UN AMOR IMAGINARIO por Timbel

Portada de LA JUGADORA DE GO

Bueno lo primero decir que el libro me ha gustado, especialmente por su temática, al estar escrito por una autora de origen manchú está lleno de detalles sobre la cultura de esta región y de China en general. Se ve que los años que pasó la autora tratando con la esposa japonesa del pintor Balthus, le ayudaron también a captar la perspectiva japonesa de este periodo convulso de la historia de Manchuria. Plasma a la perfección esa perspectiva chovinista del soldado japonés que realmente cree que la invasión del continente es algo necesario para salvar la cultura china de la que ellos son herederos, permitiéndose incluso ese aire paternal del que hacen gala las naciones colonialistas. Escalofriante también su representación de la guerra y la deshumanización que ello conlleva. Hasta aquí el retrato histórico para el que no encuentro objeción alguna, pero si dejamos de lado la buena ambientación y nos centramos en trama empiezan a aparecer pegas.

La idea es muy buena, una adolescente atrapada entre su mundo vanal y burgués, sus amigos comunistas y sus relaciones amorosas con los mismos, y su pasión por el go (que es lo único que le hace evadirse de la cruel sociedad en la que vive), y por otro lado el estereotipo de soldado japonés, entregado a su patria hasta rozar el fanatismo.

La estructura de la narración también es muy acertada, secuencias cortas para mantener la ateción del lector, cada una de ellas corresponde a uno de los protagonistas mostrándote cuán diferentes son sus mundos y cómo sólo en la plaza de los Mil Vientos pueden escapar de sus vidas y ser sencillamente ellos mismo ante el tablero de go. Pero que nadie se equivoque, esto no es una historia romántica al uso, los protagonistas no se conocen más allá del tablero de juego, ella no es más que una niña caprichosa que no piensa en ningún momento en su adversario como un amante. Todo el "romance" surge de la cabeza del japonés que se hace lo que comúnmente llamaríamos una enorme "paja mental", idealiza a su adversaria de la que no sabe absolutamente nada, se imgina a una joven china, ingenua, inocente, casta, pura y virginal (si el pobre supiera...), se obsesiona con ella y se convence de que la ama, pero no ama a la muchacha, sino a una joven imaginaria que posee sus rasgos pero que no tiene nada que ver con ella. No es una novela de besos y palabras bonitas, de hecho, no hay amor real, solo ficticio. Aunque si que es cierto que el final toma un giro inesperado y te hace plantearte hasta dónde pueden llevarnos nuestras propias ensoñaciones, qué sacrificios podemos llegar a realizar por un ideal ya sea político o romántico.

¿La gran pega? El estilo de la autora. Shan Sa es poetisa, y eso se nota porque a veces escribe frases realmente preciosas, pero es fría, muy fría e impersonal. Hacia el final mejora un poco, pero al principio se limita a contarte las acciones, y prácticamente el lector debe intuir lo que piensan los protagonistas y por qué actúan de tal o cual manera. No me ha gustado nada su forma de escribir, la lectura me recordaba a la megafonía del metro que te anuncia la siguiente parada, que te informa sí, pero no transmite nada. Como conclusión el libro es bueno, pero podría haber dado mucho más de sí si se hubiese desarrollado más y con una perspectiva más intimista por parte de los protagonistas.

Escrita hace 13 años · 0 votos · @Timbel le ha puesto un 7 ·

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