HANK O LA AMARGURA por Nastenka

Portada de LA SENDA DEL PERDEDOR

“Estábamos todos metidos en lo mismo. Todos apilados en un inmenso retrete lleno de mierda. No había escapatoria, íbamos a desaparecer con una cascada de agua cuando tiraran de la cadena.”

Reza la contraportada; “El joven Chinaski-algo así como el hermano paria de Holden Cauldfiel, el dulce héroe de Salinger en Catcher in the rye(al que Bukowski parece aludir en el título original Ham on rye)- tiene que aprender las reglas implacables de una durísima supervivencia.”
Y..sí, puede que Chinaski recuerde vagamente a Holden(muy vagamente).. Porque Chinaski es un Holden nada mimado, nada consentido y mucho, mucho más desgraciado. Y es que Holden, en ocasiones, me pareció más un producto que un personaje, Hank(Chinaski) me resultó más real, más cercano..y sí empaticé con él, cosa que no me ocurrió con Holden..
Y a sabiendas de que las comparaciones son odiosas, sin lugar a dudas, diría que esta Senda supera a aquel Guardián..

Hank, no cree en nada, no encuentra sentido a su vida, se sabe diferente... y con esa premisa Bukowski nos describe su infancia y su juventud, sus traumas y sus conflictos, rodeados todos ellos de la atmósfera de la gran ciudad, los efectos de la Depresión, los bajos fondos...y la guerra que llegará..
Y así vamos descubriendo una dura lectura, a veces descarnada, pero con ecos de poesía, en la que la vida parece un mero trámite, una fuga constante, y en la que la condición humana de nuestro protagonista destaca por su capacidad de vivir al límite porque el final, de alguna manera, parece estar ya escrito. Una lectura en la que parece no hay salvación posible, ni una visión romántica de sentimientos como el amor o la amistad... pero sí nostalgia, una nostalgia de lo desconocido, que, en algún momento del libro me recordó a aquella escena de “Princesas”(F. León de Aranoa) en la que la “princesa” nos dice que...”tener nostalgia en sí no es malo, eso es que te han pasado cosas buenas y las echas de menos,,yo, por ejemplo, no tengo nostalgia de nada, porque nunca me ha pasado nada tan bueno como para echarlo de menos. Eso sí que es una putada...¿Se podrá tener nostalgia de algo que aún no te ha pasado?..Porque a mi a veces me pasa....”
Nostalgia...y sólo una senda que seguir..
Bukowski nos retrata esa senda de supervivientes, de esos que se mantienen al margen de la sociedad, nos muestra las tinieblas en lugar de las luces, habitaciones míseras y sórdidas, barrios bajos(y otra vez sórdidos) y el final de cada día de colegio, donde Hank parece aprender más que durante las horas lectivas..
Y nos retrata los primeros años del protagonista(o los suyos) con frases cortas que sacuden, desde una mirada que no vislumbra el “sueño americano”, donde la sociedad, resquebrajada por La Depresión ha dejado un país plagado de gente falta de ilusiones.. Y de ahí bebe Hank, con un padre que simula tener un trabajo que no posee, que sólo parece evadirse y desahogar sus miserias con las palizas inesperadas al Hank niño, con la ausencia de la figura materna, la falta de refugio que se reduce a las cuatro paredes de su habitación, y todo parece un combate perdido de antemano, marcado por las cicatrices de un acné salvaje que calan esas marcas en su alma, que le retraerán aún más y le harán ver(y sentir) de un modo diferente. Y desde su punto de vista, veremos los amigos que aparecen y desaparecen sin dejar un rastro tangible, el sexo como algo inalcanzable, el asumir golpes, el chico raro que acaba siendo el chico duro, el que ya no siente(o no muestra) dolor ante las palizas del padre...y va creciendo.. y en sus primeros trabajos descubre los prejuicios clasistas y acaba asumiendo su soledad como una forma de mantenerse en pie durante el continuo combate que es la vida...
Ya sólo le queda, al pequeño perdedor,no avergonzarse de sus cicatrices..

Y es que, el chico que acaba pareciendo duro, el chico que parece gritarle al mundo que no necesita el cariño ni la ayuda de nadie, en realidad, con esos mismos gritos, pero esos que no se oyen...que nacen dentro y a veces no sabemos ponerles sonidos, transformarlos en palabras.. en realidad, necesita, como necesitamos todos.. nuestra porción de cariño.. Nuestro trozo de dulce pastel..

