental que intervienen, que incluso a mí, que discrepo tanto, me extraña tu chasco.

@_567_ hace 12 años

Tremenda disección de esta novela tan perversamente sutil. Más allá de la acertada referencia pictórica en que basas algunos puntos de tu argumentación, me quedo con el símil geométrico con que “redondeas la cuadratura del triángulo” (permíteme el juego de palabras), dando a la reseña un lustre tan estético que sin duda animará a mucha gente a descubrir lo bello y lo triste de la prosa poetizada de Kawabata.
La relación de Otoko con Keiko (coincido contigo en destacar el peso de los personajes femeninos), preferentemente cuando se encuentran solas, aunque la sombra a veces ausente de Oki siempre este presente entre las dos, depara grandes momentos en el conjunto de la novela. Por otro lado, ese final tan ambiguo, en mi opinión no podría haber sido de otra manera, puede resultar un lastre difícil de digerir para el lector común occidental, podría decirse que es como si el autor hubiera cerrado la puerta de su novela con doble vuelta de llave y hubiera descuidado, ¿intencionadamente?, alguna ventana abierta entre sus páginas…
Si algún día te veo saliendo de la casa de las bellas durmientes ya te dirigiré una leve reverencia alzando el mentón, a modo de saludo de esos imperceptibles para aquellos ojos demasiado críticos con la sensibilidad ajena.

En todo caso, dejo el susodicho saludo aquí y ahora extensible a todos los contertulios que participan en debates como este, así da gusto pasear por esta página. Tengo la sensación de que olvido comentar algo, ya volveré luego si eso, ahora se impone un cigarrillo seguido de una cena frugal.-

@lucero hace 12 años

Intercambios como estos dan gusto...

@FAUSTO hace 12 años

Intentaré contestar a tu pregunta, sedacala. Esta vez se han cambiado los papeles, y seré yo el “raro y el insensible” ante una formidable novela que me he atrevido a calificar con una nota baja, aunque sea un aprobado raspado.
Has analizado muy bien tu enfoque particular, tanto los pros y contras que has visto en la obra debido a la gran impresión y emoción que te produjo su lectura. Me temo que no podré ser tan minucioso en mis argumentos, pues mi sensación no fue tan impactante como la tuya y aunque relativamente no hace mucho que la leí, unos 6 años, no me dejó una huella fresca y perdurable.
Para definir mi chasco, primero diré que fue una obra que empecé con mucha ilusión y expectativas, tanto por la gran fama que tiene como por las buenas sensaciones que tuve con “Nuestras Señora de París”, una lectura de hace un par de décadas, o casi, pero que guardo un grato recuerdo. Debo reconocer que el comienzo es bueno e interesante, pero conforme avanza la historia va perdiendo fuerza la trama. Uno de los principales “culpables” de esta apreciación son las numerosas digresiones que están intercaladas, que a modo de capítulos errantes lastran el argumento y desvían la atención. No digo que todos estos pequeños ensayos sobre política, historia, psicología, religión, etc. me parecieran de relleno, sólo que una pequeña parte me parecieron atrayentes. Y cuando iba por el 3º volumen (mi edición se compone de 3 libros) varias páginas de estos episodios digresivos me las saltaba; cosa que nunca había hecho y hasta ahora sólo he aplicado esta lectura transversal en otra novela, aunque fuese de una forma leve. Otra de las razones, y por lo que recuerdo ahora, es que había varías historias paralelas que mermaban el protagonismo de la intriga principal.
Y estos 2 motivos no se pueden achacar a mis gustos o características como lector, pues me gusta estos episodios informativos o didácticos en otras novelas, e incluso leo bastantes libros no literarios sobre los más diversos temas; al igual que los “novelones”, que de vez en cuando me encanta este tipo de obras con numerosas tramas que se entrecruzan, como es la actual novela que estoy leyendo.

Lo que comentas sobre la emoción y las virtudes del Romanticismo (género no sentimiento romántico) no creo que fuese ajenas a ellas, pero tampoco tuvo el suficiente impacto para “zarandearme” y sentir con más viveza ese sentimiento profundo. No estoy seguro si fue en esta página donde dije que me encantan las novelas del siglo XIX; sin duda es el periodo literario que más he leído, y donde las obras del Romanticismo son las que menos he disfrutado, exceptuando obras maestras como el “Fausto” de Goethe, “Cumbres borrascosas” o “Frankenstein”. Esta última la he vuelto a releer (y volveré a leer las otras dos) hace poco y he quedado encantado con la fuerza y los valores del Romanticismo que emanan de la novela de Mary Shelley: aniquilar a un Dios intransigente y coercitivo con la libertad humana; la responsabilidad de los actos; el deseo de la felicidad y la libertad; la búsqueda de la identidad; la lucha por el amor, el cariño o la amistad, etc. Supongo que según sea cada tipo de lectura será más permeable o menos estos sentimientos románticos a cada lector.

