¿QUÉ VALOR TIENE UN SER HUMANO? por Poverello

Portada de ADAM, EL AMADO DE DIOS

Llevo buena parte de la mañana pensando que leches poner en un primer renglón para invitaros a la osadía de leer una reseña sobre una obra puntuada con un 4. La verdad es que no se me ha ocurrido absolutamente nada. Encima, lo primero que me urge decir, y que no conduce a engaño según ese 4 que tanto me jode, es que “Adam, el amado de Dios” es un libro ciertamente rauco y hasta vulgar en ocasiones desde un punto de vista formal y estilístico. Una oda a la simpleza, vamos, con todas sus letras, pero me puede la ternura, el cariño... la obligación.

Y entonces pienso en esta propia página, en la cantidad ingente de personas que valoramos, reseñamos, reflexionamos... y quizá por ello sí que nos lanzamos a la osadía de creernos cultas, importantes, de alguna manera necesarias. Adam no es culto, y aun menos importante y necesario, al menos desde esa concepción utilitarista que una y otra vez nos vende una sociedad plagada de nuevas cámaras de gas, de soportables eutanasias. Y me pregunto: ¿qué es lo que le da valor a un ser humano?

Nouwen es una persona culta, profesor universitario, con decenas de libros escritos a sus espaldas... Llega a El Arca, las primeras comunidades dedicadas al cuidado y atención a personas con discapacidad. “Cuida de Adam” -le dicen. “Ahí la llevas”, -piensa Nouwen desde su ego más gordo y profundo. Adam es una persona enferma con graves deficiencias. Apenas puede moverse, es sordo, no se comunica, no come solo... necesita perpetua atención a lo largo del día. “Con lo listo que soy, con lo que yo sé”, -reflexionaba con sus palabras Nouwen-. “¿Qué sinsentido es éste?”.

Lo que Nouwen aprende con Adam sólo puede entenderlo aquel que haya atendido a personas de esas que no valen, que no sirven, de las que nos preguntamos día sí día también si no sería mejor acabar con su sufrimiento, con su ausencia de vida, aunque en realidad pienso que así decidimos acabar con los nuestros.

Adam es un libro ridículo en lo literario, pero necesario y vital para quien cuida, atiende, contempla el dolor ajeno con desesperanza, impotencia y desasosiego, pero también lo hace con la humildad del que no entiende y desea hacerlo. He pasado 15 años de mi vida compartiéndola con personas con discapacidad -algunas tan graves como las de Adam-; con esa humildad que tantas veces me falta, y mientras contengo la emoción, resuelvo que nadie me ha enseñado tanto.

¿Qué valor tiene un ser humano? Tal vez, aparte del propio que le otorga el mero hecho de serlo, el que estemos dispuest@s a darle.

Escrita hace 12 años · 4.5 puntos con 4 votos · @Poverello le ha puesto un 4 ·

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