Escrita hace 12 años · 4.6 puntos con 7 votos · @Nastenka le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 12 años

Chinaski es todo un personaje del siglo XX. Me da igual que sea o no total o parcialmente autobiográfico: lo valoro por su efectividad al retratar toda una porción de Estados Unidos que no siempre aparece en las novelas de ese país. Y estoy de acuerdo contigo, Nastenka: no es Holden ni lo pretende. Es, diría, más interesante, más cercano al lector, menos abstracto. Chinaski, como alter ego o no de Bukovski, reaparece en muchas de sus novelas, conformando una especie de saga irredenta, de escaso glamour, de nulo pedigree social o intelectual, pero no por ello menos viva. Yo me leí de una sentada todas las novelas que pude de Bukovski y tiendo a confundir unas con otras, porque en el fondo se parecen mucho y tienen una calidad parecida (no siempre tenida en cuenta, sobre todo por aquellos que tienden a ver con malos ojos el casposo aspecto de su dramatis personae), pero recuerdo con especial predilección ésta y Cartero: la sucesión de crueldades, de borracheras, de trabajos precarios, de amantes ocasionales, de compañeros de infortunio se contrapone (y esto es mucho más importante) con un sentido innato de la dignidad, que es muy difícil de encontrar en la literatura contemporánea y es, esencialmente, por lo que valoro la obra entera de Bukovski, un perdedor con clase, muy por encima de los clichés, insobornablemente auténtico.

@Nastenka hace 12 años

Esta ha sido, Faulkneriano, mi primer acercamiento al alter ego(o no) de Bukowski y ganas me han quedado de seguir descubriéndolo. Aunque quizá mi próxima lectura de él, no tenga nada que ver con Chinaski y sea Pulp, por(según la contraportada) su alusión a Céline... y..porque lo tengo más a mano, también..

@Poverello hace 12 años

Me pareció... hermosa (por adjetivar de algún modo natural lo triste) tu reseña, Nastenka, y ello me invitó a sumergirme de nuevo en el caos vital a través de Bukowski.
Tras acabar el libro, hermosa no sé si sigue siendo la irreal descripción (junto con otras tristezas a las que nombras) que hace justicia a la obra, un auténtico chute de realidad, de revelación indeseable que te da un uppercut tras otro (como tantos que recibe Hank) y se hacen presentes en frases lapidarias que escuecen a quienes, podíamos decir, de todo tenemos: "observé cómo salían del agua relucientes, jóvenes e invictos (...); y, sin embargo, se pedían algo de la vida porque no habían sido puestos a prueba aún. Cuando la adversidad alcanzara sus vidas posiblemente llegara demasiado tarde o fuera demasiado poderosa. Yo estaba preparado". O esta cruel: "la gente sólo piensa en las injusticias cuando les suceden a ellos".
También pienso irremediablemente en Holden, y en el Ferdinand del viaje de Céline con quien tiene más puntos de conexión nuestro 'abrazable' Hank Chinaski. Y aunque el protagonista de Céline me parece mejor y mucho más influyente (eran principios de los 30) las diferencias que a mí me hacen más comprensible a Hank las pone él mismo, sea a modo de autobiografía o de dolor: "soy infeliz. Si fuera cínico probablemente me sentiría mucho mejor". Hay motivo, que puede ser esa dignidad de la que hablas, Faulkneriano.
Afortunadamente, también nos queda esa sensación agridulce de perdedor con clase que no ha de avergonzarse de sus cicatrices (usando vuestras propias expresiones, Faulk y Nastenka) y que ya se anhela desde la propia autocomprensión de Hank el antihéroe: "en torno mío se agrupaban los débiles en lugar de los fuertes, los feos en lugar de los hermosos, los perdedores en vez de los ganadores (...). Yo les parecía irresistible a todos esos tipos idiotas y grises". Hay perdedores más gordos que Hank; Bukowski parece querer dejarlo claro con la sombre de la guerra que planea de manera horizontal a lo largo de sus último capítulos. En la guerra nadie gana.
Algo sí que me agrada de Bukowski y que muchos otros no tienen, ese golpe mortal y directo a la boca del sueño americano, que es sueño mientras duermes y se convierte en pesadilla al abrir los ojos.
Y lo que menos me gusta y que sí era justo y medido en el mejor de los sentidos en Céline y no lo veo justificable por la década, la generación, el realismo sucio o cualesquiera cosa a inventar: Bukowski tiene más fijación por el sexo que la jerarquía católica. No creo que haya en toda la obra más de tres páginas seguidas en las que no se hable de pollas, felaciones, polvos u onanismo. Será que en realidad es autobiográfica, más de lo supuesto, y que la virginidad de Hank ha afectado de por vida a Bukowski llenándolo de frustración freudiana.

Seguiré con Bukowski, gracias a Nastenka y a Faulk.