PERORATA DE UN POETA ÓRFICO por Hamlet

Portada de PERORATA DEL APESTADO

Esta es la primera novela de Gesualdo Bufalino, ese escritor “secreto” hasta los 60 años, modesto, humilde y poco amigo de los fastos de la fama del que tan bien habla y se habla en el artículo que Enrique Vila Matas le dedica y que os emplazo a leer (http://www.enriquevilamatas.com/textos/relbufalino1.html ).

Decía que Bufalino había sido un escritor “secreto” y extremadamente reservado, prueba de ello es su hermética dedicatoria en este libro: “A quien lo sabe”, lo cual no es del todo cierto o no al menos siempre, como acostumbra a pasar con todo lo humano, por suerte para los amantes de la lectura. No lo es del todo, por diferentes razones. La primera de ellas porque en esta novela nos regala una historia que además de rabiosamente atmosférica, rabiosamente lírica, rabiosamente bella y emotiva, es también rabiosamente confidencial. Lo es, porque Bufalino vuelca en ella gran parte de su experiencia vital, de sus pensamientos más íntimos, como tuberculoso en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Su personaje protagonista, de hecho, no deja de ser un trasunto literario del autor comparable a éste no sólo a nivel biográfico sino intimo, incluso se expresa con la voz, con el genio y la desbordante cultura con que sólo Bufalino podría hacerlo. Por eso se entiende (y queda más que justificada por la misma realidad) que el joven soldado instalado en el sanatorio de la Conca d’ Oro, muestre y demuestre en cada página, en cada confesión y palabra, una mente cultivada y aguda como pocas. No obstante, eso multiplica la dificultad del texto, que por un lado se presenta como una confesión sinceramente abierta pero por el otro encierra dificultades estilísticas no aptas para todos los paladares. Aún así, merece la pena el esfuerzo. Os lo aseguro.

Siguiendo con las razones que antes mencionaba, la segunda sería que el mismo Bufalino ofrece al final del libro unas “instrucciones de uso” para su lectura donde allana el camino al desamparado lector, revelándole de paso parte del andamiaje genético de esta hipnótica obra. Unos apéndices que Bufalino escribió para cuando sus amigos leyeran la obra, pero que afortunadamente han visto la luz pública.
La tercera es que Bufalino, quiebra su voluntario silencio, revelándole la existencia de esta obra (que había escrito años antes) a su descubridor Leonardo Sciacia (que ya era un escritor consagrado por aquellos años), y de paso el silencio de protagonista y narrador, que nunca fue tal, porque de serlo completamente nunca hubiera escrito o narrado esta historia.

No es un secreto lo que voy a decir, ni si quiera al inicio de la novela, o sea que no se asusten los temerosos de los spoiler: el protagonista pese a estar sentenciado por la muerte consigue su amnistía, como la consiguiera el mismo Bufalino. Y es algo evidente ya desde el principio porque es él quién narra la historia. De no ser así, no hubiera habido narración, ya que esta implica tal necesariamente la supervivencia de Bufalino y su narrador. Y menciono este detalle porque es importante para apreciar y degustar la novela en toda su profundidad, ya que no trata de sorpresas ni reveses inesperados, en plan éste o aquel muere y mira lo que pasa. No es una novela de trama si no de argumento, donde sus hallazgos se encuentran precisamente en la situación terminal, excepcional, de unos personajes que se saben terriblemente enfermos y próximos a la muerte.

El personaje protagonista, que no tiene nombre, reforzando la idea de que es el mismo Bufalino, se encuentra a camino de una muerte sublime y una salvación mediocre. Su situación terminal convierte en solemnes y especiales cada uno de sus vivencias, hermanándolo a un personaje trágico digno de Sófocles o Eurípides, al que sólo la vida, que no la muerte, pueden quitarle el estrellato de la escenario. He aquí uno de los aspectos más interesantes de la novela, el no presentar la muerte o la sentencia de muerte como algo más terrible de lo que en realidad es. De hecho, esa sentencia de muerte pesa sobre todos los hombres, incluso los sanos y jóvenes, aunque es la consciencia de su inminencia la que altera la vida de quienes la sienten. Ofrece de esta forma Bufalino un esplendido retrato de unos personajes fronterizos, encarados hacia la muerte, pese a seguir en la fina línea divisoria que cae del lado de la vida. Unos personajes que tal y como aparece en algún momento de la narración, tendrían más que temer a la vida que a la misma muerte, ya que la primera es la verdaderamente incierta, manipuladora y engañosa; la muerte no engaña, cuando llega es definitivamente y nunca ha escondido que está ahí.

