Sinopsis
EL GARAJE HERMÉTICO nació en una época en la que Moebius, (Jean Giraud) estaba inmerso en una cura de desintoxicación del que hasta entonces había sido su personaje de cabecera: el Teniente Blueberry, que durante doce años había dibujado para la revista Pilote. En aquellos años, mediados de los 70, un grupo de dibujantes, salidos en su mayoría de ésta revista, se habían liberado de las ataduras creativas de las entregas semanales para lanzarse, bajo el paraguas de editores afines como Jean Pierre Dionnet, o de forma autogestionada, a aventuras como Fluide Glacial, A Suivre, o la mítica Metal Hurlant.
Fue precisamente en esta última donde, en su número 6, aparecieron las dos primeras páginas de EL GARAJE HERMÉTICO. Sólo dos páginas donde Moebius contaba en cuatro viñetas como, en un descuido imperdonable, el ingeniero Barnier hacia entrar en resonancia el proyector de partículas con el calibra niveles y destruía una preciosa nave cablera, con el riesgo de provocar las iras de, nada menos, Jerry Cornelius. Moebius no tenía intención de ir mucho más allá, y tanto la simplicidad de la composición como el descuido del dibujo dan buena fe de ello. Sin embargo aquel primer ¿episodio? apareció en Metal Hurlant y el resto ya es historia.
Al carecer de guión es difícil hacer un resumen de EL GARAJE HERMÉTICO, pero baste decir que el Mayor Grubert, en colaboración con algunos entes de turbia filiación, ha creado un mundo de tres niveles que Cornelius, antiguo conocido y no se sabe muy bien si amigo o enemigo, ha invadido de una forma bastante peculiar. Todo parece girar alrededor de los esfuerzos del mayor por desbaratar los planes de Cornelius, o algo así, porque realmente El Garaje no se articula alrededor de grandes momentos dramáticos (aunque los tiene) sino de pequeños momentos, viñetas únicas y fraseos a la vez delicados y ocurrentes.
En palabras de Jaques Guimard: El garaje es un poema.
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