BAJO LA IRRESISTIBLE DOMINACIÓN DE ANTINEA por EKELEDUDU

Portada de LA ATLÁNTIDA

La novela de aventuras de la que hablaremos ahora mereció, al publicarse por primera vez en su país de origen en 1919, el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa. En contraste, su autor ha sido acusado de haberse inspirado en otra novela, ésta de Henry Rider Haggard, llamada ELLA, y que no he tenido el honor de leer. Por referencias, parece que sí, que los argumentos son muy similares, pero que la novela de Benoit tiene más vigor descriptivo en todos los aspectos.

LA ATLÁNTIDA se abre con una carta preliminar escrita por uno de los personajes, Olivero Ferrieres, Teniente en el tercero de Spahis apostado en Hassi-Inifel, en el Sahara. Esa carta, fechada el 8 de noviembre de 1903, se inicia con una advertencia inquietante: "Si las páginas que siguen ven la luz algún día, será señal de que yo he dejado de verla...". Conclusión: Ferrieres (y quizás también el Capitán Andrés de Saint-Avit. que dos días después de escrita la carta partiría con él hacia Tassili, en pleno Sahara Central) ha muerto, o se lo ha dado por tal.

El resto del libro, un extnso escrito previo de Ferrieres, refiere el motivo del viaje a Tassili y la suerte que podrían haber corrido él y De Saint-Avit, y principia con la llegada de éste último a Hassi-Inifel para asumir allí el mando, El y Ferrieres habían sido discípulos en la academia militar de Saint-Cyr varios atrás, pero luego el destino los separó y, entre tanto, De-Saint-Avit ha sido sospechado de asesinar, durante el transcurso de otra misión, al Capitán Morhange, su compañero durante la misma. Lo que nos lleva, como una caja dentro de otra, al testimonio del hipotético asesino, confirmando a Ferrieres su autoría del crimen en extrañas circunstancias.

Morhange, hombre de ciencia además de militar, se proponía demostrar el origen cristiano de los tuareg; y a tal fin, se había dirigido l sur, en compañía de Andrés de Saint-Avit, hallando en primer lugar una inscripción en escritura tifinar (propia de los tuareg, justamente) en la que se leía, hecho curioso, una palabra o nombre de evidente origen griego: Antinea. Posteriormente se toparían con un targui cuya vida salvaría De Saint-Avit, y que los guiaría de allí en más a través del desierto. Pero estaba guiándolos hacia una trampa; concretamente, hacia la extraordinariamente hermosa y despiadada Antinea, reina de la Atlántida, hija de Cleopatra y nieta de Neptuno (¡pavada de genealogía!) varias veces centenaria; pues en esta novela, el mar no se engulló al Atlántida, sino al revés, y el Sahara es todo lo que queda del océano que rodeaba al perdido continente. Pero pese a tan interesantes dscubrimientos, Morhange y De Saint-Avit carecían de motivos para estar de verdad contentos: eran prisioneros de Antinea, mujer excelentemente conservada para su edad y que cultivaba la muy poco grata costumbre de seducir hombres apuestos (como casualmente lo eran ambos) y mantenerlos muy bien conservados también, pero de una forma tétrica: haciéndolos morir y embalsamándolos mediante un método que, transformando los tejidos orgánicos en oricalco, los convierte en estatuas.

Hasta aquí lo que nos permitiremos revelar del argumento. La ubicación de la perdida Atlántida en el Sahara no es idea surgida de esta novela: en 1868 el arqueólogo francés Godron formuló una teoría que sostenía exactamente eso, y que fue reflotada, con distintas variantes, en 1874 por el geógrafo francés Etienne Berlioux, en 1926 por el escritor alemán Borchard y creo que Henri Lhote sostuvo lo mismo a partir de sus investigaciones. Durante la formulación o reformulación de esta teoría atlante sahariana, a alguien se le ocurrió, también, que quizás la supuesta antepasada del pueblo tuareg, Tin Hinan (nombre que significa "ella, la de las tiendas") era una princesa de la Atlántida; de ello hablaba, entre otros, Rupert Furneaux, en LOS GRANDES ENIGMAS DEL UNIVERSO. Ahora, lo que no sabría decir, es si esa identificación inspiró el personaje de Antinea, o si el personaje conllevó a la identificación por esas ensoñaciones tan propias del ser humano. No sería extraño, porque Antinea es un personaje que ejerce una poderosa, irresistible fascinación. Quienes hayan leído TEFEDEST, de Louis Carl y Joseph Petit, recordarán que se la mencionaba en algún capítulo, como si viniera a encarnar el espíritu mismo del Sahara. En la novela impacta como una cruza entre Azhrarn y Zorayas (personajes ambos de EL SEÑOR DE LA NOCHE, de Tanith Lee) con un toque de Gorgona petrificadora y de araña aguardando, en su tela, al macho al que habrá de devorar cuando se le acerque a cortejarla. Como Azhrarn -con quien comparte la cabellera negroazulada-, destruye sin compasión aquello que ama y pierde (aunque, como ya se ha visto, con lo que no ama o que no pierde no es, de todos modos, mucho más misericordiosa); como Zorayas, exige absoluta sumisión por parte del sexo masculino.

El autor vivió durante algunos años en el Sahara y ello le capacita para deleitarnos con soberbias descripciones del paisaje del desierto, y hacer gala a la vez de un buen dominio del léxico de la región. Así que, para resumir, estamos ante una excelente novela de aventuras, más allá de la deuda que guarde hacia Ella. Ha sido varias veces llevada al cine.

Escrita hace 12 años · 4 puntos con 4 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

Comentarios

@nikkus2008 hace 12 años

Muy buena reseña, como siempre amigo. Trataré de conseguirlo entonces. Un abrazo.

@EKELEDUDU hace 12 años

Gracias, otro para vos.

@nikkus2008 hace 12 años

Me gustan las reseñas largas y completas. Ya está este libro en mi wishlist.