Cárcel interior (con un poco de cliché) por arspr

Portada de LA MALA COSTUMBRE

Empecemos dejando las cosas claras porque al final de la reseña quizá seré un tanto más negativo: La mala costumbre está francamente bien escrito. Independientemente de temática o no es una delicia ir pasando párrafos y páginas por el mero hecho de pasarlos. Me apunto a Alana como escritora pura y dura.

Ahora bien, a partir de aquí, este es un libro que claramente se ha beneficiado en su fama LGTBI. Y en cierta manera le cuesta romper ese techo de cristal porque no sé si al final puede ser igual de especialmente atractivo al resto de público (heterosexual o no) que simplemente quiera leer un buen libro a secas. No un buen libro de esa temática, sino simplemente un buen libro a secas. Y me estoy dando cuenta de este matiz al finalizarlo, porque no puedo evitar recordar más favorablemente su inicio, más centrado en la descripción del barrio obrero de San Blas en Madrid, que el final, más centrado obviamente en los infiernos de autoencierro de la protagonista por culpa de todo, empezando por la sociedad que consciente o inconsciente no le facilita(ba) su difícil situación y terminando porque evidentemente, incluso con todas las facilidades posibles, estar atrapado en un cuerpo que no es tuyo es una putada muy pero que muy putada. E incluso al final del libro me resultan mucho más interesantes los retazos finales de evolución del barrio, de Madrid en general, o incluso de su propia relación con sus padres, que los del interior de su cabeza.

(Obsérvese con los paréntesis anteriores que, pese a algún que otro troglodita, opino que afortunadamente, y en este país, hemos avanzado muchísimo al respecto).

Y sí al final gran parte del libro se queda centrado en esos demonios internos de la protagonista. En ese lío tremendo que vive consigo misma y que se traslada incluso en ese mismo batiburrillo de metáforas a sus páginas. Y que por ese mismo enredo en sí mismo a mí se me ha hecho un tanto largo en ciertos tramos y que solo ha salvado la mencionada calidad de la prosa. Y esto genera su techo de cristal de ser un libro de género, de sesgo, con mucho más interés para quien se vea en su misma situación que para quizás el lector general.

Además hay algo en el libro que al menos yo no acabo de entender, que alguien me tendrá que explicar sosegadamente, y que no deja de ser un cliché que al menos para mí juega en su contra: ¿por qué, si te gustan los hombres, (eres al final heterosexual, lo que ocurre es que estás en un cuerpo equivocado), te vas a dar a miles de relaciones promiscuas y te va gustar que te den por culo? Lo primero, lo de la promiscuidad como falso sustituto de que "aceptación y aprecio" está medio explicado en el libro con sus hombres dragón nocturnos, pero no deja de ser otro cliché más. Y respecto al segundo, no sé, no entiendo ni ahora ni nunca, qué tiene que ver el culo con todo esto... Es algo que siempre me ha sorprendido incluso en los gays puros y duros. Es decir, para gustos los colores y a mí me puede resultar placentero frotarme el sobaco con un cepillo de púas y libre soy de hacerlo (y de que me lo hagan) si así me viene en gana, pero de verdad que en general entiendo el sexo anal como reciprocidad hacia el otro pero se me hace raro que, como igual regla general, te pueda resultar placentero por sí solo y como fin en sí mismo. (Y como ejemplo contradictorio al respecto se puede indicar que para las mujeres heterosexuales no es una actividad sexual ni generalmente buscada ni placentera, aunque de todo haya en la viña del señor; vamos que lo que se venden como churros son los satisfyers por motivos obvios).

Escrita hace 3 meses · 0 votos · @arspr le ha puesto un 8 ·

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