GALICIA 1917 por sedacala

Portada de VOLVORETA

“Volvoreta” ha sido mí vuelta a aquel escritor que leí hace ya bastantes años y al que, por unas razones u otras, nunca había regresado. Aquel escritor era Wenceslao Fernández Flores y la novela era “El bosque animado”. La leí coincidiendo con el visionado de la película, con dirección de José Luís Cuerda y guion de Rafael Azcona, en que aparecían unos personajes sorprendentemente entrañables que merodeaban por la fraga de Cecebre, en A Coruña. Recuerdo aún, pese a los años transcurridos, los nombres de algunos de ellos: Fendetestas, Marica da Fame, Fiz de Cotobelo…, eran nombres que aparecían en sus pasajes y que, en comunión con el bosque, conformaban un mundo sorprendente y fascinante. Pero, fuera de “El bosque animado”, apenas me venían ecos cinematográficos de “El malvado Carabel” o de “El hombre que se quiso matar” y a esto habría que sumar el hecho cierto de que su valoración literaria actual se sitúa en niveles más bien bajos. Pero el caso es que cuando vi “Volvoreta” en mi biblioteca, el recuerdo de aquel título que oí nombrar cuando estudiaba literatura en el colegio volvió a mi mente y decidí que este era el momento de leerlo.

Que la reputación de Fernández Flores esté hoy en sus horas más bajas, se debe seguramente a su posicionamiento personal, decididamente conservador, que él extendió del ámbito social al político y también al literario. Ese conservadurismo, hizo que la crítica, normalmente más comprometida política y literariamente, lo haya marcado como un producto típico de la derecha, abocado al terreno del franquismo y a una especie de limbo que los críticos literarios consideraron, yo creo que injustamente, como mediocre.

Fernández Flores se introdujo en la literatura desde su primer empleo de periodista en La Coruña, continuando ininterrumpidamente hasta su traslado y posterior afincamiento en Madrid. Una de sus características más habituales es el humor, un humor presente en muchísimas de sus novelas, la mayoría de ellas elegidas para el cine por cineastas que buscaban, precisamente, una cierta dosis de hilaridad. Curiosamente, otra de las características de algunas de sus novelas, y “Volvoreta” es una de ellas, era cierta afición al naturalismo y recalco aquí mi extrañeza en esta cuestión, porque combinar el dramatismo, inherente al naturalismo, con ciertas dosis de humor, no deja de ser una fusión de difícil apaño.

Lo cierto es que esta novela fue seguramente su mayor éxito popular, en una época (1917) en la que el asunto de arranque de la trama era todo un clásico del folletín (viuda con hijo de quince años que seduce a la criada), proporcionaba un tema que, por lo menos, tenía el tirón propio de una historia con morbo. Pero tampoco “Volvoreta” (mariposa en gallego), tiene el tremendismo propio del estilo naturalista, aunque lo bordee en las fases en las que el escenario es el medio rural gallego, de la misma forma que tampoco contiene ese humorismo propio de los perdedores, en la línea pesimista que cultivaría luego el autor. No sé bien que es lo que esperaba de esta novela, probablemente una mezcla de todas estas cosas, y me sorprendió bastante no encontrarme con ninguna, porque ni es exactamente un dramón trasnochado, como temía, ni tampoco vi atisbos de aquel humor derrotista, y por otro lado, también me resultó sorprendente el pasotismo con que actúan sus protagonistas sobre todo en una segunda parte en la que su actitud resulta ciertamente desconcertante. Así que me atrevo a afirmar que pese al tramo inicial, que por sus aires costumbristas y rurales recuerda lejanamente a “Los pazos de Ulloa”, esta no es una gran novela. A partir de su mitad hay un cambio brusco y el asunto, se desplaza al escenario urbano coruñés y al ámbito periodístico por cauces aparentemente autobiográficos, para terminar con un final cuya resolución resulta excesivamente insulsa. Todo ello me lleva a decir, y lo hago con decepción, que no he encontrado por ningún lado aquella especie de magia fascinante que sentí leyendo “El bosque animado”.

En definitiva, su interés a día de hoy es de tipo casi arqueológico, por ser su trama y su estilo literario un auténtico observatorio de lo que fue la literatura de éxito hace cien años y porque permite descubrir aquel ambiente gallego, tanto en lo que se refiere al entorno rural como al urbano. Pero poco más.

Escrita hace 4 años · 5 puntos con 4 votos · @sedacala le ha puesto un 6 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 4 años

Aquí Fernández Florez parece algún familiar de la Pardo Bazán. Correcta novela.