Es evidente, que para narrar la historia de estos personajes además de una voz sensible y una mente lúcida, capaz de transmitir en palabras la trascendencia de la excepcional situación al relato, hace falta un personaje que se salve. Ese personaje no puede ser otro que el narrador, que se convierte en una especie de Orfeo que retorna del reino de la muerte. Él mismo Bufalino así se refiere a él, cuando en sus apéndices lo menciona como “un Orfeo malvado que se gira intencionadamente (él sólo quería visitar el Hades…)”, confiriéndole al personaje un talante aún mas inquietante.

En definitiva, os animo a leer este precioso y singular libro que si bien no me ha apasionado tanto como “Las mentiras de la noche” o “Qui pro quo”, del mismo Bufalino, no encuentro que sea inferior a estos en talento y belleza. Los otros, son quizás más adictivos, menos solemnes, porque contienen no pocos trazos de suspense y trama que contribuyen a enganchar al lector inquieto, avido de resolver misterios o de presenciar acontecimientos inesperados. “Perorata del apestado” no ofrece eso, porque no es de lo que trata, pero ofrece una profundidad y belleza desgarradora a aquel lector paciente y concienzudo que se atreva con él. Los amantes de las referencias clásicas encontraran no pocas joyas entre sus pocas páginas.

Mencionar también el maravilloso trabajo de traducción de Joaquim Jordá, que no debió ser en absoluto fácil, teniendo en cuenta que ya desde su aparición se saludo, desde la crítica especializada, a Bufalino como un rey a la altura de otros reyes de las letras europeas como Proust o Joyce, premiando a ésta, su primera novela, con el prestigioso Premio Strega, el más importante galardón que las letras italianas pueden otorgar a una novela.

Dejando a un lado esta sí, mi apestosa perorata, no puedo dejar de ceder la voz a Bufalino, el pleno protagonista de esta novela, cuando dice:

“Tal vez por esto me había sido concedida la dispensa, sólo por esto yo me había salvado, y nadie más, de la guadaña: para prestar testimonio, cuando no delación, de una retórica y de una piedad. Aunque ya supiera entonces que preferiría permanecer callado y llevar a lo largo de los años mi perorata al seguro debajo de la lengua, como un óbolo de reserva, con el que pagar al barquero el día en que me sintiera, a consecuencia de otra y menos remisible decisión o llamada, a las puertas de la noche.”
También quisiera citar lo que otros han dicho acerca de Bufalino, de “Perorata del apestado”, de su obra en general, y que suscribo sin atisbo de duda.

“Bellísima novela: dan ganas de decirlo con toda la impudicia que este adjetivo, bellísima, hoy día encierra, y de una rara, contenida fuerza expresiva” (Enzo Siciliano en el Corriere Della Sera)

“Enfermedad, metáfora de la vida…Un libro memorable” (Fulvio Panzevi, para Il Sabato)

“¡Que maestro, este Don Gesualdo! “ ( Leonardo Sciacia, para L’ Espresso)

“Bufalino es un nombre de significación máxima por la intensidad de su visión del mundo y por la opulencia del estilo” (Miguel García-Posada)

“Unas novelas deslumbrantes, hilvanadas en una prosa de una intensidad poética excepcional” (Lluis Bassets)

“Todos los atributos de la mejor literatura, con una escritura que identificamos, por lo que tiene de difícil perfección, con los clásicos…Un narrador supremo” (J.A. Masoliver Ródenas)

“Uno de los mejores prosistas de su tiempo, con un prodigioso estilo, barroco, aforístico y metafísico” (Mercedes de Monmany)

Escrita hace 12 años · 5 puntos con 8 votos · @Hamlet le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Poverello hace 12 años

Acababa de aterrizar en SdL cuando lo primero que encontré en la página de inicio fue tu reseña, Hamlet. La leí impávido y por aquel entonces ni me 'atreví' a votarla, pero comprendí que en la web había gente "mu' entendía", que dicen por aquí, y me entraron más ganas de quedarme. Fue mi primer libro en la Wishlist, ya ves que sí.

Vaya acierto, suelto 5 meses después, y ahora, tras revisar tu magnífica reseña sólo resta decir amén como los hebreos e idem como los latinos. Puede ser que Bufalino no sea Conrad (a quien me recuerda en esos personajes que sienten en infinidad de ocasiones lo contrario de lo que hacen o dicen) ni Borges (aunque su dominio del lenguaje nada tiene que envidiarle), pero quien ame la Literatura (sí, con mayúsculas) ha de leer a este señor. Y no pretendo, al señalar a estos dos dificultosos autores, quitar las ganas a nadie, antes al contrario, simplemente apuntar de nuevo con Hamlet que su prosa, su estilo son bellísimos, aunque te obligue a revisar cada párrafo un par de veces si no deseas perderte cada detalle o matiz sinuoso; o precisamente por eso, porque has de leer cada capítulo como un cuento de aprendizaje crepuscular y pensártelo mucho antes de decidir pasar de improviso al siguiente.