Sobre el maniqueísmo de los personajes, no puedo decir que fuese un elemento en contra o a favor. Y me explico, los prototipos de personajes que están definidos desde el principio es un punto que a priori juzgo negativo, pero según sea de interesante y adictiva la trama se puede considerar una “pecata minuta”. Algo que consideré la que, para mí, es la mejor novela de aventuras: “El conde de Montecristo”. No puedo decirte, o por lo menos no recuerdo, que esto fuese una faceta que me disgustase o que pasé indulgentemente por alto. Las razones que he expuesto al principio, son las que ahora considero con más peso en mi valoración negativa, o mejor dicho rácana. Quizá algún día sopese la posibilidad de incluir esta novela en alguna futura relectura.


Hola Krust, un placer que coincidas con mis comentarios y además te haya gustado. Tienes razón en apuntar que la sombra de Oki es “demasiado larga” y, por supuesto, es determinante. Y lo mismo digo, como creo que seré huésped de la casa de las bellas durmientes, te saludaré con un leve gesto.

Y un saludo para tod@s.

@sedacala hace 12 años

FAUSTO, muy interesante tu contestación a mi demanda, te la agradezco. Me llama la atención, que las digresiones sea uno de los inconvenientes que recuerdas. Es bien cierto que un libro de ese tamaño, es más gordo aún por ese motivo y aunque se diga que esos informes historicistas son necesarios, yo no me lo creo del todo. Sí quizá, fueron necesarios para el lector de su época, mucho menos informado que el lector de hoy. De hecho, estoy convencido que esta última, era la razón de la existencia de esos capítulos; para el lector del XIX eran un valor añadido y como tenían más tiempo que nosotros para leer, su extensión no se consideraba tan embarazosa como la consideramos hoy. Por esa misma razón, las historias cruzadas que también alargan el libro no estorbaban y se consideraban, otro valor añadido más. Pero está claro que sí no conectas con la historia, esos elementos te penalizan bastante.

Te gustaron otras lecturas del sarampión romántico, añades como argumentación para indicar que no reniegas del libro por su filiación. Yo, en cambio podría decir, que sin ninguna duda, me gusta más la novela realista de finales del siglo; en ese sentido, LOS MISERABLES es para mí, casi una excepción y los otros que mencionas, o no me satisficieron tanto, o no los leí aun, como es el caso de Mary Shelley. Coincido contigo en que el maniqueísmo en sí mismo no es un elemento en contra ni a favor, existe y se acepta como tal. Aunque en mi caso, la ausencia de maniqueísmo, y el mayor rigor y complejidad de los personajes, son bazas que hacen que mi gusto derive claramente hacia el realismo.

Termino diciendo, que a pesar de todo, tu desafección con LOS MISERABLES, no me parece un hecho demasiado difícil de comprender, por cuanto es un libro que, a priori, tiene unos escollos aparentemente muy difíciles de salvar y en el fondo casi me es más difícil comprender como esas penalidades, no lo han convertido en un libro, con mucho prestigio, pero poco accesible. Algo así, como una especie de ULISES a la francesa.

Saludos.

@Poverello hace 12 años

Hola a todos. Retomo a Kawabata, del que acabo de terminar la obra de la reseña.

