SEPARANDO LA HISTORIA DEL MITO por EKELEDUDU

Portada de VLAD III DRACULA

Hacia el siglo XV de la Era Cristiana, toda Europa oriental, desde Polonia hasta los Balcanes, estaba en efervescencia, desgarrada por conflictos externos o internos según el caso. Para las naciones más meridionales, la principal amenaza, pero no la única, la representaban los turcos otomanos que, en 1453, tomarían Constantinopla, poniendo fin al Imperio Romano de Oriente. En tales condiciones, los príncipes menos poderosos se las veían negras para mantenerse en el trono y salvaguardar sus dominios de invasores extranjeros (y a menudos también para salvar el propio pellejo), por lo que no sorprenderá que en el principado de Valaquia, en la actual Rumania, la inestabilidad política fuera la regla.

Fue precisamente en Valaquia donde, hacia 1436 0 1437, un pretendiente al trono terminó imponiéndose sobre otros: Vlad II, más tarde apodado "Dracul", mote de origen incierto, pero que podría hacer referencia a la Orden del Dragón, a la que llegaría a pertenecer dicho príncipe. Forzado en cierto momento a hacer la paz con los turcos, Vlad Dracul debió comprometerse a entregar a aquéllos cuando menos un rehén, en garantía de cumplimiento de su parte en el pacto. Para no sacrificar a su primogénito y heredero Mircea, optó por entregar no uno sino dos rehenes, sus hijos menores, Vlad y Radu. Pero no era fácil mantenerse en el poder en Valaquia siendo siempre fiel al mismo amo, y en vista de ello Vlad Dracul finalmente traicionó a los turcos dando al mismo tiempo por muertos a esos dos hijos menores, a quienes por otra parte jamás volvería a ver, ni muertos ni vivos. Mientras tanto se sucedieron más conflictos, Vlad Dracul y su heredero Mircea murieron (los murieron, bah) y el gobierno de Valaquia pasó a otras manos. Pero en 1448, imprevistamente, reapareció en primer término Vlad, aquel muchacho entregado como rehén a los turcos, tomando el poder en Valaquia; más tarde, complicándole las cosas a él, también volvería Radu a la escena política.

Prontamente expulsado del poder, Vlad lo recuperó en 1456. Gobernando con astucia y crueldad, lograría mantenerse en el trono durante seis años, yo diría que toda una hazaña teniendo en cuenta qué fácil era caer del mismo en ese país, y fue conocido por la Historia, la leyenda y la literatura como Drácula. Pero cuando en 1462 su hermano Radu el Bello, con apoyo turco, le arrebató el poder, cometió el error de refugiarse en la corte del rey húngaro Matías Corvino, quien lo hizo prisionero y, por conveniencias políticas, se acordó de las crueldades de Drácula, que se encargó de divulgar oportunamente magnificadas. Así fue como el Drácula histórico pasó a ser conocido como un temible monstruo mucho antes de convertirse en otro, definitivamente inmortalizado como tal en las páginas alucinantes de una terrorífica novela escrita por un irlandés llamado Bram Stoker.

En esta obra, el rumano Matei Cazaku -todo un especialista en la historia de su país y de los Balcanes- se explaya primero en los muy complejos vaivenes políticos que acompañaron a la familia de Drácula en su lucha por el poder en Valaquia, ocupándose acto seguido del ascenso, gobierno y caída del propio Drácula. A la hora de referirse a las supuestas crueldades de éste, compara fuentes y razona para dilucidar la verdad en ese asunto, llegando a la conclusión de que muchas de las mismas eran imaginarias y otras estaban encuadradas dentro de las leyes que regían el principado de Valaquia. Más tarde comenta un poco la suerte corrida por la descendencia de Drácula y, quizás un tanto risueñamente (por más que en todo momento mantenga un tono serio) debate la condición vampírica del famoso príncipe.

Pero esto no es todo. Cazaku detalla de qué modo el Drácula histórico saltó a la novela de terror de la mano de Bram Stoker; nos habla de supersticiones sobre vampiros en Rumania, algunas aún vigentes; y por último incluye varios interesantes anexos. Por un lado, documentos contemporáneos que versan sobre Drácula, desde los exageradísimos panfletos anónimos destinados a execrar su memoria hasta extractos de la obra del historiador griego Leonikos Calcokondilas. Y por otro, una novela íntegra, EL CAPITÁN VAMPIRO, de Marie Nizet, nunca reeditada desde su aparición y en la que se habría inspirado Stoker para escribir Drácula. Al respecto, Cazaku sugiere incluso un eventual plagio, acusación que creo es exagerada si nos atenemos a las razones que él esgrime; sólo un pasaje de la obra de Nizet encuentra auténtico paralelismo, creo yo, en la novela de Stoker, a saber: el momento en que el hombre que creía haber asesinado al Capitán Vampiro reconoce a éste perfectamente vivo, recuerda mucho a Jonathan Harker apenas regresado a Londres creyendo (acertadamente) identificar a Drácula en plena calle. Pero no sé si esta única similitud es válida para ratificar el cargo de plagio.

En todo caso, podrá decidirlo el lector por sí mismo. Más no podría pedirse. VLAD III DRACULA satisfará con creces toda curiosidad acerca de la historia y leyenda del famoso príncipe de Valaquia devenido vampiro literario.

Escrita hace 12 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

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