Sinopsis
Arthur Schopenhauer fijó su mirada penetrante en un espectáculo trivial y cotidiano de la comedia humana: el afán por “tener razón” o, mejor, por “que nos den la razón” en una disputa. Y una disputa, una discusión -ese forcejeo en la palestra mental y verbal entre dos interlocutores- es un yunque de prueba donde inevitablemente se muestra el temple y la calidad de nuestro acero intelectual y moral. ‘Por regla general, la gente lo toma a mal cuando uno no es de su opinión. Y, en ese caso, debería mejorar la presentación de la opinión de forma que sea aceptada. Pero, de hecho, las disputas nos dejan un sabor, sobre todo, de disgusto, porque en ellas se muestra no sólo la incapacidad intelectual, sino, también, la falta de probidad moral que aparece, tan frecuentemente, en la deslealtad del proceder en una discusión.’
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