Cuando un homenaje no es suficiente por arspr

Portada de CUANDO DIOS APRIETA, AHOGA PERO BIEN

Nada, creo que este es un libro totalmente prescindible y me atrevería a decir que tirando a malillo...

Este libro nace de las entrañas de Guillermo Fesser que, con toda la buena intención y todos los honores del mundo, decide que Cándida se merece un monumento. Cándida en concreto y, por extensión, todas las millones de Cándidas anónimas que pueblan nuestro planeta. Y qué mejor que hacerlo sin trampa ni cartón, tan transparentes como ellas mismas, (o ellos, que las hostias no entienden de género, o sí, porque desgraciadamente el género es además un injusto agravante...), y por supuesto con toda su compleja mezcla de inocencia y sabiduría ancestral aprendida a base de un palo tras otro en todo lo alto del lomo.

Así pues, la idea, el concepto del libro es francamente bueno. Porque reírte (o al menos sonreír) con la magnífica Cándida y su analfabetismo atropellado, jamás es reírte de ella, sino siempre con, por y para ella. Y además es una soberana lección de vida. Y además seguro que es lo que ella quiere: que seas feliz, que todos seamos felices, nos pase lo que nos pase. Y puede que sea la última defensa, (si uno es lo suficientemente sabio y duro como para poder utilizarla, que no es nada fácil), contra ese Dios o destino o karma o vaya usted a saber qué que sin saber por qué sí o por qué no puede decidir en cualquier momento que en nuestra baraja vital salen una y otra vez todos los bastos habidos y por haber.

Ya, pero eso no es suficiente para hacer un libro que quiera tener una mínima calidad. Hay que además tener cierto arte en hilvanar adecuadamente las piezas que te sirve caóticamente Cándida. Y aquí el libro falla estrepitosamente. Es imposible seguir, identificar y recordar quién es quién, qué le caracteriza y le individualiza, qué está haciendo, porqué vive aquí o allí, etc. etc. Al libro le falta una mínima estructura, aunque sea artificiosa, aunque no sea exactamente cierta, que vaya cosiendo cada una de las desventuras de Cándida para formar un cuerpo consistente. No dudo que así, totalmente al barullo, fue como Guillermo recibió la información, pero el lector necesita un asidero. Si no, todo se queda una colección redundante de "traspieses" y "nesecidades" que podrían valer y tener gracia para un cuento, para un sketch, pero para una novela se hacen aburridos de mera repetición y sobre todo, sin sentido, sin puerto, a la vista.

Escrita hace un año · 0 votos · @arspr le ha puesto un 5 ·

Comentarios