Sinopsis
El 27 de septiembre de 1975 sonaron lúgubremente por todo el Estado español, cinco tremendas campanadas de muerte. En Euskadi, dos de ellas restallaron como látigos en la conciencia colectiva del pueblo. Con el fusilamiento de Txiki y Otaegi se fusilaba a algo más que a dos hombres. Se intentaba fusilar a un Pueblo y para ello se buscaban dos símbolos evidentes. Como cuando en la guerra del 36, se buscó cuidadosamente el blanco del bombardeo total. Y se buscó Gernika. Ahora se eligió a dos personas cuya significación no ofrecía ninguna duda: el viento y las raíces. El emigrante integrado y el casero de la tierra. El luchador arriesgado y el colaboracionista cauteloso. El representante de los nuevos vientos de libertad y el de las raíces profundas del pueblo. El liberado y el legal. Dos símbolos de un pueblo en lucha abierta y directa contra un Estado fascista y contra un dictador que reventaría dos meses más tarde.
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