Sinopsis
Pío Baroja se retrata a sí mismo en La sensualidad pervertida, novela de 1920, tal como se verá mejor en sus Memorias, iniciadas en 1941. Todos los adjetivos que aplica a Luis Murguía, ese escritor diletante en que se refleja, le cuadran bien: sentimental y cínico, melancólico y cerebral, quijote e hidalgo, débil y fatalista… sin duda es un «pequeño buscador de almas», que se ha dejado llevar por el «placer melancólico del recuerdo». Tiene una extremada sensibilidad psíquica y sensorial, «el más pequeño contacto con la vida española me hacía daño». La
familia –que proporciona protección y deformación– presenta anomalías, la educación es desagradable. Es llevado por distintos pueblos y ciudades, sus buenas condiciones (fe, honradez, ingenuidad infantil) chocan con las normas de los antepasados, representados por las fuerzas vivas, los clérigos y militares, los ricos y aristócratas, los políticos y magistrados… Es una novela de viaje interior y exterior, está en la trilogía de ‘Las ciudades’. Baroja gusta mucho de desplazamientos rápidos y largos en sus novelas, además de las dedicadas a aventuras, se pueden recordar los bruscos viajes de la rusa Sacha en El mundo es ansí.
José Luis Peset, Pío Baroja, ese pequeño buscador de almas
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