En mitad de su lectura, casi al terminar, recordé a Céline y su condenado 'Viaje al fin de la noche', por el enfoque tan distinto y vital que nos ofrece Bufalino, tan lleno de esperanza en mitad de tanta muerte. Y entonces, justo entonces me aparece este párrafo que confirma mis anhelos: "Yo había realizado un viaje, un viaje importante,pero ahora era difícil entender si entre los ángeles o bajo la tierra".

En medio de tanta enfermedad, gracias a la portentosa batuta de Bufalino, recuerdo el dicho: "no llenes tu vida de años, llena tus años de vida". A eso nos invita el siciliano, y nos lo deja claro a partir de su experiencia que ha de servirnos a otros, a todos: "todavía hoy algún laico vidente promete la redención perpetua a la humanidad venidera, a condición de que una sola generación, la nuestra, se condene y perezca por todas".

Qué hermoso e imprescindible ese párrafo final que nos regalas, Hamlet, en boca de Bufalino. Tan sólo después de leer la perorata se percibe la necesidad imperiosa de tal dispensa.

@Hamlet hace 12 años

Gracias, una vez más, Poverello por prestar atención a mis reseñas y por los inmerecidos halagos. Me alegro te haya gustado "Perorata del apestado" y te sumes para hacer eco de la brillante obra de Bufalino. Te recomiendo también, como ya queda expresado en mi reseña, "Qui pro quo" y " Las mentiras de la noche" ( que también los reseñe en su momento ). Ambos son muy recomendable. El primero es una rara avis perfectamente pergeñada. El segundo es uno de mis libros favoritos ( pesa mucho a las cualidades intrínsecas del libro en sí, que me encante la atmósfera y época en que se desarrolla).
Es cierto, como apuntas con precisión, que es uno de esos autores que hay que leer con los cinco sentidos puestos, morosamente, releyendo cuando toca, pero sus cualidades compensan sobradamente el esfuerzo invertido.

Un saludo!!

@_567_ hace 11 años

Un maravilloso ejercicio de prosa poética no exenta ni de metafísica (pero de la que se entiende, para que nos entendamos. Por cierto, leeré la opinión de Vila-Matas cuando haya digerido un poco el impacto de esta novela…), ni de cierto existencialismo con sello propio; nunca había leído una escritura similar, un estilo tan personal de transmitir.
Estoy de acuerdo contigo en que es un texto que encierra cierta dificultad estilística pero el propio Bufalino se encarga de ayudar al lector, como bien dices en la reseña, incluyendo ese ajustado apéndice o epílogo: ‘Instrucciones para el uso de Perorata del apestado’, que sólo hay que leer después, claro, y que a mí personalmente me ha servido para acabar de entender algunos conceptos. Merece la pena, eso sí, perseverar y no abandonar la lectura al primer capítulo… sólo así llegaremos, por ejemplo y por destacar alguno en particular, al XVI: ‘SANGRE ROJA Y LLUVIA NEGRA” que me ha parecido de una exquisitez sublime, deliciosamente bello!!!
También coincido contigo en ensalzar la estupenda traducción de Joaquín Jordá, minuciosa y sin un solo error aparente en el engranaje que pueda lastrar el ritmo de la historia. No creo que se haya perdido demasiado del texto original. Tremendo el personaje de El Flaco (de origen español) a pesar de sus ‘contadas apariciones’, en cuanto al personaje de Marta Levi, clave en la historia, puede que necesitara alguna descripción añadida (orígenes y su función en la guerra pasada sobre todo, ya que creo entender que tampoco ella es italiana, aunque sí que lo son la mayoría de internos en el sanatorio), por ponerle un pequeñito pero…

Voy a inscribirme en el Club del 8, creo sinceramente que esta novela lo merece, si no más.
Una de esas reseñas que leí hace mucho por aquí y que anoté en mi Whish mental, sabiendo a ciencia cierta que regresaría a esta Sicilia tuya de letras. Ha valido la pena, amigo Hamlet.
Gracias por el contagio… y hasta la próxima.-

@Hamlet hace 11 años

Celebro te haya gustado el libro, Krust. Si te has quedado con más ganas de Bufalino no dudes en hacerte con "Qui Pro Quo" y con "Las mentiras de la noche". Todos son diferentes entre sí aunque tienen como elemento común el talento, singularidad y belleza que un maestro como Bufalino sabía imprimir a sus escritos.

Un saludo, amigo.

@Guille hace 8 años

Estupenda reseña, Hamlet. A ver si tengo tiempo y consigo escribir algo yo también.

Mientras tanto, veo vuestros ochos y subo uno más.