Debido al intercambio tan maravilloso y dispar de comentarios lo primero que debo decir es que soy de los que aprecié sin duda la prosa del japonés suicida. Me urge compartir algunas de las ideas que me venían a la mente con su lectura y que ya meditaba antes de meterle mano a "Lo bello y lo triste" por los sentimientos enfrentados. Dice la gente que sabe -en este caso opino lo mismo, no porque yo sepa sino porque me convence el argumento- que el clasicismo cinematográfico por excelencia no es el que entendemos de la época dorada del star system de los 40 en Hollywood, sino el oriental de personalidades irrepetibles como los directores japoneses nada occidentalizados como Ozu, Naruse o MIzoguchi. El sentido es simple, lo clásico, a imagen del teatro griego es aquello que prescinde de todo lo superfluo y añadidos creando una especie de obra simbiótica donde los personajes, la historia y todo aquello que los rodea mantienen una maravillosa línea sin exceso de altibajos ni de histrionismo (algo que suele pasar en las obras clásicas de Hollywood). Pues eso me parece Lo bello y lo triste, una obra clásica en el sentido más austero de la palabra, y me resulta extraordinaria, algo que comentan tanto @Fausto como @Krust, la similitud de varios frentes con ello: el peso primordial de los personajes femeninos y sobre todo del más independiente, Keiko, como sucede de manera clara en la filmografía de los autores a los que he hecho referencia (Elegía de Naniwa, Mujer, sé como una rosa, Vida de O'Haru...), así como la importancia trascendental de los diálogos a la hora de transmitir y expresar sentimientos, igualmente introspectivos y duros como en el cine clásico japonés que deja finales abiertos, "bellos" y "tristes". Y un dato muy concreto, que no puedo verlo como casual. Uno de los capítulos de la novela de Kawabata está titulado Primavera temprana, una de las películas más influyentes de Ozu se llama Primavera tardía. En ambos se habla de la soledad, del abandono no deseado... partiendo de puntos de vejez y juventud con un paisaje tonal de fondo que transmite la realidad que quieren superar los protagonistas.
Me gustó... Y paro, que esto parece una reseña.

@FAUSTO hace 12 años

Me alegra que también seas participe de tan bella, sencilla y sutil prosa, Poverello. Interesante tu reflexión y comparación de esta escritura y los clásicos del cine nipón. Aunque mis conocimientos son limitados en esta clase de cinematografía (he visto más películas de Kurosawa, el más “occidental” de estos directores), parecen acertados. Añadiría a tu lista (que por desgracia todavía no he visto) de filmes sobre la belleza de la narración y la figura femenina, “Las hermanas Munekata” y “Cuentos de la luna pálida de agosto”. Películas que vi en su momento gracias al programa “¡Qué grande es el cine!”.

@Poverello hace 12 años

No vi "Las hermanas Munekata, Fausto. Tienes razón con Kurosawa, a mí me gusta mucho, pero no representa el estilo de cine oriental, aunque se percibe la esencia en casi todos sus filmes, particularmente en "Rashomon" o "Vivir". Ozu es aún más sobrio que MIzoguchi, aunque ambos comparten, como bien dices, 'obsesión' por la figura femenina y su papel dentro de la sociedad. Como hablar de filmografía sería interminable recomendarte un olvido imperdonable por mi parte respecto a Ozu, y posiblemente uno de los más bellos y sentidos homenajes a la vejez, la familia y el sacrificio personal: "Cuentos de Tokio".
Respecto a la literatura nipona, más pronto que tarde seguiré por su senda: Murakami esta vez.
Un placer charlar con vos.

@FAUSTO hace 12 años

Buena recomendación, Poverello. Ya hace algún tiempo que vi "Cuentos de Tokio", y como apuntas, es una peli sobre la vejez y la familia (con critica áspera hacia los hijos) desde una perspectiva cultural y moralidad oriental, pero, a la vez, perfectamente entendible y equiparable a la mentalidad occidental.

Y volviendo a relacionar la literatura con el cine, descubrí a Akutagawa con una colección de relatos (algunos de buena calidad) por “culpa” de Kurosawa. El filme “Rashomon” está basado en un cuento del escritor con el mismo título. El director embelleció el texto construyendo un gran guión, y más tarde haciendo una excelente película, muy superior al relato original. Creo que debió ser de las primeras veces que una pantalla se reflejaba la misma historia desde diferentes puntos de vista, o cambiando las versiones del mismo protagonista. Una forma narrativa y visual que, más tarde, han utilizado en varias películas.

Yo también “debo” volver a Murakami (y ya son muchos autores y escritoras), pues de 2 novelas, 2 grandes aciertos.
Saludos, y que sigan estos pequeños comentarios, de literatura o cine, que siempre enriquecen y amplían las reseñas.

@Faulkneriano hace 11 años

Acabo de ver por segunda vez La voz de la montaña, de Mikio Naruse, y ganas me han entrado de leer a Kabawata, cuyo novela dio lugar a esta película magnífica. No sé si empezar por Lo bello y lo triste o irme directamente a La voz..., que parece que nadie se ha leído por aquí (y que, por cierto, está repetida en sdl: El rumor y El sonido de la montaña. De novela japonesa estoy a dos velas, pero certifico que el cine nipón es de los mejores del mundo mundial. Ya contaré algo en este hilo, que no vi en su día y que me parece muy interesante.