EL TÓXICO GURÚ DE LA SECTA por arspr

Portada de CORAZÓN TAN BLANCO

Otro libro más en mi relación de amor-odio con Javier Marías... Y es que he de acercarme a este tipo con mesura, muy de vez en cuando, si no quiero estrangularle.

Javier Marías escribe como los ángeles. Punto pelota. Es una soberana delicia devorar frase tras frase en párrafos larguísimos que fluyen como la seda. Es un tío capaz de sacar petróleo de una mísera lista de la compra. Y un buen ejemplo es este libro donde, si lo piensas bien, el argumento central, -los miedos totalmente comunes y entendibles de un recién casado frente al futuro, frente al "y ahora qué", y un secreto de su padre, el porqué del inicial suicidio, (que al final se resuelve en medio maldito capítulo)-, le darían a cualquier otro mortal para un cuento y ya. Pero Javier consigue hacer de la nada una novela y no especialmente corta. Y donde de nuevo, el 75% de sus párrafos son posiblemente superfluos, redundantes o incluso de darle vueltas a la misma manzana una y otra vez, (manzana que además solo interesa al autor). Pero ahí estoy yo, al pie del cañón, y totalmente encantado a más decir.

Hasta aquí lo bueno, lo excelente de hecho, del autor. Es que esta reseña vuelve a ser exactamente la misma que en mis dos libros anteriores (Rata en Hamelín en Mañana en la batalla... y Embobado en sus labios en Los enamoramientos), que, como podéis intuir por los títulos, muestran el embrujo que este autor tiene sobre mí.

Pero superado dicho hechizo, -que uno no está, (del todo al menos), tonto perdido-, es que este tío es insufrible. Es pedante no, lo siguiente, tiene un ego que no cabe en este universo y parte del siguiente, es relamido, es... Oye que a lo mejor, (ojalá de hecho), me confundo y luego es una bellísima persona. Pero desde luego lo que trasciende de sus libros es para no acercarse a él personalmente a tres kilómetros de distancia. Antes me pego a un enfermo de ébola.

Porque aquí vuelven sus lecciones de Shakespeare, porque aquí vuelven sus ínfulas con un personaje, (¿sospechosamente basado en él mismo?), que domina cuatro lenguas y no puede evitar dar lecciones sobre la precisión del lenguaje, porque aquí se permite el lujo de tratar a un determinado personaje secundario como de pedante y relamido, cuando está claro que él espejos en su casa no debe tener...


Joder, es que, y esto es literal, se permite y por dos veces menospreciar a Milan Kundera porque sí. Un "hojeando un libro (era de Kundera, un fallo)" y un "ella leía (no Kundera por suerte)" que me han dejado ojiplático usando una inventada y acertadísima expresión habitual en una amiga... Mi más o menos reciente reseña de Las Partículas Elementales de Michel Houellebecq, o alguna otra de Murakami, muestran claramente lo que me gustan u opino de ellos. Pero juro que si tuviese la osadía, (y previamente la necesaria habilidad de la que carezco), de escribir un libro ni se me pasaría por la cabeza hacer un ataque tan directo, insano y sin venir a cuento. Vamos ni aunque se hubiesen fugado con mi mujer y la hubiesen luego dejado por mi hija...

No sé, como siempre que acabo un libro de este autor, una sensación agridulce ya prevista de antemano. Que me va a embelesar, y lo consigue, soltándome su rollo, (como lo analices además bastante poco interesante y que está lleno a reventar de yo, yo, yo y después yo, más o menos mostrados u ocultos), pero que me va dejar agotado, hastiado, sin ganas de volver a saber nada de él en toda mi puta vida. (Cosa que sé que no cumpliré...)

Escrita hace 4 años · 5 puntos con 1 voto · @arspr le ha puesto un 7 ·

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